DEMÓCRITO Madrid,
1 septiembre 2024 Demócrito de Abdera (460-370 a.C) fue, junto a su maestro Leucipo, el primero en proponer un estricto universo material, movido por sí mismo (por los átomos que lo conforman) y no por ese otro mundo espiritual (Dios, alma, espíritus...), el cual también existe y es necesario (sobre todo a nivel antropológico y ético). También fue Demócrito el primero en proponer la luz propia de las estrellas, así como dejó sentado el germen de la propia teoría de la evolución, al afirmar que “un acontecimiento lleva al siguiente, de forma natural”. a) Vida y Obra Perteneciente a la aristocracia tracia, y principal discípulo de Leucipo, adquirió pronto Demócrito una buena formación filosófica (según algunos, de Anaxágoras). Una vez fallecido su padre, decidió abandonar su patria para iniciar una serie de viajes por el mundo. Pasó 5 años en Egipto estudiando matemáticas, otros 5 años en Babilonia aprendiendo teología de sus monjes (según Diógenes Laercio), y otra serie de años en Persia aprendiendo astronomía. Una vez de vuelta, se dedicó a profundizar sus estudios y a investigar el mundo natural, poniendo por escrito todos sus resultados. El gramático alejandrino Trasilo de Mende ordenó sus 52 escritos en 13 tetralogías, divididos en ética (de donde proceden la mayor parte de los fragmentos conservados), física, matemáticas, música (que incluye literatura y lenguaje) y temas técnicos. Diógenes Laercio le atribuye 4 libros sobre física: la Gran Ordenación del Cosmos, la Pequeña Ordenación del Cosmos, la Cosmografía y Sobre los Planetas. El peripatético Teofrasto, sin embargo, afirma que su maestro Leucipo escribió la Gran Ordenación y Demócrito la Pequeña Ordenación, como compendio del primero junto a añadidos y una epistemología general del atomismo, junto a su Teoría de la Percepción (la cual Teofrasto presenta como suya). Como observa Cicerón, escribió Demócrito sobre una amplia serie de cuestiones, en conformidad con el tipo de escritor polímata de la época sofística (que Leucipo no conoció). A pesar de ello, y de ser Demócrito un autor tan prolífico, de él no se conserva ninguna de sus obras, sino tan sólo las referencias que a ellas hacen Aristóteles y Teofrasto. De la teoría atomista de Demócrito y su maestro Leucipo no hay fragmentos literales, aunque sí se han conservado testimonios fiables y precisos. Al no saber qué fue dicho por cada uno de ellos, se les suele presentar en conjunto como coautores de la teoría, ya que es casi imposible saber con claridad qué corresponde al maestro y qué al discípulo. b) Pensamiento El pensamiento de Demócrito es conocido por su teoría del atomismo, que sostiene que el universo está compuesto por partículas indivisibles llamadas átomos. Posiblemente, Demócrito ideó tal teoría de la Teoría de las Semillas de Anaxágoras, aunque de una forma mucho más fresca, clara y viva que la del jonio. Por lo demás, fue Demócrito un hombre dedicado enteramente al estudio, intentando conjugar la permanencia del ser con la explicación del cambio, a través de una solución salomónica: la generación y la corrupción, a través de la mezcla o separación de los elementos originarios (los cuales poseen las características de inmutabilidad y eternidad, del ser parmenídeo). Estos elementos originarios serán concebidos como entidades materiales, infinitamente pequeñas, imperceptibles para los sentidos y de carácter estrictamente cuantitativo, a los que Demócrito llamará átomos (lit. indivisibles, en griego) por su cualidad de ser partículas indivisibles. c) Universo Su conocimiento Según Demócrito pueden haber diferentes percepciones de una misma realidad, por lo que la verdad puede depender de lo que perciba el individuo. De ahí que sea necesario establecer una Teoría del Conocimiento, a la hora de ir desbrozando lo verdadero de lo falso. En este sentido, Demócrito diferencia dos clases de conocimiento: -oscuro,
