CHANSON DE ROLAND

a) Contexto de la Chanson
b) Contenido
de la Chanson
c) Comentario
sobre la Chanson

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CONTEXTO DE LA CHANSON

 

a) Alta Edad Media

            Fue el periodo de tiempo occidental comprendido entre la caída del Imperio romano (476) y el fin del Reino franco occidental (987). Fue un periodo, pues, de dos fases:

-constantes incursiones y establecimientos bárbaros (476-751),
-dominación absoluta del Imperio franco carolingio (751-987).

            Se trata, pues, de un periodo de:

-reafirmación de la identidad propia de los nuevos pueblos bárbaros,
-confirmación papal a cada una de las empresas emprendidas por los bárbaros
[1].

            Focalizando algo más cada uno de los pasos dados por el mundo medieval, nos encontraríamos con:

-el lento agotamiento del Imperio romano en el s. III-IV,
-la instalación amistosa y pactada de los primeros invasores germánicos,
-la llegada a la fuerza de los hunos, y 2ª oleada (usurpadora del poder) de nuevos pueblos germánicos,
-la instalación en el poder de los nuevos reinos germánicos (del s. V al VI) y musulmanes (del s. VII al X),
-la restauración del Antiguo Imperio romano oriental, obra de Justiniano en Bizancio, en el s. VI.

            En el s. X, una 3ª y última oleada de revueltas bárbaras, instigadas por magiares, búlgaros, normandos y árabes -unidas a las epidemias que estos pueblos trajeron consigo-, acabaron con el orden franco del Imperio, y fueron abriendo paso al nuevo orden germano imperial.

            En España se pasará del poder visigodo al poder musulmán, del 711 al 1085, tras la caída del general don Rodrigo en Guadalete, y hasta la reconquista que Alfonso VI hizo de la capital Toledo.

            El feudalismo, por último, fue la medida de supervivencia:

-económica, tras el monumental descalabro monetario romano,
-social, con dependencia y seguridad proporcionada por el señor feudal ante los constantes sabotajes germánicos y sarracenos.

b) Cultura medieval

            “La Edad Media fue hábil en introducir su cultura en todos los ámbitos de la vida, y en mantenerla eterna en ellos en el transcurso de los siglos”. Son palabras de la prestigiosa  Regine Pernoud[2], que sigue añadiendo que los vestigios culturales de la época medieval son más numerosos que los de todas las demás épocas de la historia juntas[3].

            Dejando a un lado el arte (único en sus catedrales y escultura gótica), el nacimiento de la universidad (auténtico hito de la sociedad medieval), o el teatro (practicado desde fecha muy temprana, añadiendo al teatro clásico mayor vida interior y valor educativo), y entrando de lleno en la literatura, podemos decir que, si el Renacimiento recurrió a las fuentes de la Antigüedad (por poner un ejemplo), la Edad Media batió records en sentido literario.

            Bernardo de Claraval manejó una prosa completamente nutrida de citas antiguas. El entorno erudito de Carlomagno cultivó a los autores clásicos de forma obsesiva… Se puede llegar a hablar, pues, del “Renacimiento Carolingio” del s. VIII-IX, del “Renacimiento escolástico” del s. XII, o del constante “Humanismo medieval” de monasterios, bibliotecas y palacios.

            Por otro lado, cabe recordar la filosofía aristotélica, la enorme riqueza literaria popular, la proliferación de los primeros best sellers, la memorización de romances y géneros épicos…

            Cuando Carlomagno toma el relevo del Imperio romano, emprende la reanimación de la enseñanza y la cultura, y lo hace siguiendo las normas más clásicas de la Antigüedad:

-fundando en Aquisgrán la Academia palatina,
-trayendo y agrupando a los mejores gramáticos, letrados y poetas de todos los lugares.

            El poeta franco Angilberto, el visigodo Teodulfo, el inglés Alcuino… y todas las artes medievales siguieron los modelos de las formas clásicas, llegando a convertirse en los nuevos Homero, Píndaro y Virgilio[4].

