DARWIN
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Córdoba, 1 mayo 2021
Juan M. Bajo, catedrático de CC. Naturales

            El presente artículo gira en torno a la obra principal del aficionado inglés Darwin, o teoría de Darwin y Wallace sobre la descendencia con modificación. Una teoría que fue publicada oficialmente por 1ª vez (a nombre de los dos) en 1858, pero que Darwin publicó a título personal en 1859 bajo nombre de On the Origin of Species by Means of Natural Selection, o The Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life (el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida).

            Aclaramos que partimos de una visión materialista de la ciencia, la cual supone que el desarrollo de un paradigma está limitado, o constreñido, a las formaciones sociales y económicas que lo sostienen.

            A modo de ejemplo, los limites de la ciencia griega estaban dados, en gran medida, por la estructura social y económica que sostenía al mundo helénico. Así, nos encontramos con que el ordenamiento sistemático y jerárquico (scala nature) de los distintos organismos que hizo Aristóteles significo un gran avance científico, y sirvió de base al naturalismo moderno.

            Contradictoriamente, el mundo natural (el cosmos aristotélico), salvo por la causa o motor inicial, era estable e inmutable y aceptaba jerarquías naturales (las cuales trasladaba, sin cuestionar, al orden social, en este caso una sociedad jerárquica basada en la mano de obra de miles de siervos y esclavos). Luego veremos como esto, lo de asociar mecánicamente categorías de la naturaleza a la sociedad, se repite a lo largo de la historia.

            Valga entonces esta pequeña introducción para comprender algo que muchos historiadores de la ciencia, filósofos de la ciencia o biólogos teóricos en general, suelen pasar por alto cuando analizan un paradigma o el desarrollo de una idea científica: “la dependencia científica de la sociedad respecto a la formación económica, social y política que la sustenta, o bien, las causas reales que liberan o constriñen un pensamiento[1].

a) Precedentes del evolucionismo

            El clásico pensamiento catastrofista de la creación ya había sido derrotado con la visión uniformista de la naturaleza del escocés Hutton (+1797) y los trabajos de Lyell (+1875), padre de la geología moderna y coleccionista de fósiles.

            La existencia de formas de vida muy antiguas que sobreviven junto a otras mucho más nuevas tiró por tierra las ideas catastrofistas de sucesivas creaciones. Pero bien cabe preguntarse: ¿por qué algunas formas sobreviven y otras no? Recurrir a tanto capricho de la creación se aleja enormemente del principio de parsimonia y el método científico en general. Cuvier fue finalmente derrotado.

            Tal como demuestra un excelente trabajo documental reciente de Wulf[2], Humboldt es el padre de la visión evolucionista de la naturaleza. Lamarck y Saint Hilaire serán subsidiarios de esta concepción del mundo. También Darwin dirá en su Autobiografía (ca. 1877) que el libro que más influencia ejerció sobre él fue el Personal Narrative de Humboldt. De hecho, el mismo Darwin reconoce en su obra las influencias de Humboldt, y su visión organicista y holística de la naturaleza. Pues como señala Wulf:

“Humboldt enseñó a Darwin a investigar el mundo no desde el punto de vista claustrofóbico de un geólogo o un zoólogo, sino desde dentro y desde fuera. Ambos tenían la rara habilidad de centrarse en el detalle mas pequeño (desde una brizna de liquen hasta un escarabajo diminuto) y después retroceder y salir a examinar las pautas comparativas globales”[3].

            Una flexibilidad de perspectiva (la de Humboldt) que, años más tarde, permitiría a Darwin y Wallace entender el mundo de forma totalmente nueva, con panorámica telescópica y visión microscópica celular, recorriendo el tiempo desde el lejano pasado geológico hasta la futura economía de las poblaciones indígenas.

b) Teoría de la Evolución de Darwin

            La teoría evolucionista de Darwin es, tal como diría el materialista alemán Buchner, “muy sencilla, a pesar de lo complejo de su objeto. Lo admirable es que la naturaleza con agentes relativamente tan débiles como imperceptibles, haya podido producir tamaño resultado, entre otras cosas nosotros mismos”[4].

