KAFKA
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Granada, 1 febrero 2021
Marián Ortiz, licenciada en Periodismo

            Fue uno de los escritores más influyentes del s. XX, abarcando un legado tanto de amplia profundidad filosófica (a lo largo de su Metamorfosis) como espiritual (a lo largo de su Proceso y Castillo) y humana (a lo largo de sus diarios, cartas, escritos breves y relatos autobiográficos, gran parte de ellos publicados póstumamente). Todo ello, matizado por un fuerte tono existencialista, sobre todo a partir de sus aforismos.

            En efecto, asociado Kafka al expresionismo (cultural) y existencialismo (filosófico), sus creaciones literarias lograron abarcar temas tan complejos como la condición del hombre contemporáneo, la angustia, la culpa, la burocracia, la frustración o la soledad, entre otros. Así mismo, sus obras mezclan lo onírico, lo irracional y la ironía.

a) Vida

            Nació en 1883 en Praga (Chequia), en el seno de una familia judía de la pequeña burguesía. Desde niño fue débil y frágil de salud, dichas condiciones lo llevaría muy temprano a la tumba, a la edad de 41 años. Una de las figuras familiares que influyó en carácter serio y solitario del pequeño Kafka, con el cual las relaciones resultaron siempre penosas, fue el padre[1].

            Desde muy joven, Kafka deseaba dedicarse a la escritura, sin embargo, tuvo que lidiar con el difícil temperamento de su padre, con el cual mantuvo una tensa relación durante su vida. Finalmente, se matriculó en la universidad de Praga para estudiar la carrera de química, la cual no terminó y prefirió cursar los estudios de derecho (en los que se graduó con honores). Poco después, comenzó a asistir a clases de arte y literatura, con la idea de completar su formación.

            Ejerció de abogado en un instituto de seguros contra accidentes del trabajo para el reino de Bohemia. Sin embargo, lo que realmente empezaba a dar sentido a su vida eran las artes. Así se expresa Basave al respecto:

“Cegado por la verdad de indecible e inescrutable, Kafka camina a tientas. Va solo. Persigue, con la literatura, algo que no se expresa del todo en la literatura. Se deja conducir por sus sueños y adivinaciones. El hombre no es, a sus ojos, más que ‘un fuego fatuo ante los reflejos del Sol brillante[2].

            En torno a 1907 empieza Kafka a escribir sus primeros relatos al tiempo que trabajaba como asesor en una empresa de seguros, labor que le permitía compaginar con su verdadera vocación, la escritura. Poco después, entabló una amistad con Max Brod, el que fuera el gran difusor de su obra. En 1912 conoce a Felice Bauer, mujer con la que mantuvo una relación amorosa (la cual finalmente fracasó). En 1914 Kafka abandona su hogar familiar y se independiza. En esta etapa de su vida surgen obras como Proceso y Metamorfosis.

            Más tarde, el autor fue diagnosticado de tuberculosis, enfermedad que le condujo al aislamiento en diferentes sanatorios. Hacia 1920 Kafka se establece en una casa de campo junto a su hermana, y allí creó obras como Artista del Hambre y la novela Castillo. En el año 1923 conoce a la actriz polaca Dora Diamant, con la que mantuvo una breve e intensa relación amorosa, durante el último año de su vida. El 3 junio 1924 muere Kafka en Kiering (Austria), tras 10 años de lucha contra la tuberculosis.

b) Obra

            Kafka fue un escritor poco reconocido en vida, pero no cabe duda de que ejerció gran influencia en autores posteriores a él, y su obra refleja a la perfección la situación anímica de la Europa del s. XX. De hecho, la obra de Kafka no hubiese tenido reconocimiento de no ser por Max Brod, quien decidió desobedecer las últimas voluntades del escritor (que había pedido que sus escritos fuesen destruidos) y publicar todas sus obras.

            Sin duda, Franz Kafka supo retratar en sus libros la particularidad de la realidad del momento, y la condición del hombre contemporáneo ante la misma. Entre las novelas más importantes del autor se encuentran:

Mefamorfosis

            De 1915. Se trata de un clásico de la literatura mundial, y el relato más popularmente leído de Kafka. En él, narra el checo la historia de Gregor Samsa, un hombre común que un día amanece convertido en un escarabajo. Situación que lo lleva a aislarse de la sociedad, al ser rechazado por sus familiares y conocidos.