            Menos de 200 años después de la muerte de Carlomagno renació la vena céltica, la Chanson de Roland, el Baudri de Bourgueil, Mardobio, Guillermo de Aquitania, Bernat de Ventadorn, Jaufre Rudel, por no citar las leyendas del rey Arturo, la Tabla Redonda, la Demanda del Grial, Erec y Enide, Tristán e Iseo

c) Literatura medieval

            Las primeras manifestaciones literarias que poseemos de la Edad Media son las Jarchas. No obstante, otras manifestaciones literarias fueron:

-la literatura épica,
-la literatura caballeresca,
-la producción burguesa (códices económicos, genealogías reales…).

            En los reinos más desarrollados se desarrollaron las tres, y el gusto o práctica por cada una de ellas dependió de la zona o contexto histórico y ambiental que vivía.

c.1) Épica medieval

            Consiste en la “narración heroica en verso”, según el medievalista e hispanista inglés Deyermond. Su equivalente en prosa sería la saga, cuyo objeto propio consistiría en la persecución personal del honor a través del riesgo.

            La épica presenta las hazañas de un héroe (que puede ser un personaje individual o colectivo); hazañas que tienen importancia para una colectividad concreta.

            Cada épica nacional tiene su propia idiosincrasia, y no existe un tronco ancestral común para todas ellas. Eso sí, se puede distinguir, según la manera de transmisión y la finalidad con la que se escribió, dos tipos de épica:

-épica heroica, que fue transmitida oralmente, se pusiese por escrito un día o no[5];
-épica culta, que fue redactada en lengua latina, con la finalidad de continuar la epopeya clásica
[6].

            La temática de ambas épicas puede coincidir[7], al mismo tiempo que ambas suelen aparecer anónimas. Ahora bien, los rasgos formales de la épica culta suelen ser más elaborados en mecanismos técnicos que los de la épica heroica, pues:

-la épica culta va destinada a todos los públicos, con la idea de enseñar y moralizar;
-la épica heroica va destinada a los grandes públicos, con textos revisados por la autoridad eclesiástica o civil culta, pero apañados por los juglares para ser cantados o gesticulados
[8].

            El resultado, pues y final, de esta épica heroica, revisada por la autoridad pero apañada-filtrada por los juglares, fue lo que hoy conocemos como Cantares de gesta, que acabaron siendo “bandos informativos” con “intento de historicidad” sobre hazañas, famosas o inventadas, que hicieran reír y entretener a los grandes públicos.

            Los Cantares de gesta (anónimos, y 80 en total conservados, sumando de 8 a 10 mil versos) combinaron, pues, la historia con la leyenda. Vinieron del género épico heroico, influidos por:

-el folklore germánico,
-los trovadores, que se inspiraron y copiaron las historias de los monjes a los peregrinos.

            Datan  los Cantares de gesta del s. XI al XV, y en ellos se basaron los romances del Chretien de Troyes[9]. Su argumento principal es el héroe, la fe en Dios y el ideal caballeresco cristiano, en contra del Islam. Y suelen resaltar:

-la felonía de los traidores[10],
-el rol de las damas, con o sin peinados significativos
[11],
-el honor y la belleza física y moral
[12].

d) La Chanson de Roland

            Pertenece a la épica heroica carolingia, que pasó a la historiografía hispana[13], permaneciendo primero en un estado de latencia[14], y tradicionalizándose[15] después.

            No hay que olvidar, no obstante y como sucedió en todos los géneros de la Romania[16], que la Chanson fue puesta por escrito de forma casual, en un momento y con un motivo concreto, posiblemente cercanos a los sucesos narrados[17], en los s. IX-XI.

            A nivel técnico, la Chanson de Roland poseyó:

-un modo dramático de narrar,
-la sensación de que la historia se producía en el mismo instante en que se contaba,
-teatro y música, posiblemente,
-tensión dramática (con comienzos in media res, sin preámbulos),
-el dar por sentado el conocimiento de los personajes,
-sometimiento de la sintaxis a la prosodia (pronunciación, métrica, acentuación…),
-sentido completo en cada verso, y distinto según el personaje que lo dice,
-sintaxis libres, sin subordinaciones o sintaxis trabadas,
-estilo oral formulario, con estructuras sintácticas y discursivas.