            Darwin resume ya en el extenso titulo de su Origen de las Especies el aspecto central de su teoría: “la producción de las especies merced a la selección natural, o merced a la conservación de las razas realizada en la lucha por la existencia”.

            La obra máxima de Darwin se centra en 4 aspectos[5]:

-la lucha por la existencia,
-la formación de las variedades y la modificación de los individuos,
-la transmisión hereditaria de esas modificaciones o descendencia,
-la selección por la naturaleza de algunos de todos esos individuos modificados que se encuentran con una superioridad, selección que se opera gracias a la lucha por la existencia.

Lucha por la Existencia

            En la base de la arquitectura de la teoría darwinista se encuentra el 1º elemento mencionado: la lucha por la existencia. Darwin veía, en lo que una persona común y corriente podría visualizar solo como estampa idílica de paz y sosiego, por ejemplo en un bosque de pinos aledaño a un plácido lago, una lucha dramática por la supervivencia. Sean brotes de hierba compitiendo por la luz del sol, sean roedores luchando por un mejor bocado.

            Esta idea trata de sostenerse a su vez en que los recursos disponibles siempre son menores al máximo potencial reproductivo (lo que sostenían Steuart en 1767, y Malthus en 1817). Los ejemplos de organismos como los elefantes que pese a tener una muy baja tasa reproductiva llenarían el planeta de vástagos tan solo en un par de siglos, si tuvieran los recursos necesarios, son comunes en el libro de Darwin. Pero esta simple observación tiene sentido si se articula con el concepto de descendencia.

            En efecto, ya Humboldt y también su gran amigo, el botánico y revolucionario Bonpland, habían dado ejemplos de cómo en Paraguay, a diferencia de otras latitudes americanas (pampas argentinas), los toros, caballos y perros no pasan al estado salvaje por la competencia indirecta, ligada al clima del lugar, que establecen otras especies como insectos parásitos que pueden perjudicar tanto la reproducción como la supervivencia de las crías.

            Darwin señala que la naturaleza siembra gérmenes y semillas con mano prodiga, pero que en una inmensa cantidad no llega a su desarrollo. Sin cesar perecen millones: “La abundancia y serenidad llaman sobre todo nuestra atención pero bajo esas exterioridades se agita una lucha incesante, a la que están encadenadas todas las fuerzas de aniquilamiento y destrucción”[6].

            Se comprende que, en ese combate general por la existencia, los individuos, las especies y las razas, que tienen más suerte para llevarse la victoria, es decir, de asegurar su conservación son aquellas que se diferencian de sus competidores por alguna particularidad (sobre este punto deberemos volver más adelante), alguna ventaja corporal o de ingenio.

            Estas propiedades o ventajas pueden ser de mil clases, como el vigor, la fuerza, el tamaño o la pequeñez, la naturaleza de los medios de ataque y defensa, el color, la belleza, la rapidez, la aptitud para soportar privaciones, la habilidad para procurarse el alimento, la inteligencia para sortear un peligro que amenaza... Son para la especie mayor fecundidad[7].

            Darwin nos habla de aptitudes y de competencia lo cual resultará en una adaptación, en mayor o menor grado al ambiente. Este es un mérito genuino de Darwin el de separar al organismo del ambiente, el cual en su momento constituyó un paso enorme en el camino del conocimiento como también lo fue la separación cartesiana de sujeto y objeto. Darwin brinda, a modo de pruebas, numerosos ejemplos de adaptaciones y competencia intra e inter específica.

            Por otra parte, la competencia no alcanza su máxima intensidad sino entre las especies que entre sí tengan la mayor afinidad, porque esas especies se encuentran en un campo de conquistas comunes; por el contrario va apaciguándose a medida que las especies difieren más, y también concluyen por cesar por completo, aquí Darwin cita como ejemplo sus observaciones sobre los pinzones de las islas Galápagos.

            Cuanto mas antigua es una forma, es menos vigorosa y se encuentra en peor estado para resistir a sus rivales mas jóvenes y mas fuertes, que en la lucha se han apropiado las formas que mejor respuesta daban a los cambios que sobrevenían a las condiciones de vida[8].

