Alienación

Ángel Prior
Mercabá, 3 febrero 2025

        El concepto alienación (o sus equivalentes enajenación y extrañación) ha jugado un papel importante en los debates filosóficos contemporáneos al hilo de una recepción del pensamiento de Marx, en la que, al mismo tiempo, han quedado iluminadas facetas fundamentales de las filosofías de Hegel y Feuerbach.

        Indudablemente, la propia conformación de la obra de Marx invita y casi exige semejante lectura paralela, pues la génesis Hegel-Feuerbach-Marx configura un peculiar tipo de pensamiento en torno a la dialéctica de la emancipación.

a) Alienación marxista

        La relación de Marx con Hegel es una relación ambigua, salpicada de diversos malentendidos. Las referencias expresas no son muy abundantes. Respecto al problema de la alienación disponemos de las páginas contenidas en los Manuscritos de París.

        Ante todo, la alienación es un proceso necesario del devenir de la historia. Lo extraordinario de la Fenomenología de Hegel es haber captado la producción del hombre por sí mismo como un proceso de objetivación, extrañación y superación de la extrañación.

        A través de dicho proceso se da un despliegue real y efectivo del hombre frente a sí mismo como especie, un despliegue de las facultades de la especie por el que la cooperación de todos los hombres aparece como resultado de la historia.

        En resumen, Hegel, a pesar de su abstracción, ve en el trabajo el acto por el que el hombre se produce a sí mismo; en el comportamiento consigo mismo como un ser extraño, en la activación de su propio ser como algo extraño ve la conciencia y la vida de la especie en acto de constituirse.

        El límite de Hegel, y ahí radica la crítica de Marx, consiste en que ofrece una expresión abstracta, lógica y especulativa de este proceso de la historia. La sustancia humana aparece como enajenación del pensamiento, desde la identificación del ser humano con la conciencia de sí. Estas son sus palabras:

"Toda la historia de la extrañación y toda la recuperación a partir de esta se reduce, por tanto, a la génesis del pensamiento abstracto (o sea absoluto), del pensamiento lógico-especulativo. De ese modo la enajenación, que es a lo que propiamente se refieren esta extrañación y su superación, consiste en la antítesis entre el pensamiento abstracto y la realidad sensible (o sensualidad real), pero sin salir del pensamiento".

        La enajenación humana es considerada como enajenación de la conciencia de sí, la coseidad, producto de su extrañamiento y el saber, forma en que existe la conciencia, único comportamiento objetivo.

        Con ello, se ve que hay un falso positivismo en Hegel, que si bien descubre que el mundo espiritual es la propia extrañación del hombre, vuelve a confirmarlo en esa forma extrañada. De hecho, éstas fueron son sus propias palabras:

"Esta superación se refiere a algo pensado, de modo que la propiedad privada pensada se supera en los pensamientos morales. Y como el pensamiento se imagina ser directamente lo distinto de sí, realidad sensible, como tiene su acción por una acción también sensible y real, también la superación en el pensamiento, por más que deje intacto su objeto en la realidad, cree haberlo superado realmente".

        Marx aboga por el giro epistemológico hacia el naturalismo consecuente, el único capaz de comprender la historia universal como acto, la historia como verdadera historia natural del hombre. Invirtiendo la relación, la conciencia de sí aparece como cualidad de la naturaleza humana, y frente a Hegel, que considera la coseidad como extrañación de la conciencia de sí, la objetividad es esencial al 'hombre.

        En resumidas cuentas, Marx asume la concepción feuerbachiana del hombre como ser real, corpóreo y objetivo. El proceso de objetivación y extrañación de la especie como el proceso por el que se constituye el verdadero sujeto de la historia.

En la religión y la sociedad

        Feuerbach significa para Marx el único discípulo que mantiene una relación seria con la dialéctica hegeliana. En este sentido, su teoría de la alienación religiosa marca un importante paso a tener en cuenta por la propia teoría marxiana de la alienación.

