8 de Mayo

Miércoles VI de Pascua

Equipo de Liturgia
Mercabá, 8 mayo 2024

b) Jn 16, 12-15

         En vida de Jesús, sus seguidores muchas veces no captaron bien lo que les decía, ni qué clase de mesianismo era el suyo, ni cómo se podía entender la metáfora del templo destruido y reedificado, ni por qué entraba en su camino la muerte y la resurrección, ni qué significaba la eucaristía que prometía...

         Efectivamente, Cristo era la verdad, y la verdad plena. Pero sus discípulos no eran capaces de entender eso, ni su inteligencia era capaz de captar esa verdad. De ahí que Jesús, a la vista de tal panorama, tenga que consolarles y darles unas palabras de ánimo. Son las que hoy les dirige: "Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, él os guiará hasta la verdad plena".

         Para entender la obra del Espíritu Santo basta recordar la maduración que supuso Pentecostés en la fe de Pedro y los suyos. No sólo en su fortaleza de ánimo y en su decisión, sino también en la comprensión de la persona y la doctrina de Jesús. ¿No ha sido todo el libro de los Hechos una prueba de cómo el Espíritu iba conduciendo a aquellas comunidades hacia esa verdad plena, por ejemplo en el aspecto de la universalidad de la salvación cristiana?

         El Catecismo de la Iglesia Católica presenta al Espíritu Santo como nuestro pedagogo y maestro, diciendo que cuando se proclama la palabra de Dios, "el Espíritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes la inteligencia espiritual de la palabra de Dios, quien pone a los fieles y a los ministros en relación viva con Cristo a fin de que puedan hacer pasar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan en la celebración" (CIC, 1101).

         Pues como repite el catecismo, "es el Espíritu quien da la gracia de la fe, la fortalece y la hace crecer en la comunidad" (CIC, 1102). En la liturgia de la Palabra, el Espíritu Santo "recuerda a la asamblea todo lo que Cristo ha hecho por nosotros, y despierta así la memoria de la Iglesia" (CIC, 1103).

         Es bueno recordar que en la comunidad cristiana la verdad, como la vida, siguen dinámicamente activas, en continuado progreso. Sin contentarnos nunca con lo ya conseguido. La actuación del Espíritu no se entiende tanto en el sentido de "verdades nuevas", sino de que la verdad tiene que profundizarse y adaptarse a las varias circunstancias de la historia, aunque conserve la identidad y la fuerza del evangelio de Jesús. El Espíritu sigue animando, guiando, iluminando: es el Maestro interior de todos los cristianos.

José Aldazábal

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         El mensaje de Jesús tiene consecuencias que los discípulos aún no sacan y horizontes que no pueden vislumbrar (v.12). Hay mucho terreno inexplorado en la verdad dé Jesús, que sólo irá siendo conocido a medida que la experiencia coloque a la comunidad ante nuevos hechos o circunstancias.

         El Espíritu Santo será el guía (v.13), pero no transmitiendo una doctrina nueva, sino explicando y aplicando el mensaje, y descubriendo en él virtualidades antes ocultas. Al mismo tiempo, irá interpretando la historia (lo que vaya viniendo) como dialéctica entre el mundo y el proyecto de Dios, y así irá guiando a los discípulos en su actividad en favor del hombre.

         Pero para acertar en lo que susurra el Espíritu, los discípulos han de estar atentos. Por una parte, a la vida y a la historia, y por otra parte a la voz del Espíritu (que es quien la interpreta). Esto será algo que hará el Espíritu para mayor gloria de Jesús (v.14), y tomando de lo suyo. Tomando de Jesús su mensaje (v.13), y comunicándolo de forma amorosa.

         La penetración del mensaje de Jesús, a través del Espíritu Santo, es la que hace posible la interpretación de la historia. Lo cual quiere decir que, sólo a través del amor (clave de la enseñaza de Jesús), es posible conocer el ser del hombre, interpretar su destino y realizar la sociedad humana.

         En efecto, Jesús posee en común con el Padre la gloria/amor que éste le ha comunicado (Jn 1, 14), y la plenitud del Espíritu (Jn 1,32; 17,10). Pero dicha relación Padre-Hijo no consiste en un posesión estática, luego este amor mutuo consiste en una relación dinámica, incesante y mutua, que hace de los dos uno (Jn 10, 30) e identifica su actividad.

         Jesús realiza así las obras del Padre (Jn 5,17.36; 10,25) y su designio creador (Jn 4,34; 5,30; 6,38-40). Por tanto, el criterio para interpretar la historia, basado en la sintonía con Jesús, se concreta en la realización del hombre, designio del Padre y expresión de su amor.