            Cualquier forma una vez vencida o despojada, no puede, nunca reaparecer, teniendo en cuenta que ya no puede tampoco sostener la concurrencia o competencia. Para ilustrar este relato, Darwin se vale de ejemplos extraídos de su propio diario de viajes y de la información brindada por una red de naturalistas muy activa y de alcances globales.

            Pero no todos los ejemplos que dio fueron acertados, como bien señaló Haeckel, uno de sus principales defensores:

“Darwin ha citado ejemplos inadecuados al lado de ejemplos justamente escogidos. La lucha por la existencia se limita a la rivalidad de los distintos organismos que se disputan la satisfacción de sus comunes necesidades. En cuanto a la lucha contra las exigencias, aun las de la vida no tiene por resultado excluir los seres, y sí solamente amoldarlos a sus exigencias. Aceptando dos tipos de lucha una activa y otra pasiva”[9].

            Ahora bien lo anterior entonces se resume como la lucha por la existencia, resta explicar los otros tres aspectos: la aparición de las variedades, la transmisión hereditaria y la fijación por obra de la selección natural.

Formación de las Variedades

            El Principio de Formación de las Variedades descansa según Darwin en que todos los seres orgánicos tienen una tendencia a modificarse dentro de ciertos limites y en sentido inverso es decir, a separarse del tipo de los seres que lo produjeron por alguna particularidad, ya sea en la figura, la fuerza, el color, tamaño, configuración de un grupo de órganos...

            Pero todo eso si los renuevos jamás se parecen completamente a sus progenitores. Porque siempre hay una diferencia, por pequeña que sea, y la mutabilidad en ciertos limites es una ley que se aplica a todos los organismos. Darwin parte del principio de que todo descendiente no es exactamente igual a su progenitor, la heredabilidad no es perfecta en ningún caso porque no produce ni seres muy distintos ni exactamente iguales.

            El resultado es la producción de variedades, algo que Darwin había observado en el mejoramiento por selección artificial de diferentes razas de animales y plantas en estado domestico. Aquí tenemos un ejemplo de como el desarrollo capitalista industrial en Inglaterra, que se produce gracias al latifundismo, los monocultivos (como el trigo o la papa) y el desarrollo, también en términos industriales, de la ganadería (bovina, ovina, porcina) había puesto de moda el interés por la producción de variedades domesticas. Esto actuaría reflejándose de forma positiva en el pensamiento de Darwin. Tomo esos procesos de selección artificial para desarrollar su concepto de selección natural.

            Este hecho de la producción de variedades para Darwin es el punto de partida de la producción de nuevas especies. Así como Marx habla de una formula (dinero-mercancía-dinero) en la producción del capital, Darwin nos habla de un circulo (especie-variedad-especie) en la producción de nuevos tipos.

            Para Darwin la aparición de una nueva especie resulta de la concentración en un solo tipo de las propiedades de distintos individuos por vía de herencia, durante una larga serie de numerosas generaciones. Las variedades no son, pues, en la idea de Darwin mas que especies que surgen o que comienzan; y las mismas especies no son mas que las variedades expresadas en distinto modo y que se han convertido en permanentes.

            Pero al poco tiempo de la publicación del Origen de las Especies algunos advertían que eso no siempre sucede necesariamente así, pues como explica Buchner:

“Muy a menudo, en la mayoría de los casos, las mismas modificaciones se producen uniformemente con el transcurso de los anos, tanto en lo referente al crecimiento como en la mezcla constante de los mismos individuos. Esto es lo que sucede en los sitios donde las condiciones exteriores de la vida, el clima, el suelo, el alimento, el aire, la distribución de la tierra firme y de las aguas... o bien no varían, o cuando menos no se modifican esencialmente. Lo contrario ocurre cuando los cambios permiten en esas condiciones aparecer y ejercer su fuerza a la selección natural en la lucha por la existencia”[10].

            La tendencia a la variación que exhiben los organismos era un hecho por demás evidente como para ser negado incluso por los adversarios del pensamiento evolucionista darwiniano. Ellos pretendieron atenuar los alcances de esa tendencia a punto que sostenían que los efectos solo se hacían notar en aquellos rasgos externos y no esenciales del individuo como el color, la piel, los tamaños... y que nunca esa tendencia llega a amenazar el fondo mismo de la organización.