            La difusión de la obra, por último, fue enorme y total en toda Europa, pudiendo ser que fuese oída en cada pueblo en su propia lengua vernácula. El primer país en escuchar la Chanson pudo ser muy bien España[18]:

-ya que ambas épicas francesas y española estaban muy hermanadas,
-ya que el contenido de la obra es francés y español,
-por el cauce de difusión que supuso el Camino de Santiago.

            Quedan, a pesar de todo, ciertos interrogantes por resolver, como el de los nombres extravagantes, ciudades falsas, sueños fantásticos, alusiones a gigantes y dragones, ríos divinizados… que triunfaron en España, cuando la épica española era práctica, historicista, austera, veraz[19]. ¿Por qué cantarían eso los juglares españoles?

            La ficción de la Chanson es desmedida (la citación de Córdoba, y el contexto real que se vivía en Córdoba, es lo único exacto de la historia), como se verá a continuación, al igual que hay un deseo de exaltación nacional, entendible sólo desde la óptica del idealismo histórico francés. Consta de 4 partes diferenciadas, a juicio de Martin de Riquer: traición, derrota, victoria, justicia.

 

 

CONTENIDO DE LA CHANSON

 

a) Planes y confabulaciones

            Carlos ha conquistado hasta el borde del mar, menos Zaragoza, sometida al rey Marsil, que adora a Mahoma (I).

            En Zaragoza está el rey Marsil a la sombra de 20.000 hombres (II).

            Blancandrín pide al rey Marsil enviar a Carlos un mensaje de servil fidelidad, ofreciéndole azores, diez rehenes y la promesa de ir a Aquisgrán a bautizarse en la fiesta de San Miguel (III).

            Pero la fiesta de San Miguel pasará sin que Carlos tenga noticia de nosotros… Entonces degollará a los rehenes, y habremos perdido 10 cabezas pero no la bella España” -Se dicen los infieles- (IV).

            Marsil escoge a diez entre los felones, y les anuncia su intención de ir a Carlomagno (V).

            Los enviados de Marsil avanzan hacia Carlos (VII).

            Jubiloso está el emperador, pues Cortes es ya suya, y sus murallas están hechas pedazos. Todos han recibido el bautismo o la muerte. Le rodean Roland y Oliveros, Godofredo de Anjou, Garín, Gerer y otros 15.000. Sentados están jugando al ajedrez, y el rey bajo un faldistorio de oro (VIII).

            Blancandrín llega a Carlos y le aconseja tornar a Aquisgrán (IX).

            Carlos empieza a meditar, pues Marsil es su gran enemigo, y no sabe si fiarse. Entonces el sarraceno le responde que les trae 10 rehenes (X).

            A la madrugada se levanta el emperador, y convoca a los barones y guías francos (XI).

            Convoca también a su sobrino Roland y a Ganelón, por quien ya fueron traicionados (XII).

            ¡Desconfiemos!” -piden los franceses- (XIII).

            Roland comienza a replicar a Carlos: “Marsil ya se portó anteriormente como traidor; debéis proseguir la guerra; pregonad en Zaragoza la llegada de vuestro ejército” (XIV).

            Ganelón, muy altivo, razona a Carlos: “No hagáis caso al truhán; dejemos a los locos y atengámonos a los discretos” (XV).

            Después avanza Naimón y dice al rey: “Ganelón es atinado; sólo basta seguirlo; sería un pecado ir más lejos; tienes en garantía los rehenes”. Los franceses responden: “¡Bien habló Naimón!” (XVI).

            Carlos pregunta que a quien pueden enviar. Roland quiere ir, pero Oliveros se lo impide. Carlos pide que callen, y los francos quedan divididos (XVIII).

            El arzobispo de Reims pide ir él, pero el emperador se lo impide (XIX).

            Ganelón se ofrece, diciendo que es Carlos el que solicita su servicio. Irá a Zaragoza para entrevistarse con Marsil (XXI).

            El emperador tiende su guante derecho a Ganelón, pero cuando va a cogerlo, el guante cae al suelo. Todos los francos exclaman: “Dios, ¿qué significa esto? De tal embajada ha de venirnos tal desaguisado” (XXV).

            Después, le entrega el bastón y el breviario (XXVI).