Juan Mateos

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         Día a día, y texto a texto, Jesús nos va enseñando en su evangelio quién es y qué puede en nosotros su divina enseñanza. En el caso concreto de hoy, nos habla de cómo el Espíritu "nos conduce hacia la verdad completa", "nos anuncia las cosas venideras" y "glorifica a Jesucristo". ¡Dios Santo, cuántas maravillas!

         Aprendamos algo de cada una de estas frases destacadas. Si el Espíritu nos conduce hacia la verdad completa quiere decir que hay un desarrollo o crecimiento en la verdad gracias a la acción del Espíritu en medio de la comunidad cristiana. Esta idea no es bien recibida por todos los cristianos.

         Hay quienes quisieran que todas las verdades estuvieran en algún versículo de la Biblia, porque predican la Sola Scriptura, de modo que no quieren admitir como cierta una cosa si no está en algún versículo bíblico, con lo cual, según vemos, contradicen a la misma Biblia. Esto no quiere decir que cualquier cosa pueda ser admitida como parte de nuestra fe, sino que indica que Dios, que obra en la Iglesia, no nos revelará la verdad completa sino en la Iglesia.

         Si el Espíritu nos anuncia las cosas venideras, debemos entender que nuestra esperanza no se sostiene solamente en las palabras que hemos escuchado, ni solamente en el testimonio del pasado. La Iglesia es, por tanto, un organismo vivo, que necesita alimento vivo para avanzar hacia su meta y llegar al encuentro definitivo con Cristo esposo.

         Esta idea no es bien recibida por todos los católicos, y hay algunos que piensan que cualquier palabra inspirada que parezca provenir del cielo es alucinación, manipulación, histeria o sugestión. Y se olvidan del importante lugar que Pablo otorga al ministerio de los profetas en el NT.

         Si el Espíritu glorifica a Jesucristo, es porque la Iglesia necesita crecer en adoración.

         De igual manera, esta idea no es bien recibida por todos los creyentes, y hay quienes quieren ver en la Iglesia sólo una institución humana que debe cambiar el rostro de la distribución de la riqueza o del potencial laboral. O incluso quienes quieren ver en la Iglesia sólo un modo de mantener el nivel moral en la sociedad.

         Hay que aprender que la Iglesia tiene, entre sus deberes, y como el que más, glorificar a Jesucristo, alabar su misericordia, ponderar sus maravillas, cantar sus grandezas, elogiar su hermosura, gozarse en su Palabra y anhelar contemplar su rostro por la eternidad.

Nelson Medina

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         Hoy Jesús nos abre los ojos para que nos demos cuenta que, con demasiada frecuencia, hacemos las cosas al revés. Y por eso nos dice que "el Espíritu de la Verdad os guiará hasta la verdad completa" (v.13), hacia aquello que el Padre ha dado a conocer al Hijo.

         Esto es curioso, pues más que dejarnos guiar por el Espíritu (el gran desconocido en nuestras vidas), lo que nosotros hacemos es pasar de él, o imponerle las cosas una vez ya hemos tomado nuestras decisiones. Y lo que hoy se nos dice es más bien lo contrario: dejar que él nos guíe.

         Vuelvo a leer el evangelio de hoy, y me vienen a la cabeza los chicos y chicas que recibirán la confirmación este año. Veo los que me rodean y estoy tentado a pensar: ¡Qué verdes están! ¡A estos chicos tu Espíritu no les va ni por delante ni por detrás, y más bien se dejan guiar por todo y por nada! Pero no debería ser así. Así, pues, Señor, haznos instrumentos eficaces de tu Espíritu, para llegar a ser contagiadores de tu verdad, para intentar guiar y acompañar, para ayudar a abrir los corazones y los oídos de quienes nos rodean.

         "Mucho tengo todavía que deciros" (v.12), nos recuerda Jesús. ¡No te retengas, Señor, en dirigirnos tu voz para revelarnos nuestras propias identidades! Que tu Espíritu de Verdad nos lleve a reconocer todo aquello de falso que pueda haber en nuestras vidas y nos haga valientes para enmendarlo. Que ponga luz en nuestros corazones para que reconozcamos, también, aquello que de auténtico hay dentro de nosotros y que ya participa de tu verdad. Que reconociéndolo sepamos agradecerlo y vivirlo con alegría.

