FRANCISCO DE ASÍS
Alabanzas

I
ALABANZA AL DIOS ALTÍSIMO

1Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas (Sal 76,15). 2Tú eres fuerte, tú eres grande (Sal 85,10), tú eres altísimo, tú eres rey omnipotente, tú, Padre santo (Jn 17,11), rey del cielo y de la tierra (Mt 11,25). 3Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses (Sal 135,2), tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero (1 Tes 1,9). 4Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia (Sal 70,5), tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción. 5Tú eres belleza, tú eres mansedumbre; tú eres protector (Sal 30,5), tú eres custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza (Sal 42,2), tú eres refrigerio. 6Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra, tú eres caridad nuestra, tú eres toda dulzura nuestra, tú eres vida eterna nuestra: Grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador.

II
ALABANZA A TODAS HORAS

1Santo, santo, santo Señor Dios omnipotente, el que es y el que era y el que ha de venir (Ap 4,8), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 2Digno eres, Señor Dios nuestro, de recibir la alabanza, la gloria y el honor y la bendición (Ap 4,11), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 3Digno es el cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder y la divinidad y la sabiduría y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición (Ap 5,12), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 4Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 5Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor (Dan 3,57), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

6Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos y los que teméis a Dios, pequeños y grandes (Ap 19,5), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 7Los cielos y la tierra alábenlo a él que es glorioso (Sal 68,35), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 8Y toda criatura que hay en el cielo y sobre la tierra, y las que hay debajo de la tierra y del mar, y las que hay en él (Ap 5,13), y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 9Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos. 10Como era en el principio y ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. 11Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, total bien, que eres el solo bueno (Lc 18,19), a ti te ofrezcamos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición y todos los bienes. Hágase. Hágase. Amén.

III
ALABANZA A LAS DAMAS POBRES

1Escuchad, pobrecillas, por el Señor llamadas, que de muchas partes y provincias habéis sido congregadas: vivid siempre en la verdad, que en obediencia muráis. 2No miréis a la vida de fuera, porque la del espíritu es mejor. Yo os ruego con gran amor que tengáis discreción de las limosnas que os da el Señor. 3Las que están por enfermedad gravadas y las otras que por ellas están fatigadas, unas y otras soportadlo en paz, 4porque muy cara venderéis esta fatiga, porque cada una será reina en el cielo coronada con la Virgen María.

IV
ALABANZA DE LAS CRIATURAS

1Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. 2A ti solo, Altísimo, corresponden, y ningún hombre es digno de hacer de ti mención. 3Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el señor hermano sol, el cual es día, y por el cual nos alumbras. 4Y él es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.

5Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas. 6Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das sustento. 7Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta. 8Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual alumbras la noche, y él es bello y alegre y robusto y fuerte. 9Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba. 10Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y soportan enfermedad y tribulación.

11Bienaventurados aquellos que las soporten en paz, porque por ti, Altísimo, coronados serán. 12Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. 13¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!: bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad, porque la muerte segunda no les hará mal. 14Load y bendecid a mi Señor, y dadle gracias y servidle con gran humildad.

V
EXHORTACIÓN A LA ALABANZA DE DIOS

1Temed al Señor y dadle honor (Ap 14,7). 2Digno es el Señor de recibir alabanza y honor (Ap 4,11). 3Todos los que teméis al Señor, alabadlo (Sal 21,24). 4Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo (Lc 1,28). 5Alabadlo, cielo y tierra (Sal 68,35). 6Alabad todos los ríos al Señor (Dan 3,78). 7Bendecid, hijos de Dios, al Señor (Dan 3,82). 8Éste es el día que hizo el Señor, exultemos y alegrémonos en él (Sal 117,24). ¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Rey de Israel! (Jn 12,13).