            Darwin respondió que semejante aserto es falso y brindo suficientes pruebas de que partes esenciales si se modifican. Darwin además se apoyaba en el hecho de que la distinción entre especie y variedad, distinción de la que depende la cuestión, es científicamente imposible. Las divergencias que se producen en los naturalistas sobre estos dos conceptos (especie y variedad) son importantes e infinitas pudiendo solo ser resueltas (en época de Darwin) por el Criterio de Fecundidad.

            Darwin señala en su defensa lo difícil que resulta establecer un criterio valido para definir una especie, y alude a que ya el botánico Watson clasificaba 182 especies vegetales inglesas dentro de un grupo, así como Hooker establecía 251 especies dentro del mismo genero:

“Los botánicos cuentan actualmente de 8.000 a 15.000 especies distintas de plantas; la idea especie esta, pues, por completo sin determinar, y esto es así porque el campo de nuestra experiencia esta demasiado limitado en el tiempo, en el que no podemos comprobar directamente la transmutación de las especies”[11].

            Haeckel añadirá que por mejoramiento artificial se obtiene a menudo, en los animales y las plantas domesticas, variaciones mas importantes que las diferencias naturales, apreciadas como suficientes por los naturalistas para servir de base lo mismo que a especies como a géneros[12].

            Otros contemporáneos de Darwin también dirán que a medida que la ciencia se ensancha la idea de especie pierde terreno, lo cual les hacia pensar que la noción de especie era una simple abstracción del espíritu humano. Para muchos, la noción de variedades solo importaba a los clasificadores de la vieja escuela linneana.

            Sin embargo, en esas variedades Darwin encontraba el verdadero apoyo a su teoría, ya que señalaban el punto de partida de la formación de nuevas especies. Además, pensaba que no todas las variedades podían convertirse en nueva especie ya que buena parte de ellas debían desaparecer como consecuencia de la selección natural. Haeckel por su parte creía que no todas las especies tenían idéntica capacidad de mutación o transformación.

            Actualmente, los biólogos evolucionistas hablan tanto de constricción evolutiva (tomando la Teoría de Canalización del Desarrollo de Waddington[13]) como de una disminución de la variabilidad interindividual, mediante estabilización del desarrollo e incremento de la reproductibilidad del fenotipo[14].

            En otras palabras, durante los procesos de crecimiento y desarrollo de un organismo existe una plasticidad fenotípica (características observables de un organismo que pueden ser modificadas por la acción directa del ambiente) que da por resultado cierta homogeneidad en la formas que se observan.

Transmisión de las Modificaciones

            El Principio de Transmisión Hereditaria (o heredabilidad, del latín atavus y que significa antepasado) indica que todas las cualidades distintivas de la especie tienden a transmitirse, es decir a pasar a la descendencia. Este principio era reconocido mucho antes de Darwin, pero no se lo había comprendido bastante para medir todo su alcance filosófico.

            Una década antes de la publicación del Origen de las Especies, el médico alemán Virchow ya había emitido la opinión de que la herencia era una cuestión central en la filosofía de la naturaleza. Sin embargo, Virchow se ahogaba en un mar de contradicciones a la hora de definirse por la evolución y la selección natural.

            También Haeckel se había ya definido en ese sentido, en una Morfologia General de los Organismos en la que había dicho que “la evolución completa de un individuo es un encadenamiento continuo de los movimientos moleculares del plasma activo, que gracias a su infinita tenuidad se vuelven a encontrar en el huevo y la semilla con su estructura molecular y su constitución atómica, para explicar los fenómenos infinitamente variados y complexos de la herencia”[15].

            Ante su falta de evidencias, Darwin se vio obligado a recurrir a esas explicaciones (ya existentes en la ciencia británica), a la hora de defender sus hipótesis. E incluso no dudó en recurrir a la Hipótesis del Preformacionismo (corriente del pensamiento que sostiene que un organismo ya esta preformado como por ejemplo el hombre que deriva de un homúnculo u hombrecito en miniatura que luego se expande).