         Espíritu de Verdad, abre nuestros corazones y nuestras vidas al evangelio de Cristo, y que sea ésta la luz que ilumine nuestra vida cotidiana. Espíritu defensor, haznos fuertes para vivir la verdad de Cristo, dando testimonio a todos.

Santiago Collell

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         Seguimos leyendo los discursos de despedida de Jesús contenidos en el evangelio de Juan, en los cap. 14 al 17. En los 4 versículos de la lectura evangélica de hoy, Jesús ilustra a sus discípulos sobre el papel que jugará en sus vidas el Espíritu Santo, aquí designado por Jesús como "Espíritu de la Verdad". Efectivamente, él completará la formación, pues Jesús reconoce que no les ha dicho o enseñado todo, porque no pueden cargar con ello todavía.

         Seguramente, las primitivas comunidades joánicas (entre las cuales circuló el 4º evangelio) experimentaban la luz del Espíritu que los iba llevando a una cada vez más profunda comprensión del mensaje de Jesús, que les ayudaba a superar las dificultades y a resolver los no pocos problemas que se les presentaban (de entendimiento con otros grupos, de persecución por parte de judíos y paganos, del ritual a seguir en las celebraciones sacramentales...). A medida que la comunidad iba sorteando todos esos problemas, iba experimentando la acción, en ella, del Espíritu de la Verdad.

         Ese Espíritu no era otro del que es mencionado como Ruah (lit. Aliento) de Dios en el AT, a quien se atribuía la recreación del mundo, la inspiración de los profetas, la sabiduría de los gobernantes, la habilidad de los artesanos y las enseñanzas de los sabios. Era el Espíritu que el profeta Joel había anunciado para los últimos tiempos, no ya reservado a unos pocos sino dado sin medida a todo el pueblo de Dios (Jl 3, 1-5).

         En Juan, dicho Espíritu es llamado varias veces "Espíritu de la Verdad", no porque Jesús tenga de él una concepción intelectualista, sino porque la verdad es, en el 4º evangelio, sinónimo de la fidelidad de Dios, de su misericordia amorosa y de los demás atributos de su ser.

         Jesús insiste en que el Espíritu Santo transmitirá a los discípulos el conocimiento íntimo de Dios, del Padre omnipotente y de su Hijo Jesucristo, con los cuales él está en íntima comunión. Sus palabras son las de Dios, sus inspiraciones proceden de Dios, y él mismo es Dios. Por medio suyo la palabra de Cristo que es la Palabra misma de Dios, se mantendrá viva y operante entre los discípulos a lo largo de los siglos. Así lo ha experimentado la Iglesia y así lo experimentamos nosotros, cuando vivimos de manera activa y comprometida nuestra fe de cristianos.

Confederación Internacional Claretiana

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         Jesús se despide hoy de sus discípulos, porque sabe que debe irse. Pero lo hace sin amargura, y con conciencia de que no le ha dado tiempo a decírselo todo a sus discípulos. Cree que a lo mejor pudo haber hecho cosas más bellas de las que había dicho, sin embargo, se va convencido de que detrás de él vendrá el Espíritu, el cual llevará a plenitud su obra. Luego lo que sea comunicado por cualquiera de los tres será de todos. Jesús deja que el Espíritu haga lo que le corresponde, y que sea él quien concluya su tarea.

         Como se ve, Jesús se muestra cuidadoso frente a sus discípulos, a la hora de entregar su Espíritu Santo. De hecho, su anuncio lo ha dejado para el final. ¿Y por qué? Porque para poder recibirlo han de haber madurado antes en la fe, y haber sido capaces de estar dispuestos a morir por estas enseñanzas y vivencias compartidas con Jesús.

         Por otra parte, Jesús deja a sus discípulos una gran lección: la de ser capaces de no hacerlo todo, y dejar algo para el que venga detrás. Es decir, la de saber apartarse y dejar que las propias propuestas sean completadas por otro. Tal actitud nos sirve de ejemplo, y al igual que Jesús, también nosotros deberíamos ser capaces de aceptar nuestras limitaciones, y de aceptar que cualquier otro puede hacer mejor que nosotros la tarea.

         El evangelio de hoy nos recuerda la profunda unidad entre el tiempo de Jesús ("en este momento") y el tiempo del Espíritu ("cuando él venga"). La mayoría de seguidores de Jesús no hemos conocido a Jesús en su existencia histórica. Sin embargo, ahí estamos, porque la comunidad de Jesús no fue completada por él en su vida terrena, sino por el Espíritu Santo a lo largo de los siglos.

Servicio Bíblico Latinoamericano

 Act: 08/05/24     @tiempo de pascua         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A