E.P: Háblenos de sus orígenes.

            Mis orígenes se remontan a Delaware y Pensilvania, a aquellas comunidades irlandesas de clase trabajadora en las que, a través de las escuelas y las parroquias, las costumbres e instituciones católicas lo eran todo. En ellas aprendí la dignidad de cada persona, la dignidad del trabajo, la dignidad y la caridad hacia los pobres.

E.P: Háblenos de su infancia.

            Cuando tenía 12 años, pensé hacerme sacerdote, y compartí esa idea con mi madre cuando empecé la escuela secundaria. Ella me dijo que fuese madurando la idea, pero el sacerdocio era lo único en lo que yo pensaba, y empecé a buscarlo seriamente. Hasta que las chicas se interpusieron en el camino, y conocí a mi esposa. Una vez que mi mujer murió, en 1972, comenté todo eso al obispo de Delaware, y él me animó a seguir la carrera política.

E.P: ¿Fue esa su llamada a la vida política?

            No, pues mi padre me tenía dicho que el pecado capital de los humanos es el abuso de poder. Ya sea de un hombre que levanta la mano hacia una mujer, ya sea en forma de abuso económico, o ya sea en su versión política, cuando el gobernante abusa de otro por su posición.

E.P: Entonces, ¿cuándo se decidió Ud por la política?

            Para senador por Delaware, en 1973. No obstante, fue Obama el que se fijó en mí, y me eligió para un cargo nacional. En parte, porque yo pertenecía a una familia católica de clase trabajadora, y en parte porque provenía de una parte fundamental del país, y podría hablar de esas experiencias a todo el país.

E.P: ¿Y no se le ha pasado nunca ser presidente, por la cabeza?

            Durante una visita a una escuela primaria católica, un niño me preguntó si quería ser presidente, y yo respondí que no, que estaba feliz con ser senador. Pero una religiosa católica me corrigió, y me dijo: Sabes que eso no es cierto, Joe. Y, a continuación, me enseñó un ensayo que yo había escrito cuando era niño, diciendo que quería ser presidente.

E.P: Sigamos hablando de su vida. ¿Su juventud?

            Como joven, viví con especial interés el Concilio Vaticano II, cuando el catolicismo se estaba abriendo deliberadamente al mundo, con nuevos lenguajes para la oración y nuevas relaciones con otras religiones, entre muchos otros cambios. Personalmente, yo experimentaba que el catolicismo estaba saliendo de su propio gueto, abriéndose al mundo.

            La fe de mi infancia fue creciendo conmigo, y me fue sosteniendo como adulto, especialmente frente a la tragedia familiar, incluida la pérdida de mi esposa, mi hija y mi hijo Beau (quien murió de cáncer de cerebro, a principios de este año).

E.P: Lamento lo de su hijo Beau, que ha debido ser doloroso.

            La inspiración que me dio mi hijo, es realmente edificante. Pero en mi familia no queremos hablar más sobre esta pérdida, ni en público ni en privado. Nos quedamos con la enseñanza que Beau nos ha dado. A este respecto, recuerdo una expresión que mi padre siempre me repetía, a lo largo de su vida: Levántate amigo, levántate. Eso es ahora lo que todos tenemos que intentar: levantarnos y seguir adelante.

E.P: Veo que lo lleva con entereza.

            Mucha gente dice que he pasado por mucho más de lo que he tenido. Pero no sabe la estructura de soporte que tengo. La fe me ha ayudado a sobrellevar la tragedia personal, sobre todo la muerte de mi esposa y de mi hija, cuando tuvieron un accidente de coche en 1972. Y también ahora, en 2015, cuando mi hijo Beau ha muerto en mayo tras una batalla contra el cáncer cerebral.

            La oración es el mejor consuelo que encuentro, para superar la muerte de mi esposa y de mis dos hijos. Y también lo ha sido el reverendo Donovan, quien al pedirle que me dijera la misa fúnebre de Beau, comenzó a consolarme cuando yo me eché a llorar. Este es el Rosario que llevo siempre alrededor de la muñeca, y que fue el que mi hijo Hunter regaló a mi otro hijo Beau, recientemente fallecido.

E.P: Sigamos con su vida personal. ¿Los años 80?

            En 1988 tuve un problema de salud, que me hizo abandonar la carrera presidencial. Y me ingresaron en el Hospital Saint Francis de Wilmington. Con toda mi familia reunida en torno a mí, un sacerdote me visitó para administrarme el sacramento de la unción. ¡Y recobré la salud! Tras la cirugía, todo empezó a mejorar, y durante las siguientes dos décadas volví a trabajar en el Senado.

E.P: Veo que valora mucho la labor sacerdotal.

            Fueron mis padres quienes me inculcaron esos valores. Esos valores católicos fueron un regalo para mí, son todas las raíces que tengo, y me han dado ventajas abrumadoras. 