            Se trata de una explicación, y de toda la hipótesis a nivel general, en que Darwin se ve forzado a recurrir a la especulación y metafísica, no aportando ni un sólo sustento material. La Hipótesis de las Gémulas, que propuso Darwin a forma de resumen, era que “cada parte del cuerpo formaba copias microscópicas de sí misma (gémulas), que viajan en el torrente sanguíneo para ensamblarse en las gónadas”[16]. Un enjambre de ensoñaciones (de Darwin) que años después tendrá que poner a raya un monje benedictino (Gregor Mendel), cuando en 1865 lance sus Leyes de la Genética y ponga orden científico a las leyes de la herencia animal y humana.

Selección Natural de las Modificaciones

            El último aspecto de la teoría es el que va a constituirse como la bóveda de la arquitectura darwiniana. Vale aclarar que esta analogía de la obra de Darwin con la arquitectura de una catedral, que Gould y Lewontin utilizaron en su crítica al programa adaptacionista[17], fue utilizada 160 años antes por Buchner (en una de las mejores defensas del darwinismo, quizás, de todos los tiempos).

            Pero más allá de la autoría y antigüedad de la misma tiene valor para explicar lo que a modo de cimiento sostiene la teoría (variabilidad y lucha por la existencia-competencia) y lo que es singular en ella, el techo o bóveda, en este caso constituido por la selección natural. Darwin señalaba respecto a la selección que la misma no obra sino en tanto que las variaciones, que son hereditarias, revistan en el individuo cierta significación en la lucha por la vida.

            Esas alteraciones individuales pueden presentar necesariamente uno de los tres caracteres siguientes: o bien son útiles para al tipo comprometido en la lucha, o bien le perjudican, o bien le son indiferentes. En el ultimo caso es nula su significación y le importa poco que se sostengan o se pierdan. Si son perjudiciales, es la misma cosa, porque entonces la única alternativa es, la destrucción del individuo o la desaparición de la propiedad que le era funesta.

            Pero el resultado cambia cuando la variación resulta útil al individuo: le asegura desde luego una determinada ventaja sobre sus hermanos y rivales en el combate por la vida, dicho de otra manera, ventajas todas que beneficiaran a sus descendientes, porque esta nueva propiedad se transmitirá y desarrollará poco a poco, gradualmente, con la continuación de los anos y siguiendo el curso de las generaciones.

            Para Darwin todas las fases del combate por la vida se revelan como otros tantos esfuerzos del individuo para desenvolver, para atraer, para perfeccionar alguna cualidad útil, y fijarla, en consecuencia, poco a poco, por medio de la herencia. Se comprende que un solo éxito no basta para motivar la aparición de una nueva especie, y que es menester una innumerable sucesión, en la que los efectos se acumulan gradualmente durante largos años y siguiendo numerosas generaciones.

            Sobre todo se comprende la importancia de esta ultima condición, pues “mas de cien, mas de mil, mas de 10.000 generaciones en ciertos casos pueden agitarse con esa tarea”[18], o como sigue argumentando Buchner:

“Lejos de ver en esto un lado defectuoso de la teoría, es preciso, por el contrario, reconocer, el sello de su excelencia, atendido que el tiempo, es, sin contradicción, el elemento que menos falta hace en la historia de nuestra tierra y en sus formaciones. El vértigo nos acomete ante la sola consideración del numero prodigiosos de anos que representan, según los cálculos de la ciencia, las diversas formaciones geológicas. Al lado de esas duraciones nuestra existencia apenas aparece como un instante”[19].

            Darwin aquí se apoya firmemente en Lyell que como señalamos había liquidado al bando catastrofista con su Principios de Geología (ca. 1830) basada en el uniformismo de Hutton, y ciertas concepciones de Humboldt, para demostrar que sobre el relieve y paisaje modernos actuaban los mismos elementos que lo habían moldeado también en los tiempos pretéritos.

