E.P: ¿Descafeinado?

            Prefiero un batido proteico.

E.P: ¿Algún sabor en particular?

            Me da igual.

E.P: ¿Por qué decidió Ud. entrar en política?

            Para llevar a la práctica aquello que yo enseñaba en la universidad de Chicago, como profesor de derecho constitucional: nuestras raíces fundadoras, nuestra civilización y nuestra estructura constitucional.

E.P: ¿Algún referente le animó a dar el paso?

            Gandhi y Luther King, así como los principales pasajes de Abraham Lincoln. Todos ellos tuvieron valores humanos que pasaron por la prueba. Esos tres políticos me inspiraron a dar el paso.

E.P: ¿Cuál es ahora su principal reto, como senador por Illinois?

            No lograré resolver todos los problemas, pero sí espero gastar todo mi tiempo en aplicar lo que creo, tratando de estar a la altura de esos valores. Entre ellos, y según aprendí en la universidad de Columbia, la organización comunitaria y el movimiento de Derechos Civiles. Pues creo que la gente común es capaz de hacer cosas extraordinarias.

E.P: ¿Tiene Ud. buenos amigos en el Senado?

            Tengo varios amigos que son sacerdotes. El Reverendo Meeks es un amigo íntimo, y colega mío en el Senado estatal. El padre Michael Pfleger es también alguien con quien interactúo de cerca. Ambos son buenos amigos, y también están en el ojo público. Así que me son muy útiles para hacerme reflexionar sobre lo que me rodea, y los desafíos que hay que atravesar.

E.P: ¿Qué es lo más difícil de la política?

            Las presiones recibidas, desde diferentes lados.

E.P: ¿Qué debería mejorar un político?

            Debería ser más efectivo, y saber mantener su brújula moral. Pero para ello es necesario saber escuchar los diferentes puntos de vista, y rechazar con contundencia a aquellas personas u opiniones que son dañinas o falsas.

            Creo que la política tiene dos caras, la del compromiso y la de la vanidad. Para seguir el camino comprometido se necesita mucha chispa, y es más fácil dejarse llevar por el camino vanidoso, por el deseo a ser importante y reconocido.

E.P: ¿Se llama eso altruismo?

            Posiblemente. Pero la mayor satisfacción que yo he tenido como político ha sido defender la verdad. Cuando he podido decir algo sincero, he sentido que esas afirmaciones eran poderosas, al igual que nunca lo he sentido cuando he dicho cosas simplistas o calculadoras.

E.P: ¿Dónde encuentra Ud. su relax?

            Me puedo transportar en el tiempo viendo Hamlet. También leyendo la Canción de Salomón de Toni Morrison, o escuchando a Miles Davis.

E.P: Hábleme de su infancia.

            Nací en una Hawai llena de influencias orientales, y entre los 6 y 10 años me trasladé con mi familia a Indonesia, uno de los países más grandes del mundo. Y eso que mi padre era keniata, y mi madre norteamericana.

E.P: ¿Y eso le marcó?

            Yo crecí en la tradición cristiana. Pero esos años me sirvieron para darme cuenta de que hay muchos caminos para llegar a un mismo lugar. De que todos estamos conectados como personas humanas, de que hay valores que trascienden la raza y la cultura. Y que así tenemos que avanzar, cada uno con sus obligaciones individuales y colectivas, creando valores que puedan ser asumidos por todos.

E.P: ¿Reza Ud. a menudo?

            Creo que sí, aunque no de una manera muy formal. Me pongo de rodillas varias veces al día, y mantengo una conversación continua con Dios, sobre lo que hago en mi vida y por qué lo hago.

E.P: ¿Lee Ud. la Biblia?

            No tanto como me gustaría, así como la meditación diaria. Pero desde que empezó la campaña a las primarias no puedo hacerlo, para ser sincero.

E.P: Hábleme de sus creencias.

            Yo soy cristiano, y me baso en la fe cristiana. No obstante, también he extraído mucho del judaísmo, a nivel intelectual.

E.P: ¿Siempre ha sido Ud. cristiano?

            Yo fui criado por mi madre, que era una cristiana de Kansas. Sus padres vivían en un pueblecito de Kansas, siendo mi abuelo bautista y mi abuela metodista. Mi madre no era de las que llevaba su religión en la manga, y recuerdo que en Hawai me inculcó mucho la vivencia de la Pascua.

            Cuando nos mudamos a Indonesia, ella se separó de mi padre y se volvió a casar con un indonesio. A mí me llevó a una escuela católica, y eso que Indonesia era un país musulmán. Allí estudié la Biblia y los catecismos durante todo el día, y por la noche ella me enseñaba a rezar. Ella era una persona profundamente espiritual, y pasaba mucho tiempo hablando sobre los valores.

E.P: ¿Y cuando llegó a Chicago?

            Siempre llevé conmigo la enseñanza de mi madre, hasta llegar a la Universidad. Allí comencé a participar en las actividades de la Iglesia, cuando nos mudamos a Chicago en 1985. Allí había un grupo de parroquias, en los barrios obreros de Roseland, West Pullman y Altgeld Gardens (lado sur de Chicago), que se habían unido para lidiar contra la devastación de las fábricas de acero, que se habían cerrado. No tenían mucho dinero, pero sentían que si se organizaban podrían enfrentarse a aquello que afectaba a su comunidad.