        No obstante, la influencia de Feuerbach no se ciñe al aspecto de la crítica a la religión que, por otro lado, supone un modelo de análisis caracterizado por la crítica desfetichizadora que Marx sigue en momentos importantes de su pensamiento, sino que abarca también aspectos fundamentales de su estrategia teórica como son el apoyo en una antropología de la finitud sensible y el giro epistemológico materialista a partir de una crítica del 'idealismo hegeliano.

        En palabras de Marx, el mérito de Feuerbach consiste en:

-haber demostrado que la filosofía no es más que la religión traspuesta en conceptos y así desarrollada, otra forma y figura de la enajenación del ser humano y por tanto igualmente reprobable;
-haber fundado el verdadero materialismo y la ciencia real, al convertir la relación social del hombre con el hombre en el principio fundamental de la teoría;
-haber opuesto a la negación de la negación, que se pretendía lo absolutamente positivo, otro positivo basado en sí mismo y fundamentado positivamente por sí mismo.

        Pronto Marx constata los límites de la propia propuesta de Feuerbach. La versión feuerbachiana de la relación social del hombre con el hombre, se reduce al amor y a la amistad. No entra en una crítica de las relaciones sociales realmente existentes. De ahí resulta una antropología abstracta, del hombre también abstracto, que Marx considera insuficiente.

        Feuerbach parte de la autoenajenación religiosa, del desdoblamiento del mundo en un mundo religioso, imaginario, y otro real; quiere disolver el mundo religioso en su base terrenal (tesis 4), pero no penetra en esta base terrenal y en sus propias contradicciones.

        En otra expresión, Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana (tesis 6), pero no se atiene a esta esencia real, por lo que hace abstracción de la trayectoria histórica y presupone un individuo humano abstracto y aislado.

        El mundo de la vida social no es considerado como mero objeto de relación teórica contemplativa, sino que incluye ineludiblemente un componente subjetivo, activo. En este sentido, Marx avanza en su propia concepción de la vida social como praxis.

        Feuerbach sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo (tesis 1). La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica (tesis 8).

        La actividad humana prototípica es el trabajo, componente ineludible de la vida social. Por ello, ya en los Manuscritos de París, dirige su atención a un primer análisis del fenómeno de la alienación-en el mundo del trabajo.

En el mundo laboral

        El texto clásico que tiene como centro el concepto de alienación es el conocido como Manuscritos de Economía y Filosofía, escrito en París en 1844. Allí Marx expone por vez 1ª su concepción del trabajo alienado, en una vigorosa y original síntesis de aspectos de Hegel, Feuerbach y Adam Smith.

        Al hilo de una lectura crítica de lo que denomina "economía nacional", en sus conceptos fundamentales (propiedad privada, distinción entre trabajo, capital y tierra, distinción entre salario, beneficios y renta; división del trabajo, competencia, valor de cambio...), Marx presenta un esbozo de sus teorías de la sociedad y de la historia, donde el sujeto adquiere la forma del trabajador según el modo de producción capitalista, en una especie de epopeya del sufrimiento humano.

        No falta en esa concepción, y esto constituye uno de sus rasgos esenciales, el análisis de la perspectiva de la superación de la enajenación, como pone de manifiesto el apartado Propiedad Privada y Comunismo.

        La imagen del hombre total, desarrollada en los Manuscritos, remite a una concepción antropológica presente en la teoría social y económica de la alienación del trabajo, de manera que resulta difícil separar los aspectos de la esencia del hombre, su situación alienada en la sociedad capitalista y la perspectiva de superación de esta alienación en una sociedad comunista futura.

        En todo ese desarrollo (esbozo de una filosofía de la historia) subyace una antropología de inspiración romántica, basada en el modelo del artista y la relación entre su actividad y su obra. Al mismo tiempo, esta epopeya del sufrimiento no deja de ser una visión del trabajo industrial y, a través de él, de la sociedad moderna, subrayando sus patologías fundamentales y la vacuidad de todo discurso que no dé cuenta de las mismas.