            Desde entonces, asisto a misa todas las semanas, en los diferentes lugares en que estoy. Ahora en la Iglesia San José de Brandywine, cerca de mi casa de Wilmington. Y durante los 8 años que viví en Washington, en la Capilla Dahlgren de Georgetown y la Parroquia de la Santísima Trinidad, del reverendo O'Brien.

E.P: ¿Cuáles son esos valores?

            Jesucristo es la encarnación humana de lo que Dios quiere que hagamos. Y todo lo que Jesús hizo fue coherente con lo que él quería que hiciéramos nosotros: tratar a las personas con dignidad.

            Nada hay más sagrado para mí, por tanto, que la Iglesia, y nada más querido que mi familia. Para mí, la fe consiste en esperanza, propósito y fuerza. Pero la fe se ve mejor en la oscuridad. Como dice el libro de los Salmos, “el llanto puede durar toda la noche, pero el gozo llega por la mañana".

E.P: ¿Debería insistir la Iglesia más en eso?

            Una vez dentro de mi carrera política, di una conferencia en 1992 a un grupo de jóvenes católicos, y a ellos les dije: La fe os ha enseñado a superar las injusticias. Ahora tenéis vosotros que luchar contra ellas.

            En efecto, el catolicismo y la familia proporcionan la estructura de la vida, y la mejor concepción de cómo funciona la sociedad.

E.P: ¿Presentará su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos?

            No apresuraré mi decisión a la carrera presidencial, sin antes sopesar que eso será lo mejor para mi familia. Pues yo no tengo derecho, como individuo, a postularme, cuando la que está implicada es toda mi familia. Para nosotros, eso será una decisión familiar.

E.P: ¿Y qué dicen los números?

            Todo el mundo piensa que esto se trata de lo que digan los números. Y muchos así lo hacen, calculando y poniendo en esos cálculos sus posibilidades. Por lo menos, en lo que yo sé de las personas que he conocido, y se han postulado para la presidencia, desde que tengo 29 años. Pero la verdadera consideración que yo tengo es personal, y tiene que ver con la familia. 

E.P: De hacerlo, ¿cuál sería su principal mensaje?

            En el pasado, todos mis esfuerzos políticos han ido encaminados a fortalecer la familia, antes de que sea demasiado tarde y no pueda hacerse ya nada por ella. En eso, siempre me he apresurado, con todo lo que tengo.

E.P: ¿Cómo equilibra Ud. su propia fe, con su vida política?

            No tengo excusa para intentar cumplir con todos los principios de mi fe. No obstante, eso no es lo único que hago, ni tampoco soy yo quien para imponer mi doctrina. Simplemente la propongo, por si hay alguien que la acepte.

            Por otro lado, mi fe me implora que adopte una opción preferencial por los pobres. Como político, siempre he hecho lo que ha estado en mi mano para luchar contra la pobreza, y construir un futuro que nos acerque más al alto ideal de la Biblia: que todas las mujeres y hombres han sido creados por Dios, y que por ello han de ser tratados con total dignidad.

E.P: ¿Deberían la religión y la política convivir de forma separada?

            Las convicciones religiosas fundamentales están en el confesionario. No obstante, dichas religiones no deberían desentenderse de la política. Es verdad que no pueden hacer política con P mayúscula, pero sí pueden hacerlo con p minúscula. Por otra parte, la religión no es demócrata o republicana, liberal o conservadora. Yo no hablo de fe a los votantes religiosos, pero sí que muestro a todos que soy una persona de fe.

            Lo que sí me sorprendería es que el papa no enunciara los principios que subyacen a todas los principales creencias, particularmente la católica. Y esto implica que existe una obligación colectiva (política y religiosa) de tratar de dar sentido y vida a esos principios, con los que todos estamos de acuerdo.

E.P: ¿Qué le parece que el papa dé un discurso en la sesión conjunta del Congreso, el próximo 24 septiembre?

            El papa es la figura más popular del mundo, hoy día. El papa pronunciará sus comentarios desde un atril, conmigo mismo y con el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, sentado encima y detrás de él. Y todos los funcionarios electos de los Estados Unidos deberían escuchar atentamente, el mensaje de conciliación del papa.

E.P: ¿Ha discutido Ud. con el portavoz Boehner, sobre la óptica inusual de este evento?

            John es un buen tipo, y creo que los dos estaremos sentados allí con mucho orgullo. Los dos bromeamos a menudo cuando nos vemos sentados el uno al lado del otro, siendo él republicano y yo demócrata, y ambos católicos, durante los discursos del estado de la Unión. Aunque todavía no hemos hablado en términos del Santo Padre.

E.P: ¿Que piensa Ud. del papa Francisco?

            El papa Francisco es la encarnación de la doctrina social católica con la que me criaron, y recalca mucho la idea de que todo el mundo tiene derecho a la dignidad, que hay que dar una preferencia especial a los pobres, y que tenemos la obligación de extender la mano a todos, y ser conciliadores.