            La antigüedad de la Tierra era considerada mucho mayor que lo que decían las Sagradas Escrituras. Y eso a Darwin le alcanzaba para que su concepto de selección natural pudiese actuar. La selección natural, actuando persistentemente en forma gradual, se constituye así en la bóveda de la estructura teórica del darwinismo.

c) Reacción popular ante la obra de Darwin

            Proferimos para empezar algunos párrafos de Carter, con motivo del I centenario de la publicación del Origen de las Especies:

“Darwin tuvo suerte, no solamente por la atmósfera general que existía cuando el escribió, sino también por escribir en una época en la que por fortuna el publico iba a interesarse en su obra y que, además estaba lo suficientemente informado como para comprenderla y apreciarla. En 1876 Darwin había vendido 16.000 ejemplares solo en Inglaterra, y esto demuestra que no fue leído solamente por los profesionales biólogos, sino también por gran parte del publico profano de nivel superior. Probablemente lo leyó mas gente que lo hubiera hecho en cualquier época anterior o posterior. Hoy día 16.000 ejemplares no son una gran cifra de venta para un libro considerado popular, pero es dudoso que se vendieran hoy día tantos ejemplares de un libro sobre la teoría de la evolución tan denso, como lo era el de Darwin”[20].

            Cuando este autor se refiere a la atmósfera social tenemos que llevar a nuestra mente las imágenes de un capitalismo social en ascenso y pleno desarrollo que a la par de las injusticias sociales, libera fuerzas productivas por todo el orbe instalando una idea de progreso sin fin. En este sentido el libro de Darwin sirvió a los apologistas de la burguesía industrial en su afán de desarrollo social y económico, la sociedad capitalista progresa, evoluciona, con el tiempo.

            El aumento de la riqueza que siguió a la revolución industrial además formó una clase adinerada que tenía suficiente tiempo libre como para aumentar su interés por temas de la naturaleza, interés que aumentaba a medida que la ciencia se ponía de moda.

            Ese interés también se había originado en gran medida por obras como las de Humboldt, quien con sus libros Personal Narrative of Travels (ca. 1815) y Cosmos (ca. 1845) logró no solo un gran éxito de ventas, en todo el mundo, sino trasladar al numeroso público una nueva concepción de la naturaleza, holística y organicista[21]. Muchas señoritas de la sociedad victoriana tomaban por ejemplo clases de Biología Marina[22].

d) Reacción científica ante la obra de Darwin

            Darwin demoró la publicación de su obra, hasta que se sintió apremiado por la famosa carta que recibió de Wallace, porque intuía que produciría cierta conmoción en la comunidad científica. La demora fue necesaria según él a los fines de reunir la mayor cantidad de evidencia posible y sobre todo para prevenir las críticas que pudieran surgir a la misma.

            Esto quizás Darwin lo haya hecho, más que por temor a críticas, él ya era autor de trabajos importantes y sentía el respaldo de los naturalistas más eminentes, a la necesidad de aplicar un principio de la dialéctica, nada se conoce sino es por su opuesto, a su trabajo. Darwin intentó siempre llevar el razonamiento hasta el final, desarrollando lo que en apariencia se muestra como contradictorio y abandonando a la par cualquier dogmatismo.

            A nivel general, la oposición de la mayoría de científicos fue patente, y en bloque rechazaron una teoría de la evolución referida al ser humano. El propio Lyell nunca estuvo convencido del todo, y cuando a regañadientes la aceptó, negó que pudiera incluirse en la misma al hombre. La mayor parte de los biólogos de la vieja escuela y muchos de sus discípulos más jóvenes se opusieron al pensamiento darwiniano y algunas de las críticas que hicieron fueron realmente importantes. Veamos algunas de ellas:

            1ª crítica. La evolución que se supone en paleontología y la vida natural como una línea de transformación gradual, continua y a menudo dirigida, también requiere una coordinación de cambios en muchas partes del cuerpo; una parte no puede cambiar sin que existan cambios en muchos órganos, para que el organismo siga siendo viable. Darwin atribuye los cambios a variaciones casuales, y la selección natural puede ser capaz de originar una dirección persistente a los cambios basados en esas variaciones, pero en su teoría Darwin no explica cómo se produce la coordinación.