        Por eso, la apertura teórica a un pensamiento del comunismo, tiene como fin encontrar un marco adecuado en sentido materialista para una perspectiva teórica de la emancipación. En el desarrollo más pormenorizado del concepto de alienación, al final del primer Manuscrito, Marx distingue 4 formas o aspectos de la alienación del trabajo: las que afectan:

-al objeto del trabajo,
-a la propia actividad productiva,
-a la esencia genérica del hombre,
-a su relación con otros hombres.

        Desde la distinción entre objetivación y enajenación, la conversión del trabajador en mercancía se traduce en que el objeto producido por el trabajo, su producto, se le opone como algo extraño, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo fijado en un objeto, convertido en una cosa, es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación.

        Esta realización del trabajo aparece en un estado de economía política como irrealidad del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y esclavitud bajo él, la apropiación como enajenación, como extrañación.

        El objeto del trabajo se le convierte a su creador en una existencia externa, extraña, independiente, ajena, en un poder autónomo frente a él mismo. Finalmente el trabajador se hace esclavo de su objeto. Marx se hace eco de la paradoja de que la riqueza creada a través del trabajo tiene como contrapunto la pobreza y el envilecimiento del trabajador.

        La alienación afecta también al propio acto de la producción. El trabajo le resulta externo a su propietario, no pertenece a su ser. Por lo tanto, el trabajador "no se afirma a sí mismo en su trabajo, sino que se niega; no se siente bien, sino a disgusto; no desarrolla una libre energía física e intelectual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su mente". De ahí que el trabajador "no se sienta suyo hasta que no sale del trabajo, y en el trabajo se sienta enajenado". Es decir, que "cuando no trabaja, se siente en casa; y cuando trabaja, se siente fuera".

        Interpretando que la alienación del objeto es una pérdida de la relación del hombre con la naturaleza, y desde la alienación de su propia función activa, se sigue para Marx que la vida de la especie se convierte para el trabajador en un medio para la vida individual. Oigámosle:

"El trabajo enajenado, arrebatándole al hombre el objeto de su producción, le priva de su vida de especie, de su objetividad real como especie, y convierte su ventaja sobre el animal en su contrario: la pérdida de su cuerpo anorgánico, la naturaleza. Del mismo modo el trabajo enajenado, al degradar a un medio la actividad propia y libre, convierte para cada hombre la vida de su especie en medio de su (individual) existencia física. O sea, que la enajenación transforma la conciencia que el hombre tiene de su especie hasta el punto de que la vida como especie se le convierte en un medio".

        Como consecuencia de los aspectos anteriores, la propia sociabilidad, la relación de unos hombres con otros queda también afectada por la alienación. Es decir, que "cuando el hombre se opone a sí mismo, se le opone también el otro hombre. Lo que vale de la relación del hombre con su trabajo, del producto de su trabajo consigo, vale también de la relación del hombre con el otro hombre, con el trabajo de este y con el objeto de su trabajo".

        Con la enajenación de la sociabilidad, Marx da cuenta de la introducción de una escisión básica en la sociedad, que muestra la existencia de otro hombre que es ajeno, hostil, poderoso, y que introduce la autoridad, la coacción y el yugo.

        En este sentido, el desarrollo de este aspecto de la alienación ha de verse en coincidencia con la teoría del poder social extraño, presente en la ideología alemana y con la caracterización de la falsa universalidad y racionalidad encanadas en el estado moderno. Por ello, el análisis de la alienación encuentra su continuidad en la teoría del fetichismo de la mercancía, en un capítulo esencial del Capital.

b) Alienación socialista

        En el desarrollo del marxismo del s. XX, el problema de la alienación ha jugado un importante papel en cuanto ha puesto de manifiesto los aspectos antropológicos subyacentes y presentes en otros temas más clásicos del pensamiento de Marx, como la concepción de la historia o la teoría de la plusvalía. Por otro lado, plantea el problema de la articulación del indudable discurso científico de Marx con su faceta igualmente destacable de pensamiento de la emancipación.