            Ganelón se adereza la espada y monta en su corcel (XXVII).

            En el camino a Zaragoza, Blancandrín le dice a Ganelón: “Valerosos hombres son los francos, pero un gran agravio están haciendo esos que le aconsejan”. “Eso -responde Ganelón- sólo puede decirse de Roland” (XXIX).

            Roland -dice Blancandrín- quiere hacer esclava a toda nación, y por eso los francos le quieren” (XXX).

            Ganelón y Blancandrín se prometen hacer morir a Roland (XXXI).

            Ganelón llega al rey Marsil y le propone el mensaje de Carlos (XXXIII).

            Marsil muda el color de su piel (XXXIV).

            Dad a Carlos tanto dinero -responde Ganelón-, que todos los franceses se queden asombrados. Por 20 rehenes Carlos se tornará a Francia. Roland y Oliveros son ya muertos, y Carlos verá acabada su altivez, y cesará en su empeño de seguir combatiéndoos” (XLIII).

            Conozco bien la traza -continua Ganelón-. Carlos se internará en los desfiladeros de Cize. Tras él quedará la retaguardia, donde está su sobrino Roland, Oliveros y 20.000 franceses. Enviadle 100.000 de los vuestros para que entablen la primera batalla. Pero repetid al momento el ataque. De entrambas acometidas no puede salir vivo Roland” (XLIV).

            Si conseguís que Roland sea allí muerto -sigue Ganelón-, arrebataréis a Carlomagno el brazo derecho. Carlos no podrá ya reclutar tropas numerosas, y la Tierra Mayor permanecerá en reposo” (XLV).

            Marsil hace traer la ley de Mahoma, y sobre ella jura el sarraceno de España. “Que se cumpla vuestro deseo” -añade Ganelón- (XLVII).

            Y se besan en la mejilla y en la barba (XLVIII).

            Ganelón llega al alba al campamento (LIII).

            Se presentan ante Carlos Ganelón y Blancandrín, y comienzan a hablar con gran astucia: “Yo vi con mis ojos a 400.000 hombres en armas, que escoltaban al Califa. Huían de Marsil por no querer recibir y guardar la fe cristiana. En cuanto al rey, no habrá pasado este primer mes sin que os siga al reino de Francia. El acatará la ley que vos guardáis”. Entre las filas resuenan mil clarines, y todos se encaminan hacia la dulce Francia (LIV).

            Duerme Carlos. Sueña que Ganelón le arrebata su lanza (LV).

            Sueña que un oso terrible le muerde, en Aquisgrán, y un leopardo se le echa encima (LVI).

            Muere la noche y el ejército de Carlos sigue caminando hacia Francia. Ganelón aconseja al emperador poner a Roland en la retaguardia (LVII).

            Cuando Roland escucha que ha de quedarse en la retaguardia, dice irritado a Ganelón: “¡Ah, truhán, hombre vil, de raza perversa! ¿Habías tu creído que yo dejaría caer el guante como tú hiciste ante el rey con el bastón?” (LIX).

            Carlos continúa el regreso a Francia, pero está apesadumbrado porque dejó a Roland en los puertos de España (LXVI).

            Los 12 varones también han quedado en España, con 20.000 soldados que les rodean, todos audaces. Carlos se torna a Francia ocultando lo que sabe, que Francia será destruida por Ganelón, pues fue él quien designó a Roland para la retaguardia (LXVII).

            Marsil envía desde España a sus varones, condes, vizcondes, duques, emires y generales. En tres días, ha juntado a 400.000 hombres de Mahoma. Los gonfalones de Francia los atisban (LXVIII).

            Marsil les dice: “Avanzad, señores, hacia Roncesvalles. Atacaremos a Roland y Oliveros. Morirán los francos y Carlos les llorará. Os regalaré el reino de Francia” (LXXVI).

            Mil clarines suenan para que crezca el estruendo. Los francos lo escuchan. “Oh -responde Roland-, es deber nuestro resistir aquí por Carlos. El error es de los infieles, nuestro es el derecho. Jamás un mal ejemplo” (LXXIX).

