E.P: ¿Quién es Luis Ladaria?

            Nací en Manacor, isla de Mallorca, en una familia originaria de esa área. Mi padre era médico y yo el mayor de 5 hijos: tres niñas y dos niños. De mi infancia y adolescencia tengo recuerdos muy bellos y agradables. Después de la escuela secundaria, fui a la universidad en Madrid, donde estudié derecho. Después de la universidad decidí convertirme en jesuita, y a la edad de 22 años entré en la Compañía de Jesús, el 17 octubre 1966. Siete años después, el 29 julio 1973, fui ordenado sacerdote.

E.P: ¿Cuál fue su formación?

            Estudié filosofía y teología en la Universidad de Comillas, que se acababa de transferir a Madrid. Luego me mudé a Frankfurt (Alemania) para continuar la teología en la Philosophisch Hochschule Sankt Georgen. En ese momento los grandes maestros enseñaban grandes nombres de la teología alemana, como Karl Rahner (de quien seguí un curso) y Alois Grillmeier (historiador de los concilios). Fue el propio Grillmeier quien me sugirió ir a Roma para obtener un doctorado en Patrología, que obtuve en la Gregoriana bajo la tesis Ilario di Poitiers.

E.P: ¿Y ese interés por los padres de la Iglesia?

            Durante las clases de teología en Frankfurt, a menudo leíamos textos patrísticos. Así nació el interés, que más tarde creció en Roma en la escuela del padre Orbe, con su conocimiento extraordinario sobre los textos antiguos. Entre otras cosas, guardo un recuerdo particular de Eugenio Romero Pose, también su alumno y entonces obispo auxiliar de Madrid, que murió prematuramente. Era un amigo cercano y una persona muy bien informada, cuya desaparición fue para mí una gran pérdida.

E.P: ¿Qué materias ha enseñado Ud?

            Esencialmente teología dogmática, excepto en el área de eclesiología y sacramentos. Naturalmente, mi enseñanza se basaba en las escrituras, los padres de la Iglesia, la tradición y el magisterio de la Iglesia. Y, por supuesto, seguí las indicaciones teológicas del Concilio Vaticano II, que tenía lugar mientras estudiaba derecho en Madrid.

E.P: Concluidos sus estudios, ¿qué camino emprendió?

            Empecé a enseñar en Comillas y luego en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde en 1984 me convertí en odinario de teología dogmática. De la Gregoriana también fui vicerrector de 1986 a 1994, y continué enseñando de nuevo durante algún año más, una vez que Juan Pablo II me nombrara secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 9 julio 2004.

E.P: ¿Y cómo fue ese trabajo, junto al card. Ratzinger?

            En la Congregación no trabajé directamente con el prefecto Ratzinger, sino con el secretario del dicasterio, como consultor. Se trató de una experiencia muy interesante, que logré conciliar con la enseñanza hasta que esto se volvió imposible, una vez nombrado secretario.

E.P: ¿Cuál es la principal de las tareas en la Congregación, hoy día?

            Entre sus competencias, la Congregación estudia y juzga hoy día los casos de abusos cometidos por clérigos. En este sentido, hemos autorizado a los obispos a proceder contra los presuntos culpables. Debo decir que muchos casos que nos llegan sobre abuso infantil se refieren a décadas atrás. Esto podría confirmar que se trata de un fenómeno del pasado, aunque todavía no tenemos certezas de que el problema esté resuelto en la actualidad.

E.P: ¿Qué otros temas ve Ud. también urgentes, para la Congregación?

            Esencialmente aquellos a los que el dicasterio está obligado a dar respuestas: eclesiología, libertad religiosa y sacramentos. También estamos concluyendo una reflexión sobre la antropología bíblica, de la cual esperamos respuestas para los interrogantes de nuestro tiempo. También es digno de mención el reciente documento sobre cuestiones económicas Oeconomicae et Pecuniariae, que ha tenido un gran impacto en los entornos laicos.