obtenido a través de los sentidos, e insuficiente, Como el propio Demócrito reconoció, las percepciones son subjetivas y pueden diferir entre observadores, por lo que cuestionó si era posible adquirir un conocimiento absoluto y objetivo a través de los sentidos e intelecto humano. Su movimiento Hasta su época, el movimiento era considerado como un fenómeno que se generaba de forma puntual, como consecuencia de una acción determinada. En cambio, Demócrito estableció que el movimiento es una entidad que existe en sí misma, por su fuerza de inercia. En consecuencia, el universo se mueve por sí mismo, y siempre está en movimiento, y en él todas las cosas se mueven. Su espacio La geometría fue la cuestión que Demócrito más inculcó a sus discípulos, a la hora de explicar el universo. En este caso, Demócrito llegó a otorgar características de figuras geométricas a elementos abstractos, como el olor o el sabor. Por ejemplo, los elementos redondos y lisos se caracterizan por tener un sabor amargo, mientras que las sustancias circulares tienen (según él) un sabor dulce, mientras que las estructuras puntiagudas se asocian a sabores ácidos y agrios. El vacío Para Demócrito, el vacío sí que existe[1] y está asociado al no-ser, así como está presente en la materia porque en él se siguen moviendo las partículas libres. De ahí que sea el vacío el principal barniz (no el único) que va haciendo diferentes a las partículas, como resultado del paso del movimiento por el vacío. Desde esta concepción, reafirmará Demócrito que la unión de los átomos (esas partículas ínfimas) será la que forme los cuerpos, como combinación de los mismos y no como fusión entre ellos (pues estas partículas siempre son diferentes entre sí). Sin la existencia del vacío, repetirá Demócrito, resultaría imposible explicar el movimiento, por lo que necesariamente, al existir el movimiento, el vacío tiene que existir. Su volumen Los estudios de Demócrito en geometría le llevaron a encontrar, accidentalmente, una fórmula para expresar el volumen de una pirámide. Además, descubrió que dicha fórmula también podía ser aplicada en caso de querer conocer el volumen de un cono. En este sentido, a Demócrito se le atribuye la creación de los siguientes teoremas: 1º
“el
volumen de un cono es igual a un tercio del volumen de un cilindro de igual base
y altura”; d) Realidad atómica Como respuesta a la Teoría de las Semillas de Anaxágoras, y a la afirmación de Parménides de la unidad, inmutabilidad y eternidad del ser, Demócrito intentó demostrar cómo el cambio y movimiento eran posibles sin que se perdiera la unidad de la esencia que subyace en el mundo físico[2]. De esta manera, Demócrito demostró cómo todo lo que se ve, incluidos los seres humanos[3], está compuesto de partículas diminutas y de magnitud imperceptible, sustancialmente indivisibles, ingenerados e indestructibles, a las que llamó átomos (“que no se pueden dividir”). Para Demócrito, todos los átomos son cuantitativamente idénticos[4] y tienen la misma esencia, pero al unirse de diversas formas forman entidades y fenómenos visibles diferentes. Demócrito aseguraba que, al nacer, nuestros átomos se mantienen unidos en un cuerpo que tiene un alma en su interior (también compuesta de átomos), y que durante nuestra vida el alma percibe e interpreta los átomos del cuerpo. Así pues, cuando los átomos se han dispuesto de una cierta manera, una persona ve una forma y dice: “Eso es un libro”. Y cuando se han dispuesto de otra manera, esa persona dice: “Eso es un árbol”. Pero independientemente de cómo se dispongan esos átomos, todos son uno, indivisibles e indestructibles. Al morir, nuestro cuerpo pierde energía y los átomos se dispersan, ya que no hay un alma en el interior del cadáver que genere el calor necesario para mantener los átomos del cuerpo unidos[5]. Para Demócrito, cada átomo reproducía al ser de Parménides, y es imperecedero, homogéneo, finito, pleno, continuo e indivisible. Por otro lado, para explicar cómo estos átomos se distribuían en el espacio, usó la idea del vacío, que le permitió explicar el movimiento y las cosas que son y que hay en el universo. La inmutabilidad de los átomos se explica por su solidez interior (sin vacío alguno), ya que todo proceso de separación se entiende producido por la posibilidad de penetrar (como con un cuchillo) en los espacios vacíos de un cuerpo. Cualquier cosa sería infinitamente dura sin el vacío, el cual es condición de posibilidad del movimiento de las cosas existentes. Aunque los átomos no poseen diferencias cualitativas, sí poseen diferencias en cuanto a su forma y configuración: la forma, el orden y la posición. Los átomos pueden diferir entre ellos por su forma (del mismo modo que la A difiere de la N), o por el orden que ocupan (no siendo lo mismo AN que NA) y por la posición (de modo que, aun poseyendo la misma forma, la Z se diferencia de la N, pues si giramos la Z tenemos la N). De esta forma, cuando los átomos chocan entre sí, forman conglomerados de átomos que dan origen a otros materiales más complejos. Por