            Oliveros responde a Roland: “Del lado de España veo llegar tal estruendo, tantos yelmos, que éstos van a sumir a nuestros francos en un gran apuro” (LXXX).

            Vais a tener una batalla -sigue Oliveros- que no tuvo otra semejante. ¡Caballeros franceses, que Dios os dé su fortaleza!” (LXXXII).

b) Batalla de Roncesvalles

            El arzobispo Turpín sube a una colina y convoca a un sermón a los franceses: “Señores varones, aquí nos dejó Carlos, prestando nuestra ayuda a toda la cristiandad. Confesad vuestras culpas, e implorad la gracia divina. Si fenecéis, todos seréis mártires” (LXXXIX).

            Roland mira dulce y humilde a los francos. Y les dice: “Señores varones, no haya prisa. Los infieles acuden, pero antes de la noche habremos ganado”. Diciendo esto, chocan los dos ejércitos (XCI).

            Los moros reciben, impávidos, la primera acometida (XCIII).

            El arzobispo se arroja contra un moro, y le hunde en la carne su lanzón, diciéndole: “Infiel, embustero” (XCV).

            Roland hace en los moros una gran carnicería. Unos infieles mueren, otros caen desfallecidos. Y el arzobispo bendice la varonía de los francos (CV).

            El arzobispo mata al hechicero Siglorel (CVIII).

            Con gran bizarría espolea su corcel el arzobispo. Va a atacar a Abismo. Los franceses dicen: “Magnifica proeza. En manos del arzobispo, bien a salvo está la cruz” (CXIV).

            La batalla es asombrosa y abrumadora. Roland y Oliveros se baten gentilmente. El arzobispo ha asestado ya más de 1.000 golpes. Los 12 pares no descansan, y los francos combaten en común (CX).

            Los infieles caen por miles. De los 100.000, apenas dos logran salvarse. Pero avanza hacia ellos el rey Marsil (CXI).

            Llega Marsil con su tío Marganice, que viene de Cartago y Etiopía con 50.000 negros (CXLIII).

            Los franceses contemplan un gran número de infieles que por todas partes van afluyendo al campo. Y el arzobispo les habla: “Señores varones, no viviremos más allá de este día. Mas el santo paraíso se os abre” (CXV).

            Roland alza su espada sangrienta, pues escucha lamentarse a los francos (CXXIII).

            Mueren casi todos los caballeros franceses. Sólo quedan 60, que antes de morir se venden muy caros (CXXVII).

            Roland ve la gran derrota de los suyos. Oliveros dice: “Antes morir que la afrenta de una huida” (CXXVIII).

            Roland y Oliveros discuten sobre si tocar el cuerno o no, para que lo oiga y venga Carlos (CXXIX, CXXX y CXXXI).

            El arzobispo oye la querella y acude a ellos y les reprende: “Tañer el cuerno no podrá ya salvarnos, pero tañerlo será siempre lo mejor. Vendrá Carlos y podrá vengarnos, y los de España no podrán retornar alegres. Nos encontrarán muertos y nos conducirán en ataúdes, y no seremos pasto de los lobos, de cerdos y de perros” (CXXII).

            Roland toca a pleno pulmón el olifante. Carlos lo oye y dice: “Combaten los nuestros”. Ganelón le replica: “Si otro lo dijese, parecería una gran patraña” (CXXIII).

            Nada de batallas -continua Ganelón-. Vos sois anciano, y conocéis muy bien la altanería de Roland” (CXXIV).

            ¡Qué varones son los 60 que todavía quedan luchando! Jamás los hubo mejores (CXXXIX).

            Oliveros queda herido de muerte (CXLVI).

            Oliveros se desvanece sobre el caballo (CXLVIII).

            Oliveros no reconoce a Roland, y le hiere sobre su yelmo. Roland le contesta con dulzura y amor: “Señor compañero, soy yo Roland, aquel que tanto os ama” (CXLIX).

            Oliveros junta las manos al cielo y ruega a Dios. Muere Oliveros (CL).

            Muertos están ya los franceses, menos el arzobispo, Roland y Gualterio de Ulmo (CLII).