        En torno a la recepción de uno u otro aspecto se han configurado buena parte de los más destacados intérpretes del marxismo. Cabe ahora recordar dos figuras representativas de esa recepción.

        En la década de 1920, Lukacs presenta una de las interpretaciones más originales y de mayor influencia, al hilo de una lectura que subraya los aspectos metódicos del marxismo, interpretado como prolongación de la dialéctica hegeliana y heredero de su polémica antidualista y antiformalista con el kantismo, entendido ahora como prototipo de la moderna filosofía burguesa.

        En ese contexto, el análisis del fetichismo de la mercancía es reconocido por Lukacs como un aspecto focal de la crítica al formalismo inherente a las formas de objetividad y subjetividad de la sociedad burguesa.

        A través de ello, Lukacs reconoce el lugar central de la teoría de la enajenación presente en la concepción de Marx, lo que tiene el mérito añadido en el hecho de que por esa fecha no se hubieran publicado los Manuscritos de París.

        En la década de 1960, Althusser se constituyó en el centro de una de las polémicas teóricas de mayor impacto de las últimas décadas, al proponer una lectura antihumanista del marxismo que subrayaba su lado científico y, por tanto, su incompatibilidad epistemológica con un discurso antropológico centrado en el tema de la alienación, como múltiples intérpretes de la época (Fromm entre ellos) venían a proponer.

        En apoyo de esa incompatibilidad epistemológica, Althusser propone una lectura de la génesis histórica de la conformación del discurso de Marx como discurso prototípico que ha de dejar atrás, por medio de una ruptura epistemológica, la etapa humanista y antropológica, una de cuyas manifestaciones más propias sería la de la teoría de la alienación formulada en los Manuscritos de 1844.

El el campo de la crítica

        En la reflexión teórica más reciente sobre la problemática de la alienación, en cualquier caso, se tiende a reconocer el lugar central que esta problemática ocupa en el pensamiento de Marx.

        Desde la perspectiva de un planteamiento de teoría crítica, Honneth ha vuelto sobre el problema de la peculiaridad del marxismo, no reconociendo que esta consista ni en una determinada tesis sociológica, ni en un peculiar método o una forma de ruptura epistemológica, sino en una perspectiva filosófico-histórica en la que se analiza la evolución social desde la lucha por el reconocimiento.

        En ese sentido, el paradigma del marxismo tendría como concepto central el de trabajo social, como el único que permite una peculiar estructura que vincula análisis de la sociedad con teoría de la emancipación, y en el que la teoría de la alienación permite un diagnóstico crítico normativo de la época.

        El concepto de trabajo social se presenta como condición constitutiva y decisiva de la sociedad, encerrando, además, un significado emancipatorio, vinculado fundamentalmente al componente expresivo inherente al mismo, y que Marx habría formulado en una inspiración, vía Hegel, en las teorías del romanticismo sobre la actividad del artista.

        Precisamente, los intentos contemporáneos de crítica salvadora del marxismo presentan la desventaja, frente al paradigma criticado, de que no logran una articulación entre los aspectos teórico-analíticos y práctico-emancipatorios peculiares a su estructura.

        La base de ese fracaso radica en no haber encontrado (en sus propuestas alternativas de teoría de acción colectiva, teoría de la cultura y teoría del poder) un sustituto del trabajo social que permita dar cuenta de esa doble dimensionalidad.

        Por su parte, Habermas ha planteado la contextualización del concepto marxiano de alienación en la problemática de la praxis. Desde la vinculación entre actividad productiva y racionalidad, la praxis es entendida como el motor de la autogeneración de la especie y encierra tres aspectos, el primero de los cuales es el estético-expresivo, caracterizado por la autorrealización creadora, la actividad autónoma.