            2ª crítica. Muchos criticaron que Darwin, al formular la selección natural, no había dado un principio directo de la evolución, sino solamente unos medios por los cuales sus fallos se eliminaban. Esto, que es verdad, fue reconocido posteriormente por Darwin. La base de la evolución se encuentra en la herencia de las variaciones y sobre ésto, él mismo admitió que sabía muy poco.

            3ª crítica. Muchas de las críticas que recibió de Alemania derivaban de las opiniones que allí existían acerca de la biología todavía muy influenciada por los formalismos y estructuras de la Natur-Philosophie. Ellos insistían con la búsqueda de un plan oculto en la naturaleza de los organismos, en vez de interpretar la vida del organismo con sus condiciones externas.

            Otras críticas fueron menos relevantes, algunas referidas a casos de selección sexual. Pero nada de eso logró impedir que a partir de Darwin la biología pudiera erigirse como verdadera ciencia independiente en pie de igualdad con la física y la química.

            Es más, con Darwin la biología logró superar los modelos mecanicistas cartesianos por un paradigma mayor que los contiene: el llamado del organicismo, el cual aún tiene plena vigencia y lo hemos heredado de Humboldt y Darwin. Además, desde los tiempos de Copérnico no ocurría semejante revolución. En esencia, Darwin modifica el lugar del hombre en la naturaleza. Ese es su principal legado.

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  Act: 01/05/21       @fichas de filosofía            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A  

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[1] cf. LABASTIDA, J; Producción, Ciencia y Sociedad: de Descartes a Marx, ed. Siglo XXI, Mexico 1969.

[2] cf. WULF, A; La Invención de la Naturaleza. El Nuevo Mundo de Alexander Von Humboldt, ed. Taurus, Buenos Aires 2016.

[3] cf. WULF, A; op.cit.

[4] cf. BUCHNER, L; Science et Nature. Essais de Philosophie et de Science Naturelle, ed. Germer Bailliere, París 1866.

[5] cf. BUCHNER, L; op.cit.

[6] cf. DARWIN, C; On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, ed. Jhon Murray, Londres 1859.

[7] cf. BUCHNER, L; Science et Nature. Essais de Philosophie et de Science Naturelle, ed. Germer Bailliere, París 1866.

[8] cf. DARWIN, C; On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, ed. Jhon Murray, Londres 1859.

[9] cf. HAECHEL, E; Historia de la Creación de los Seres Organizados según las Leyes Naturales, ed. Prometeo, Valencia 1868.

[10] cf. BUCHNER, L; Science et Nature. Essais de Philosophie et de Science Naturelle, ed. Germer Bailliere, París 1866.

[11] cf. DARWIN, C; Memorias y Epistolario Intimo, ed. Elevación, Buenos Aires 1946.

[12] cf. BUCHNER, L; Science et Nature. Essais de Philosophie et de Science Naturelle, ed. Germer Bailliere, París 1866.

[13] cf. WADDINGTON, C; The Nature of Life, ed. Scientific Book Club, Londres 1961.

[14] cf. GALLARDO, M; Evolución: el Curso de la Vida, ed. Medica Panamericana, Buenos Aires 2011.

[15] cf. HAECHEL, E; Historia de la Creación de los Seres Organizados según las Leyes Naturales, ed. Prometeo, Valencia 1868.

[16] cf. GALLARDO, M; Evolución: el Curso de la Vida, ed. Medica Panamericana, Buenos Aires 2011.

[17] cf. GOULD, S.J; LEWONTING, R.C; “The Sapndrels of San Marco and the Panglossian Paradigm; a critique of the Adaptacionist Program”, en Royal Society of London, CCV (1979), pp. 581-598.

[18] cf. BUCHNER, L; Science et Nature. Essais de Philosophie et de Science Naturelle, ed. Germer Bailliere, París 1866.

[19] cf. BUCHNER, L; op.cit.

[20] cf. CARTER, G.S; Cien años de Evolución, ed. Taurus, Madrid 1959.

[21] cf. WULF, A; La Invención de la Naturaleza. El Nuevo Mundo de Alexander Von Humboldt, ed. Taurus, Buenos Aires 2016.

[22] cf. CARTER, G.S; Cien años de Evolución, ed. Taurus, Madrid 1959.