            Roland, Turpín y Gualterio se arrojan sobre los infieles, sobre 1.000 sarracenos a pie, y 40.000 a caballo, que no se atreven a acercarse. A los primeros golpes, derriban muerto a Gualterio (CLIV).

            Vigilante recibe dardos y flechas, y cae muerto. Roland es derribado (CLX).

            ¡Vuelve el emperador! -se dicen los infieles-; si Roland sobrevive, la batalla está perdida”. 400 moros se abalanzan contra Roland (CLVII).

            Los infieles se dicen uno al otro: “Retirémonos, pues vuelve Carlos el poderoso” (CLVIII).

            Huyen los infieles, furiosos, iracundos, y se encaminan hacia España con gran prisa (CLXI).

            El arzobispo recuesta suavemente a Roland sobre la hierba, con gran dulzura. Luego le aconseja recoger los cadáveres de los 12 pares (CLXI).

            Roland busca por los valles los cadáveres, y encuentra a Garín, Gerer, Berenguer, Atón, Sansón, Anséis y Gerardo. Uno por uno los devuelve al arzobispo (CLXII).

            Roland encuentra el cadáver de Oliveros, y lo lleva al arzobispo, cayendo él también en tierra desmayado (CLXIII).

            Turpín va a buscar agua para Roland, pero está tan débil que cae de bruces (CLXV).

            Muere el arzobispo Turpín (CLXVI).

            Roland trata de recobrarse para ayudar al arzobispo, pero se desploma hacia arriba, sin sentido (CLXVIII).

            Un moro que fingía estar muerto se hace con las armas de Roland (CLXIX).

            Roland hiere al moro con el olifante (CLXX).

            Roland ha muerto, y su alma vuelve al Dios de los cielos (CLXXVI).

            El emperador hace sonar las trompas. Los francos echan pie a tierra y se ciñen las espadas. Todos van a combatir por Roland, pero no sirve de nada. Llegan demasiado tarde (CXXVI).

            Cabalga muy colérico el emperador, y los franceses dolidos. No hay uno que no llore apenado. Carlos hace prender a Ganelón, y lo entrega a las gentes de la cocina. Le asestan cuatro puñaladas, y le echan al cuello una cadena (CXXVII).

            Carlomagno llega a Roncesvalles. No queda allí terreno donde no yazga un francés o un pagano. “Dios -exclama Carlos-, ¿por qué no estuve aquí al comenzar la batalla?”. 20.000 caballeros se desmayan, llenos de lastima (CLXXVII).

c) Batalla imperial

            Un ángel se acerca al emperador y le ordena: “Carlos, cabalga, que podrás vengarte de esa turba criminal” (CLXXIX).

            Huyen los infieles, y los francos les van dando caza. Los acorralan en Val de las Tinieblas, y los empujan hacia Zaragoza. El Ebro les corta la retirada (CLXXX).

            Todos los infieles que huían caen muertos, unos por el hierro y otros anegados por el Ebro, cuando se tiraron a la desesperada (CLXXXI).

            El emperador establece allí su campamento (CLXXXII).

            Por todos los prados los franceses se han dormido (CLXXXIV).

            Por una visión, Carlos ve truenos, y más de 30.000 perros hay ahí contra los francos, que gritan: “Carlomagno, socórrenos” (CLXXXV).

            Carlos tiene luego otro sueño, viendo a 30 osos que venían hacia él en Aquisgrán, y cada uno hablaba diciéndole: “Devolvédnoslo, señor” (CLXXXVI).

            El rey Marsil logra llegar y refugiarse en Zaragoza. Ante él, su mujer llora y grita. Arrojan a Mahoma a un foso, donde cerdos y canes lo pisotean y le muerden (CLXXXVII).

            El rey Marsil pide socorro al emir de Babilonia; si no viene, Marsil renegará de sus dioses y aceptará la fe cristiana, concertando la paz con Carlomagno. El emir Baligán convoca en Alejandría a sus gentes de 40 reinos (CLXXXIX).

            La flota infiel navega por el mar y llega al agua dulce del Ebro. Remontan el Ebro y llegan a Zaragoza (CXCI).

            El emir de Babilonia habla a todos: “Escuchad. Carlos viene haciendo una guerra tenaz por toda España. Ahora voy yo a atacarle a la dulce Francia” (CXCII).