lo tanto, toda la materia que nos rodea y de la que estamos compuestos es, en realidad, cúmulos de pequeños átomos[6]. e) Universo atómico Con todo lo anterior, Demócrito sostiene que el universo está compuesto por átomos. No obstante, no en el sentido de los átomos químicos modernos, sino en el sentido de los átomos lógicos de la filosofía griega. En 1º lugar, respetando las características de la escuela eleática (que sostenía que las cosas sensibles llevan en sí mismas una sustancia inmutable), y en 2º lugar las ideas de Parménides de unidad e inmutabilidad del ser. De hecho, ni Demócrito ni su maestro Leucipo creían en la corrupción del ser, o en el paso de lo uno a lo múltiple. En concreto, Demócrito alude a un universo compuesto por átomos, considerados éstos como una nueva forma de concebir el ser y el vacío[7]. Así, afirma que el ser es corpóreo, que la pluralidad del ser uno parmineo es posible, y que la materia es una naturaleza una y múltiple a la vez, compuesta por partículas indivisibles del ser único (los átomos). Según el filósofo griego, el universo está lleno de cuerpos materiales compuestos por átomos (infinitamente pequeños, indivisibles e imperceptibles), los cuales se mueven en el vacío repeliéndose. Estos átomos existen desde siempre en el vacío, y están sometidos a un movimiento consustancial. Por lo tanto, todo lo que existe en el universo son los átomos y el vacío. Estos átomos se mueven en el vacío en línea recta en un principio. No obstante, por causas mecánicas algunos de ellos salen de su trayectoria y chocan contra otros (a los que desvían), chocando el conjunto contra otros átomos, provocando su agregación en conjuntos cada vez mayores, y dando lugar a la constitución de los objetos tal como nosotros los conocemos. Las colisiones entre átomos dan lugar a la formación de torbellinos, a partir de los cuales se generan los diferentes mundos, entre los cuales algunos se encuentran en proceso de formación, mientras que otros están en vías de desaparecer. Es decir, que existen y pueden seguir surgiendo innumerables mundos, sometidos a las mismas leyes de agregación y separación de los átomos. En cuanto a los seres vivos, éstos se desarrollan a partir del cieno primitivo por la acción del calor, relacionado con la vida como también lo está el fuego. De hecho, los átomos del fuego y del alma son de naturaleza similar, más pequeños y redondeados (según Demócrito) que los demás. En cuanto a los cuerpos vivos, éstos difieren unos de otros por la posición, u ordenación, o asociación de sus componentes atómicos. Y dejan de estar vivos cuando se produce una alteración, o transmutación, o disociación de sus componentes atómicos[8]. Según esta doctrina, pues, el universo está constituido por innumerables corpúsculos de átomos, y todo cuanto hay en la naturaleza vendría a ser resultado de esa combinación de átomos y vacío. Como los átomos se mueven de una forma natural e inherente a ellos, producen el movimiento. Y al chocar entre sí se combinan adoptando formas y características diferentes, provocando el cambio. Todo ello, regido por un orden causal necesario. f) Antropología Según el universo atómico de Demócrito, en que el hombre nace, vive y muere de acuerdo a la unión y dispersión de los átomos, uno podría preguntarse: ¿Y qué ha causado este hecho? ¿Un accidente? ¿Un impulso? Y si tiene la esperanza de encontrar un sentido más elevado, podría preguntarse: ¿Por qué ha sucedido esto? La respuesta de Demócrito, siguiendo a su maestro Leucipo, está clara: “Nada procede del azar, sino de la razón y la necesidad”. Ésta fue la idea que conformó gran parte de los escritos de Demócrito, en especial su afirmación de que “todo sucede por razón y necesidad” (un acontecimiento lleva al siguiente, de forma natural), puesto que los átomos operan de una determinada manera, y lo que acontece en la vida lo hace por la necesidad derivada de ese funcionamiento, tanto si a uno le gusta como si no. Aunque esta afirmación parece imposibilitar la existencia del libre albedrío, Demócrito escribió profusamente sobre ética, y sin duda creía que el hombre podía tomar decisiones libres. A pesar de que el hombre está formado por esas partículas indivisibles, tanto exteriormente (en forma de cuerpo) como interiormente (en forma de alma), y que esos átomos se unen y se separan de acuerdo a sus propias leyes naturales, el hombre sigue teniendo el control sobre sus elecciones en la vida, y es responsable de ellas. g) Ética Demócrito estipula que el hombre es responsable de sus acciones (de lo que hace con su cuerpo y alma), ya que un ser humano es capaz de distinguir entre: -lo