E.P: ¿Qué relación existe entre los papas y la Congregación?

            Pablo VI quería un prefecto para este dicasterio, pues antes del concilio el papa era oficialmente el prefecto de la Congregación, aunque en la práctica ese papel lo desempeñara el secretario. Esto no significa que el pontífice esté ahora siguiendo la actividad de la Congregación con menos interés. De hecho, puedo testificar que tanto Benedicto XVI como Francisco I han seguido y siguen siempre nuestro trabajo, directamente y con gran atención.

E.P: Ratzinger llevó su Congregación al mundo entero. ¿Hará Ud. lo mismo?

            Sí, como secretario ya he estado en Tanzania, India y Hungría, y estamos planificando otros viajes fuera de Europa. Hablo en plural porque con el prefecto siempre está el secretario y algunos funcionarios del dicasterio.

E.P: ¿Qué espacio otorga Ud. a la comunicación?

            El Vaticano II confirió a la Congregación la tarea de promover la fe, aparte de protegerla y defenderla. Pero no olvidemos que nuestros interlocutores directos son los obispos y teólogos, por lo que resulta difícil para nuestros documentos llegar al público en general. No obstante, éste es en el fondo nuestro propósito.

E.P: ¿Involucrará Ud. en sus trabajos el tema de los jóvenes?

            Ciertamente. El tema de la juventud, junto a su fe y discernimiento vocacional, nos llama directamente la atención. Naturalmente, en este asunto trabajaremos junto al resto de dicasterios, sobre todo con la secretaría general del Sínodo de los Obispos.

            Por otro lado, también la cuestión del medioambiente, con el Sínodo sobre el Amazonas sobre la mesa, es una cuestión de gran relevancia. No se trata de una preocupación limitada a ciertas áreas geográficas, y no hay que alejarse mucho de Roma para darse cuenta de ello.

E.P: ¿Existe una urgencia vital en la formación de los fieles?

            Sí, por supuesto. Muchos de ellos no han podido recibir una catequesis adecuada, y hoy en día necesitamos un compromiso mayor respecto a estas etapas formativas.

E.P: ¿Cómo ve Ud. el mundo actual?

            Creo que la secularización está siendo muy fuerte en las últimas décadas, especialmente en los países europeos. En Asia y África, por otro lado, hay un florecimiento real de la vida y las vocaciones cristianas, especialmente en algunos países como Vietnam y Corea.

E.P: ¿Está hoy la teología en declive?

            Yo no diría eso. No obstante, los distinguidos teólogos del pasado ya no están con nosotros. Pero eso no significa que no haya alto nivel teológico en las universidades, ni que la teología esté en declive. Estamos más bien en un momento de crítica y asimilación.

 

* Luis Francisco Ladaria Ferrer nació en Mallorca (España) el 19 abril 1944, siendo actualmente el prefecto romano de la Congregación para la Doctrina de la fe, aparte de presidente de la Comisión Teológica Internacional y Comisión Bíblica Internacional. Graduado en Bachillerato en Palma de Mallorca, y licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid, en 1966 entró en la Compañía de Jesús y fue ordenado sacerdote en 1973, doctorándose en Teología en 1975 bajo la tesis El Espíritu Santo en Hilario de Poitiers. Fue profesor de Teología Dogmática en la Universidad Comillas de Madrid hasta 1984, año en que la Universidad Gregoriana de Roma le nombra vicerrector y le hace trasladarse a Roma. En 1992 Juan Pablo II le invita a dedicarse íntegramente a las Comisiones y Congregaciones en las que sigue trabajando actualmente, esta vez como cabeza de todas ellas. Entre sus obras favoritas, ha publicado numerosos estudios sobre el Espíritu Santo, los santos padres, el hombre y la creación. Así como en 2006 tuvo que zanjar la cuestión de la existencia del limbo (limitándolo a mera hipótesis teológica) y salvación de los infantes no bautizados (encomendándolos únicamente a la misericordia de Dios).