            Sus hombres aplauden la promesa del emir (CXCIII).

            El emir Baligán es fuerte y cuenta con 4.000 chalanas, esquifes, barcos y galeras (CXCVII).

            Clariano informa al emir sobre la batalla de Roncesvalles, cuando 20.000 franceses perdieron la vida, y el rey Marsil la mano derecha. Le dice que Carlomagno llegó luego y les persiguió violentamente, acampando a sus franceses en la ribera del Ebro. Baligán se llena de altivez, y erguido exclama: “¡Varones, al instante, dejad los navíos! ¡A caballo y al galope! Si no se escapa el viejo Carlomagno, pronto hemos de vengar al rey Marsil” (CC).

            Al amanecer se despierta Carlos y todos los de su ejército. Luego van a ver la asombrosa derrota de Roncesvalles (CCIII).

            20.000 franceses hay allí traspasados de un dolor grande, y encuentran a Roland caído y con su rostro mirando hacia España (CCVII).

            A todos sus amigos franceses los van llevando, al punto, a una misma fosa (CCXII).

            El emperador se decide a emprender ya el regreso al campamento, cuando ante él surge la vanguardia de los infieles de Arabia. Carlos grita con voz alta y potente: “¡Varones franceses, a caballo y a las armas!” (CCXIV)

            El emperador se arma el primero (CCXV).

            Por todo el campo los de Francia descabalgan, y más de 100.000 se arman a la vez (CCXVI).

            El emperador invoca a Dios y se persigna (CCXXVI).

            Echan a tierra los infieles, y el emir no quiere demorarse (CCXXVIII).

            Cabalga el emir entre las filas de su ejército. Cuentan con soldados en prodigioso numero; en el menor escalón hay 50.000 (CCXXXII).

            Las gestas de los francos enumeran 30 escalones infieles de combate, por 10 de los suyos. Desmesurado es el ejército donde cabalgan los infieles (CCXXXIV).

            El emir es muy poderoso, y ante él hace llevar un dragón (CCXXXV).

            El emir es un hombre de gran sabiduría. Convoca a sus hijos y les dice: “Cabalgaréis en la vanguardia de todas mis tropas. Pero de éstas yo quiero retener tres cuerpos de ejército. Si el emperador me reta, yo he de arrancarle la cabeza” (CCXXXVI).

            Carlos, cuando ve al dragón y al emir, y calcula la gran multitud de árabes, exclama: “¡Que venga conmigo el que quiera ya atacarlos!” (CCXXXIX).

            Chocan los ejércitos de vanguardia (CCXL).

            La batalla es asombrosa y pesada. Ni antes ni después se vio jamás otra más ruda (CCXLIII).

            Todo el suelo está sembrado de roja hierba (CCXLIV).

            Malprimis empieza a hacer gran estrago entre los de Francia (CCXLVII).

            De unos y de otros hay ya muchos cadáveres. En los varones francos hay una gran contrariedad (CCLII).

            El emir Baligán invoca a Mahoma, pero malas noticias le llegan: la muerte de su hijo y de su hermano (CCLIII).

            El emir pregunta a su consejero sobre la batalla, y éste le responde que Carlos vencerá, pues sus hombres son más valientes, y su raza es atrevida en el combate. Además le predice su muerte (CCLIV).

            El emir, suceda lo que suceda, no puede ya ocultarse. Hace sonar la bocina y convoca a todas sus tropas (CCLV).

            Carlomagno acomete a matar al dragón. Baligán ve en el suelo ultrajado el estandarte de Mahoma, y comienza a darse cuenta de que la sinrazón es suya, y que a Carlos le acompaña el derecho (CCLVII).

            Baligán y Carlos continúan briosamente la batalla, de una y otra parte. Se retan el uno al otro, y se cambian los primeros golpes y lanzadas. Los dos reyes caen, y desenvainan las espadas (CCLVIII).

            Los dos caudillos se hieren a cuerpo descubierto (CCLIX).

            Baligán propone a Carlos ser su súbdito, e ir con él a Oriente. Carlos le responde que se haga el cristiano, y así le amará (CCLX).