correcto, que Demócrito
asocia con los placeres de la mente (o placeres útiles), No creía Demócrito que hubiera nada malo en el hecho de buscar los placeres sensuales (el dinero, el poder...), pero sí reconoce que esos placeres son fugaces, y que si se buscan sin tener en cuenta eso, o sin moderación, conllevarán sufrimiento. De ahí que Demócrito recomendara la moderación como guía personal para mantener una vida equilibrada, conseguir la bondad del alma y saber encauzar el rumbo de la vida (como fruto de la libre determinación humana, y no del ciego determinismo de la naturaleza). Para Demócrito, la ética es el principal medio que permite vivir de forma plena y sosegada, al mostrar la inutilidad de hacer de la vida algo más de lo que es. Además, comportándose con los demás con compasión y alegría, el hombre podría liberarse de la preocupación sobre el sentido de la vida, centrándose mucho mejor en su forma de vivir. El mayor bien que el hombre puede alcanzar es, por tanto, el equilibrio interno, sobre todo en lo que se refiere a la tranquilidad del alma (ataraxia) y del espíritu (eutimia). Dicho equilibrio se adquiere controlando las pasiones de forma racional (por el saber), y siendo prudente consigo mismo (con la naturaleza propia) y compasivo con los demás (con la naturaleza ajena). Dicho equilibrio es el que abre la puerta a la felicidad, sin tener que pasar por caminos más escabrosos como el de la justicia o las virtudes cardinales. El placer debe elegirse y el dolor evitarse, pero en la correcta discriminación de los placeres radica la verdadera felicidad. h) Religión Hay algunos que afirman que Demócrito fue un filósofo ateo, pero esta categoría es algo que no puede aplicarse al caso de nuestro filósofo, pues el contexto en el que se movió era totalmente creyente, así como no se tiene evidencia de haber negado Demócrito la existencia de Dios. Pese a ello, es cierto que la visión atomista del mundo de Demócrito minimizó la directa actuación de Dios respecto al funcionamiento del universo. En otras palabras, el universo pudo provenir de Dios (a través de una efusión masiva de átomos), pero su funcionamiento no depende ya tanto de su acción divina. i) Influencia Demócrito contribuyó significativamente a la base de la filosofía, por su concepto cientificista del universo y por otros dos motivos, como bien apunta Baird:
En efecto, el hedonista Epicuro se valió de las ideas de Demócrito sobre el placer para afirmar que éste era el bien y el fin principal que uno debía buscar en la vida. De hecho, la importancia que Demócrito concedió a la alegría, como la mejor respuesta ante la vida, se refleja en la filosofía de Epicuro, así como su llamada de atención a la moderación, como el mejor método mediante el cual acercarse a los placeres y vivir la vida con plenitud. Por su parte, Zenón usó esta paradoja para decir que fiarse de la percepción de los sentidos nos aleja de la verdadera realidad, y de la esencia que hace que el mundo sea como es y funcione como funciona. Empédocles también se valió de este concepto al manifestar que el principio que subyacía en el universo era una única fuerza unificadora de todo: el amor, como una fuerza transformadora y regeneradora que se expresaba en la atracción y desunión de las fuerzas naturales (que producían los cuatro elementos, que daban luego forma a todo lo demás). Por último, también es evidente la influencia mutua entre los coetáneos: -Sócrates
y Demócrito, pues Demócrito adquiere del socrático todas sus
ideas éticas de moderación, bondad, felicidad del alma... Salvando todas las distancias históricas, la epistemología atomista de Demócrito se confirma en el modelo estándar de la física de las partículas elementales, o teoría cuántica de los campos, en donde los sistemas atómicos y subatómicos no son observados de manera empírica (o sensorial) sino a través de determinaciones operacionales y tecnologías de medición. En efecto, sobre el postulado de que todas las formas de energía liberan unidades de ésta, llamadas cuantos (quantum, lit. cantidad), la mecánica cuántica realiza cálculos que posibilitan un conocimiento intelectivo de las partículas ínfimas de la materia, como bien demostró el físico teórico Heisenberg, quien se incluye a sí mismo en la tradición filosófica atomista de Leucipo y Demócrito. .