            Uno de los temas más presentes en la obra es el tema de la muerte, como única alternativa y única opción liberadora. El libro ha sido sometido a diferentes interpretaciones, y se han llegado a buscar en él similitudes con la compleja relación que el autor tenía con su padre, en la vida real.

Colonia Penitenciaria

            De 1919. Se trata de un relato corto de Kafka, escrito en 1914 aunque publicado con posterioridad. En él, un oficial penitenciario describe el uso de un instrumento (de tortura y ejecución) del cual se muestra especialmente orgulloso. A su par, un interlocutor (personaje sin nombre) va discrepando con él, sobre los usos del artilugio.

            Se trata de una de sus obras más crudas del autor, probablemente denunciando el estallido de la I Guerra Mundial, así como el invento y uso en la misma de materiales destinados a una especial destrucción (químicos, masivos...).

Artista del Hambre

            De 1924. Tiene por protagonista a un hombre inadaptado, víctima de la sociedad que le rodea. Se trata de un artista de circo, y un ayunador profesional que morirá de hambre metido en una jaula. El público, a menudo, lo ignora, hasta que uno de los jefes del circo se interesa por él, y le pregunta si seguirá pasando hambre. Finalmente, él responde que la razón por la que no come nada es porque no halló una comida que le gustara, tras lo cual acaba muriendo.

            Como ocurre con la mayor parte de los trabajos de Kafka, este relato también ha tenido diferentes interpretaciones. Así mismo, en él se evidencian algunos temas que el autor pone de manifiesto a lo largo de su obra como el deseo que nos ciega y no podemos alcanzar, la soledad o la presentación del individuo como víctima de una sociedad que lo margina.

El Proceso

            De 1925. Se trata de una obra escrita en 1914, aunque no publicada hasta 1925, tras la muerte de Kafka. Se trata de la obra más importante del autor, las más comentada e influyente, y en la que queda plasmado el pensamiento kafkiano en su totalidad.

            Su argumento gira entorno a Josef K, el protagonista, quien es acusado de un delito y, posteriormente, se encuentra inmerso en un proceso legal del que no le será fácil salir. Durante el libro, tanto el personaje como el lector desconocen la naturaleza de su crimen, lo que se convierte en una situación absurda.

            La historia pone en evidencia los procesos burocráticos de la política, y plasma el tema de la existencia humana, la cual se encuentra bajo el control de unas leyes que deben ser acatadas, sean éstas lógicas y humanas o no. La novela va conduciendo al protagonista, a través de un enredo legal, a un caos total de vida. Entonces, la muerte aparece como única salida.

El Castillo

            De 1926. Se trata de otra de las novelas inacabadas de Kafka, así como publicada post mortem. No obstante, en ella el autor sí que planteó un posible final para la misma. Es la obra más compleja de Kafka, por su carácter simbólico y metafórico. Algunas interpretaciones sostienen que la obra es una alegoría sobre la alineación, la arbitrariedad, y la búsqueda de propósitos inalcanzables.

            El protagonista de esta novela, denominado bajo el seudónimo K, es un agrimensor recién instalado en una aldea, cercana a un castillo. Pronto, el hombre comienza una lucha para acceder a las autoridades, que disponen desde el castillo todo lo que hay que hacer. Y ahí comienza el drama.

c) Pensamiento

            La obra y forma de escribir de Kafka es compleja, y casi equiparable a un laberinto. Estos son algunos rasgos más relevantes del denominado universo kafkiano:

-lineal estructura del tiempo, sin anacronías;
-elaborado y preciso lenguaje, generalmente escritos desde la mirada de un narrador omnisciente;
-extraños personajes, que a menudo representan individuos con características singulares. Suelen ser personajes apáticos, alineados, que presentan frustración;
-temática de lo absurdo, que ha llevado a calificar de kafkiano a todo aquello que, pese a su aparente normalidad, es definitivamente absurdo. Y es que las historias que se narran en sus obras pueden parecer corrientes pero, después, se convierten en situaciones surrealistas.