E.P: ¿Y le gusta esa idea?

            Como católico practicante, estoy muy emocionado con el papa Francisco. Francamente, estoy emocionado de que el mundo entero esté llegando a ver cuáles son los elementos básicos y esenciales del catolicismo.

E.P: ¿Qué le parece la reciente encíclica del papa sobre el medio ambiente?

            En su encíclica Laudato Si, el papa no trata de entrometerse en el arbitraje político, ni de asumir el papel de entendido científico. Por lo que he leído, creo que simplemente está pidiendo, a los líderes mundiales, que aborden la cuestión del medio ambiente. Pero a nivel de invitación, y no de imposición. Eso sí, con carácter de demanda, para que se inicie un diálogo internacional que afronte el problema más importante que enfrenta la humanidad en este momento: el cambio climático.

            A este respecto, creo que es una tergiversación total, sobre la encíclica del papa, decir que se trata de un documento político. Pues se trata de un documento humano.

E.P: ¿Qué piensa Ud. del aborto?

            Respecto al aborto, estoy con la posición de la Iglesia Católica, y creo que la vida comienza en la concepción, y que todo ser humano concebido está ya vivo y no puede ser eliminado. Pero también creo que la creencia no debe imponerse a los demás.

E.P: ¿Y es posible estar en contra del aborto, en el Partido Demócrata?

            Absolutamente sí, y esa ha sido mi posición desde que pertenezco a dicho partido. De hecho, hay mucho demócratas que se oponen al aborto.

E.P: ¿Y no le resulta eso difícil, según la posición de la Iglesia?

            Sí, me resulta difícil porque para toda mi familia, y mi esposa, es una cuestión de fe lo que dice la Iglesia sobre el tema del aborto. Y porque yo, personalmente, no me considero preparado para imponer a los demás esta visión que poseo sobre el asunto, que nace de mi fe.

E.P: ¿Qué piensa Ud. sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo?

            Por supuesto, estoy en desacuerdo. Pero si esas personas son igualmente temerosas de Dios, igualmente comprometidas con la vida, e igualmente comprometidas con una santidad de vida, yo no me veo capaz de decirles lo que han de hacer.

E.P: ¿A qué estaría Ud. dispuesto, o preparado?

            Estoy dispuesto a luchar por la doctrina católica sobre una amplia gama de temas. Y también a plantear el tema del aborto, del que mi esposa y yo estamos en contra. Pero para lo que no estoy preparado es para hacer ver mi visión de fe a otras personas, que no son tan temerosas de Dios, ni tan comprometidas con la vida. Sin embargo, estoy dispuesto a realizar un cambio social significativo.

E.P: ¿Cómo ve Ud. a los Estados Unidos de hoy día?

            Hoy se libra en Estados Unidos una batalla por el alma de la nación, y una gran crisis afecta a nuestra nación.

E.P: ¿Y cómo podría superarse esa batalla?

            La fe nos ayudará a superar la crisis, y a guiar nuestro futuro. En ese sentido, la fe católica debería ser clave para unir al país, y superar las divisiones que nos dividen. Pues en el catolicismo hay algo, en sí mismo, que proporciona un terreno donde las distintas partes pueden encontrar lugares comunes.

E.P: ¿Por dónde deberían marchar, en el futuro, los Estados Unidos?

            Debemos ser una nación que no sólo acepte la crisis climática, sino que lidere el mundo a la hora de abordarla.

            Por otro lado, debemos crear un país con menos sufrimiento y más justicia, donde tengamos una más justa política de inmigración, y donde confrontemos el pecado original de esta nación, que es el racismo. Todo ello, arraigados en la fe.

 

* Joseph R. Biden (Pensilvania 1942) es el 46º presidente de los Estados Unidos, tras haber ejercido de vice-presidente de 2009 a 2017, de senador por Delaware de 1973 a 2009, y por 3 veces de presidente de Relaciones Exteriores del Senado de los EE.UU. Hijo y nieto de irlandeses, se licenció Biden en Historia por la Univ. de Delaware, y en Derecho por la Univ. de Siracusa, ejerciendo de profesor en Pensilvania durante sus primeros años de juventud, mientras conocía a Neilia (y se casaba con ella, en 1966). Fallecida ésta en 1972, decide ingresar Biden en la carrera política, ocupándose de la política de drogas y delitos civiles (primero), así como de la Guerra de Yugoslavia y Guerra de Irak (después). Lideró Biden la aprobación de la Ley de Delitos Violentos y la Ley de Violencia contra la Mujer, y como vice-presidente consiguió los apoyos republicanos para ajustar las cuentas y deuda del presidente Obama. En abril de 2019 anunció su candidatura a las presidenciales norteamericanas, y en noviembre de 2020 venció en dichas elecciones al presidente Trump, con más de 80 millones de votos y record absoluto en la historia de los Estados Unidos.