        En 1º lugar, se apoya Habermas en el modelo normativo de la exteriorización y reapropiación de las fuerzas propias, interrumpido por el trabajo alienado. En 2º lugar, la praxis incluye un elemento moral, presente en el análisis de la autorrealización del capital en el proceso de intercambio de la fuerza de trabajo por salario. En 3º lugar, en cuanto actividad crítico-revolucionaria, se refiere a la acción histórica autoconsciente con que los trabajadores rompen el hechizo del trabajo muerto y se apropian de las fuerzas esenciales.

        Las dificultades teóricas que determinados contenidos tienen para mantenerse proceden, con relación al aspecto estético-expresivo, en el alejamiento de este modelo por parte del trabajo industrial, y por la no explicación de la conexión entre la racionalidad con arreglo a fines y la racionalidad como actividad autónoma.

        La autorrealización de capital se basa en la oposición abstracta entre trabajo muerto y trabajo vivo, que no da cuenta de la diferenciación estructural entre sistema económico y estado. Por último, la actividad crítico-revolucionaria se apoya en una teoría de la revolución que opera una desfiguración de relaciones sociales muy complejas.

        Dadas las dificultades que afectan al concepto de praxis, a juicio de Habermas no es posible seguir manteniendo una teoría de la alienación en los términos planteados por Marx. Praxis y alienación se insertan en el paradigma de la producción y, por tanto, dentro de la filosofía del sujeto, dominada por la presencia del modelo de relación de sujeto y objeto, cortada bajo el patrón de la relación objetivante con la naturaleza.

        Para dar cuenta de otras dimensiones de la racionalidad que no sean la meramente instrumental, es preciso dar paso al paradigma de la comunicación, en el que sería posible una explicación de la distinción entre reglas técnicas y reglas sociales.

        Ya desde ese modelo, el análisis de las relaciones entre mundo de la vida y sistema permite una especie de reformulación de la teoría de la alienación, ahora en términos de colonización del mundo de la vida.

c) Alienación actual

        La crisis general del marxismo en las últimas décadas ha afectado también al concepto y a la teoría de la alienación, cuyo aspecto de análisis científico-empírico, vinculado a una teoría de la sociedad, ha sido a menudo cuestionado desde el punto de vista económico.

        Por su parte, el aspecto de crítica a la sociedad burguesa encerrado en la alienación del trabajo, ha perdido parte de su aguijón crítico, certeza y dramatismo, en cuanto las nuevas formas del trabajo y el estado de bienestar pudieran amortiguar, en parte, los aspectos más escandalosos de la situación del trabajador del s. XIX descrito por Marx.

        Por otro lado, el nuevo lugar del tiempo de ocio y el enorme desarrollo del desempleo en las sociedades occidentales también ha coincidido en debilitar el aspecto negativo de la explotación del tiempo de trabajo subrayada por Marx.

        Las patologías de la sociedad moderna tienden a pluralizarse y ya difícilmente pueden todas ellas hacerse derivar, en última instancia, de la procedente del mundo del trabajo. Todo ello ha contribuido a restar centralidad al potencial crítico, tanto teórico como práctico, de la teoría de la alienación.

        Por otra parte, la teoría de la alienación de Marx se apoya en una antropología del hombre rico, total que, como modelo normativo, no ha dejado de tener presencia renovada en la filosofía contemporánea, por ejemplo en la contraposición entre ser y tener, desarrollada por Fromm.

        Hay una referencia histórica, en esa teoría, al romanticismo de autores como Herder, como han hecho notar Berlin o Taylor. En ese sentido, la teoría de la alienación viene a plantear una reflexión sobre el concepto de persona, en cuanto propone un modelo de hombre antípoda del desarrollado por la sociedad burguesa, dominada por el homo economicus.

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