[1] Existencia del vacío que representa una novedad con respecto a EMPEDOCLES y ANAXAGORAS, así como choca frontalmente con la negación del vacío (no-ser) que exigía PARMENIDES. [2] Algunos filósofos antiguos creyeron que lo que es debe ser necesariamente uno e inmóvil, ya que siendo el vacío no-ente no podría existir el movimiento sin un vacío separado (de la materia) ni existir una pluralidad de cosas sin algo que las separe. Pero “Demócrito creyó tener una teoría que, concordando con la percepción de los sentidos, no hacía desaparecer el nacimiento, la corrupción, el movimiento ni la pluralidad de seres” (cf. ARISTOTELES, Generación y Corrupción, I, VIII, 325a). [3] Aunque algunos materialistas han afirmado que la visión atomista de Demócrito de la vida humana imposibilita la existencia una vida después de la muerte, esto no tiene por qué ser necesariamente así. De hecho, DEMOCRITO veía al alma como motor del movimiento, e incluso de la vida. Al estar formada por átomos indestructibles e indivisibles en movimiento, el alma, incluso definida en términos materialistas, podría sobrevivir a la muerte del cuerpo. En cualquier caso, Demócrito no hace mención alguna a un sentido de la vida, más allá de mantener una actitud alegre en esta vida y en otra posible futura. El sentido de la existencia, para Demócrito, era la propia existencia. [4] A diferencia de las homeomerías de ANAXAGORAS. [5] Según ARISTOTELES, Demócrito sostenía que el alma estaba formada por átomos de fuego, mientras que el cuerpo lo estaba por átomos de tierra, y los átomos de tierra necesitaban la energía del fuego para cohesionarse. Aun así, asegura también Aristóteles, eso no quiere decir que los átomos sean diferentes, sino más bien que son como letras del alfabeto que, aun siendo todas letras, representan sonidos diferentes y, combinadas de diversa forma, forman palabras diferentes. Usando un ejemplo muy sencillo, las letras o, s y l se pueden combinar para formar la palabra sol o, combinándolas de diferente forma, la palabra los (que, aunque tiene un significado distinto de sol, está formado por las mismas letras). [6] Leucipo y su discípulo Demócrito sostuvieron que los elementos son “lo lleno” y lo “vacío”, a los cuales llamaron ser y no-ser, respectivamente. El ser es lleno y sólido, y el no-ser vacío y sutil. Y “como el vacío existe no menos que el cuerpo, se sigue que el no-ser existe no menos que el ser. Juntos los dos constituyen las causas materiales de las cosas existentes” (cf. ARISTOTELES, Metafísica, I, IV, 985b). [7] En Generación y Corrupción ARISTOTELES entiende que Demócrito expresa que el vacío existe como no-ente, y que nada del ente es no-ente, pero no consiste en uno sino en entes infinitos en número y forma, indivisibles e invisibles por la pequeñez de su masa. Así, los átomos se trasladan en el vacío, y: -cuando se reúnen, producen la generación de todos
los seres, [8] Como ejemplo, explica ARISTOTELES que, a través de unas mismas letras, se puede componer tanto una tragedia como una comedia. Lo cual significa, en el universo de Demócrito, que basta una mínima alteración de los átomos (mezclados en el compuesto, o de uno solo de ellos) para que se modifique el cuerpo entero. [9] cf. BAIRD, F. E; Philosophic Classics: Ancient Philosophy, ed. Routledge, Oxford 2010, p. 40. |