9Todo espíritu alabe al Señor (Sal 150,6). 10Alabad al Señor, porque es bueno (Sal 146,1); todos los que leéis esto, bendecid al Señor (Sal 102,21). 11Todas las criaturas, bendecid al Señor (Sal 102,22). 12Todas las aves del cielo, alabad al Señor (Dan 3,80; Sal 148,7-10). 13Todos los niños, alabad al Señor (Sal 112,1). 14Jóvenes y vírgenes, alabad al Señor (Sal 148,12).

15Digno es el cordero, que ha sido sacrificado, de recibir alabanza, gloria y honor (Ap 5,12). 16Bendita sea la santa Trinidad e indivisa Unidad. 17San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate.

VI
ALABANZA AL PADRE NUESTRO

1Oh santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro.

2Que estás en el cielo: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para el conocimiento, porque tú, Señor, eres luz; inflamándolos para el amor, porque tú, Señor, eres amor; habitando en ellos y colmándolos para la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres sumo bien, eterno bien, del cual viene todo bien, sin el cual no hay ningún bien.

3Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura (Ef 3,18) de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de la majestad y la profundidad de los juicios.

4Venga a nosotros tu reino: para que tú reines en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino, donde la visión de ti es manifiesta, la dilección de ti perfecta, la compañía de ti bienaventurada, la fruición de ti sempiterna.

5Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón (Lc 10,27), pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, gastando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio de tu amor y no en otra cosa; y para que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, atrayéndolos a todos a tu amor según nuestras fuerzas, alegrándonos del bien de los otros como del nuestro y compadeciéndolos en sus males y no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo (2 Cor 6,3).

6Danos hoy nuestro pan de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo: para memoria e inteligencia y reverencia del amor que tuvo por nosotros, y de lo que por nosotros dijo, hizo y padeció.

7Perdona nuestras ofensas: por tu misericordia inefable, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.

8Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que lo perdonemos plenamente, para que, por ti, amemos verdaderamente a los enemigos, y ante ti por ellos devotamente intercedamos, no devolviendo a nadie mal por mal (1 Tes 5,15), y nos apliquemos a ser provechosos para todos en ti.

9No nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, súbita o importuna.

10Y líbranos del mal: pasado, presente y futuro. Gloria al Padre.

VII
ALABANZA A LA VIRGEN MARÍA

1Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia 2y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, 3en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. 4Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. 5Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya 6y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios.

VIII
ALABANZA A LAS VIRTUDES

1¡Salve, reina sabiduría!, el Señor te salve con tu hermana la santa pura sencillez. 2¡Señora santa pobreza!, el Señor te salve con tu hermana la santa humildad. 3¡Señora santa caridad!, el Señor te salve con tu hermana la santa obediencia. 4¡Santísimas virtudes!, a todas os salve el Señor, de quien venís y procedéis.

5No hay absolutamente ningún hombre en el mundo entero que pueda tener una de vosotras si antes él no muere. 6El que tiene una y no ofende a las otras, las tiene todas. 7Y el que ofende a una, no tiene ninguna y a todas ofende (Sant 2,10). 8Y cada una confunde a los vicios y pecados.

9La santa sabiduría confunde a Satanás y todas sus malicias. 10La pura santa sencillez confunde a toda la sabiduría de este mundo (1 Cor 2,6) y a la sabiduría del cuerpo. 11La santa pobreza confunde a la codicia y avaricia y cuidados de este siglo. 12La santa humildad confunde a la soberbia y a todos los hombres que hay en el mundo, e igualmente a todas las cosas que hay en el mundo. 13La santa caridad confunde a todas las tentaciones diabólicas y carnales y a todos los temores carnales (1 Jn 4, 18). 14La santa obediencia confunde a todas las voluntades corporales y carnales, 15y tiene mortificado su cuerpo para obedecer al espíritu y para obedecer a su hermano, 16y está sujeto y sometido a todos los hombres que hay en el mundo, 17y no únicamente a solos los hombres, sino también a todas las bestias y fieras, 18para que puedan hacer de él todo lo que quieran, en la medida en que les fuere dado desde arriba por el Señor (Jn 19,11).