            Empecé entonces a trabajar con los ministros y laicos de esas parroquias, en temas de mi incumbencia como programas de capacitación laboral, programas extracurriculares para jóvenes, o asegurándome de que no estuvieran desatendidos los servicios urbanos. Allí se hizo más práctica mi visión intelectual de la religión, al pasar tanto tiempo con las mujeres de la parroquia, los padres y sus hijos... y eso que apenas tenía 23 años.

            Me familiaricé también con la comunidad negra de esos barrios, y ellos me fueron enseñando la fuerza de sus costumbres, el poder de su cultura, su apoyo firme a las personas con dificultades. Me conmovió también el poder de la Iglesia para infundir esperanza y coraje ante las dificultades, y fue entonces cuando decidí involucrarme en una de aquellas parroquias que conocí: la Trinity United Church of Christ. Su pastor, Jeremiah Wright, me recomendó que no me comprometiera con su parroquia, sino con Jesucristo.

E.P: ¿Ha tenido Ud. alguna experiencia espiritual?

            Sí, en 1987 o 1988. Sucedió durante una Misa diurna, y fue un momento poderoso. Sobre todo porque confirmó mi fe y me permitió conectar el trabajo que había estado realizando con Dios.

E.P: ¿Consideraría Ud. eso como una epifanía?

            No fue una epifanía, ni un paso gradual más para mí. Cuando a otras personas les sucede esto se caen al suelo, lo cual es maravilloso. Dios les bendiga. A mí probablemente me sucedió porque estaba acostumbrado a un aprendizaje de libros, con mucho fondo políglota. Creo que fue el momento que certificó mi fe, y la afirmó de forma pública.

E.P: ¿Fue como un segundo nacimiento?

            Sí. Aunque prefiero en esto retener mi primera infancia, y no madurar hasta convertirme en un dogmático. No me gusta tener el monopolio de la verdad, y sí que mi fe sea automáticamente transferible a los demás, de forma tolerante y manteniendo mis dudas infantiles. Eso unirá más a las personas, y no las diferenciará en nombre de la certeza.

E.P: ¿Asiste Ud. todavía a la parroquia de la Trinidad?

            Sí, todos los domingos, a la Misa de 11.

E.P: Y ¿qué aprende Ud. en ella?

            El reconocimiento de Dios, y ese poder que los sacerdotes llaman Espíritu Santo. Ellos lo invocan siempre que van a predicar, para que descienda sobre los asistentes. No intentes intelectualizar esto, pero lo que yo veo es que hay momentos, que ocurren dentro de un sermón, en el que el ministro sale de su ego y habla desde una fuente más profunda y sagrada. Y eso es muy poderoso. También hay ocasiones en las que su ego se interpone en el camino, y su sermón pasa a ser mera actuación.

E.P: ¿Quién es Jesucristo para Ud?

            Jesucristo es el puente entre Dios y los hombres, el Dios poderoso que se ha hecho como nosotros para que nosotros alcancemos el cielo. También es un maestro maravilloso, para todos nosotros y los hombres de cualquier fe. Es el maestro en la carne y en la historia. Yo mantengo mi propia y personal relación con Jesucristo.

E.P: ¿Cree Ud. en el cielo?

            Sí, pues si vivimos nuestra vida lo mejor que podemos, para más allá de la muerte seremos recompensados por Dios. No obstante, cuando arropo a mis hijas por la noche, veo en ellas que estoy transfiriendo los valores que obtuve de mi madre. Y ese es ya mi pedacito de cielo, aquí en la tierra.

E.P: Su oponente Jack Ryan dijo que hablar sobre su fe está plagado de peligros.

            Todos somos hijos de Dios. Y creo que los demócratas hemos cometido el error de alejarnos de esta conversación religiosa, por temor a sacrificar el importante valor de la tolerancia. No creo que ambas cosas sean excluyentes.

            Por parte republicana, también creo que hay peligro por parte de sus figuras públicas, a la hora de justificar sus acciones reclamando el mandato de Dios.

E.P: ¿Alguna cuestión más?

            Sí, sobre todo como afroamericano, arraigado en una comunidad afroamericana y que pasa mucho tiempo en la iglesia negra. No tengo reparos en los de mi raza. Pero yo les pediría que intenten ser en casa aquello que ellos celebran en sus maravillosas iglesias negras.

 

* Barack Hussein Obama nació en Honolulu, Hawai, en 1961, hijo de padre keniata y madre norteamericana. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Columbia, fue profesor de Derecho Constitucional de 1992 al 2004 en la Universidad de Chicago, así como senador por Illinois desde 1997, y estatal desde el 2003. El año 2004 ganó las elecciones primarias del Partido Demócrata, y en 2008 y 2012 las elecciones generales de los Estados Unidos, tras vencer a los candidatos republicanos McCain y Romney. Impulsó la ley de sanidad universal para todos los norteamericanos, y a nivel exterior inició la lucha antiterrorista contra el terrorismo islámico, en las conocidas primaveras árabes. Recibió el Nobel de la Paz por su lucha contra el Cambio Climático, en medio de las reticencias de sus adversarios, que le acusaron de no haber cerrado la cárcel de Guantánamo, y sí haber multiplicado las guerras civiles por Oriente Medio. Se retiró de la Casa Blanca con uno de los mayores índices de popularidad para un presidente de los Estados Unidos.