            La obra de Kafka representa el espíritu del s. XX, y por ello sigue estando sujeta a todo tipo de interpretaciones. No obstante, se puede decir que es una obra con enfoques:

-autobiográfico, que atiende al posible reflejo de la vida del autor en su obra. Especialmente, a la difícil situación familiar de Kafka con su padre, a las consecuencias de su escepticismo o a su naturaleza religiosa;
-psicoanalítico, desde la perspectiva de identificar posibles símbolos de referencia sobre el pensamiento de Freud, en el conjunto de sus personajes, costumbres y situaciones de la sociedad;
-socio-político, que atiende a una posible justificación de los devenires históricos y culturales de la época en la que vivió. Así mismo, existen otras posibles interpretaciones, que encuentran influencias marxistas y anarquistas en la misma.

d) Existencialismo

            Sobre el principal sentimiento kafkiano (la fatuidad del hombre), fue escribiendo Kafka sus reflexiones (sobre el pecado, sufrimiento, esperanza y camino verdadero) en una serie de aforismos, que publicó hacia el final de su vida, bajo el título Aforismos, Visiones y Sueños. En ellos, afirma el mismo Kafka que “nuestro arte radica en un ser-cegado por la verdad, en la que la luz en el rostro grotesco, que retrocede, es verdadera. Y si no, no hay nada”[3].

            Esta expresión representa muy bien la mentalidad de Kafka, al decirnos que el conocimiento humano sólo puede ser producto de un estado de ceguera, a que nos ha sometido la verdad. De ahí la lucha que surge desesperadamente en Kafka, contra su Creador.

            Dichos aforismos de Kafka, y quizás debido al carácter literario de la obra, carecen una unidad lógica. Aunque nos parece justo decir que el autor los escribió con un eje temático principal: la reflexión sobre el sufrimiento, el pecado, la esperanza y el camino verdadero. Por ello, el filósofo Basave ha llegado a afirmar que “hay en ello cierta debilidad, cierta incapacidad de pensar cada particular relación con lo universal. Lo cual está algo alejado del clásico espíritu filosófico”[4]. No obstante, sí se advierte en ellos una completa cosmovisión acerca de la filosofía.

            En los aforismos de Kafka se refleja un espíritu existencialista. Y basta para ello con analizar el 1º de sus aforismos: “El camino verdadero transcurre sobre una cuerda que no ha sido tendida en las alturas, sino apenas a escasa distancia del suelo. Parece haber sido dispuesta para tropezar, antes que para pasar sobre ella”[5], quizás refiriéndose a la propia vida, en la que nos movemos hacia a aquello que nos ciega, aunque los tropiezos nos impiden alcanzarlo. Un pensamiento cercano al aut-aut kierkegaardiano[6].

            Además de la imposibilidad absurda de ir por el camino recto, todavía están las debilidades humanas. Pues como él mismo dice, “todos los errores humanos provienen de la impaciencia, de una ruptura precipitada del método, de la aparente aprehensión de una cuestión aparente”. Y no sólo eso, sino que la debilidad humana también es causa de la expulsión del paraíso:

“Dos pecados capitales, de los cuales se derivan todos los demás, determinan la vida de los seres humanos: la impaciencia y la indolencia. Fueron expulsados del paraíso a causa de la impaciencia, y no regresan debido a la indolencia. Pero quizás sólo hay un pecado capital: la impaciencia. Pues fueron expulsados a causa de la impaciencia, y no regresarán debido a la impaciencia”[7].

            Sin embargo, no todo en Kafka es continuo penar en la vida, sino que podemos encontrar luces de esperanza. Como afirma Camus, “es singular que la obra de Kafka, completamente orientada hacia lo absurdo y sus consecuencias, desemboque a fin de cuentas en un inmenso grito de esperanza[8], pues el ser humano no puede vivir sin una confianza duradera en sí mismo, aunque permanezca oculta. Una esperanza oculta que en el caso de Kafka pudo ser su fe en un Dios personal[9].

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  Act: 01/02/21       @fichas de filosofía            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A  

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[1] cf. BASAVE, A; La cosmovisión de Franz Kafka, ed. JUS, Monterrey 1977, p. 32.

[2] cf. BASAVE, A, op.cit, p. 23.

[3] cf. KAFKA, Aforismos, Visiones y Sueños, 62.

[4] cf. BASAVE, A; La cosmovisión de Franz Kafka, ed. JUS, Monterrey 1977, p. 131.

[5] cf. KAFKA, Aforismos, Visiones y Sueños1.

[6] cf. WHAL, J; “Kafka y Kierkegaard”, en AA.VV; Historia del Existencialismo, ed. Pléyade, Buenos Aires 1971, p. 115.

[7] cf. KAFKA, op.cit, 3.

[8] cf. CAMUS, A; “La esperanza y lo absurdo en la obra de Franz Kafka”, en AA.VV; El mito de Sísifo, ed. Siglo XXI, Buenos Aires 1988, pp. 176-177.

[9] cf. KAFKA, Aforismos, Visiones y Sueños, 50.