            El emir golpea a Carlos en el yelmo, se lo parte, arranca un trozo de piel y deja su hueso al desnudo (CCLXI).

            Un ángel le dice a Carlos que no va a morir. Carlos se recupera y acomete al emir con la espada de Francia, rompiéndole el yelmo y partiéndole la cabeza hasta la barba. El emir de Babilonia cae muerto. Carlomagno reúne a los suyos (CCLXII).

            Los infieles comienzan a huir, pero son perseguidos por los francos (CCLXIII).

            Los francos acorralan a los infieles, y les dan caza a la entrada de Zaragoza. El rey moro Marsil lo oye y cae muerto de dolor, y entrega su alma a los demonios más viles (CCLXIV).

            Carlomagno ha ganado la batalla, y matado a todos los infieles. Toma la ciudad de Zaragoza (CCLXV).

            Mas de 100.000 ciudadanos de Zaragoza son bautizados, menos la reina. Carlos quiere que la reina mora se convierta por amor (CCLXVI).

            Carlos deja en Zaragoza a 1.000 caballeros y emprende la vuelta lleno de gallardía. Cabalgan por los montes y valles, dirección a Aquisgrán. Llegan a Burdeos (CCLXVII).

            Los francos llegan a Aquisgrán (CCLXVIII).

 

 

COMENTARIO SOBRE LA CHANSON

 

 

La Chanson de Roland consiste en una narración épica, de transmisión oral y puesta por escrito, que trata de reflejar a nivel popular los ecos que la venida de Carlomagno supuso en España.

Podemos afirmar que:

-existe un trasfondo real a los hechos acaecidos aquel 778 en la zona pirenaica y aragonesa,
-no existe fidelidad, ni intento de fidelidad, a la hora de describir cada uno de los hechos sucedidos.

a) Hechos históricos en la Chanson

            Según las crónicas y anales de la historia, nos encontramos con dos corrientes de fuentes distintas, ambas en compatibilidad y coincidencia elevada en el relato de hechos:

-según las fuentes latinas, Carlomagno el 778 entra en Pamplona, recibe rehenes de varios caudillos sarracenos, y regresa a Francia después de destruir los muros de Pamplona y subyugar a los vascones hispanos. Llevándose consigo a Ibn Al-Arabí como preso a Francia, sufre un desastre en la retaguardia del ejército, donde alojaba el botín;

-según las fuentes árabes, Carlomagno hace prisionero a Ibn Al-Arabí, y sufre a manos de sus hijos un revés militar en su regreso a Francia, como obra de musulmanes unidos a vascos.

            A esto habría que sumar los dos contextos de ambas fuentes:

-según el contexto latino, Carlomagno quiere extender su poder más allá de los Pirineos, y obtener poder sobre ciertas ciudades hispanas;
-según el contexto árabe, los valíes del norte de España desacataban la autoridad de Abderramán I de Córdoba, y pudieron pedir ayuda para ello a Carlomagno.

            Uniendo las fuentes y contextos en que se escribieron tenemos:

-Ibn Al-Arabí incita a Carlomagno para que intervenga en la rebeldía de Zaragoza contra Abderramán,
-Carlomagno llega a España, e Ibn Al-Arabí le entrega rehenes en fidelidad,
-Carlomagno va a Zaragoza, y allí aprisiona a Ibn Al-Arabí,
-el ejército de Carlomagno es sobresaltado en territorio vascón.

b) Causas históricas en la Chanson

            Es incontestable que la causa de la venida de Carlomagno a España fue principalmente sarracena. En efecto, Abderramán I de Córdoba atravesaba un periodo difícil, pues:

-por el norte, Barcelona, Huesca y Zaragoza le negaban la debida obediencia, desde el 774;
-por el sur, Al-Mahdi de Bagdad aspiraba a restablecer el dominio de los abasíes sobre España.

            Abderramán opto por comenzar solucionando la sublevación del norte de España, y para ello envió un ejército, a las órdenes de Thalaba Ben Ubayd, para sitiar las ciudades rebeldes. Es aquí cuando Ibn Al-Arabí de Zaragoza:

-pensó en buscar el apoyo de Carlomagno,
-se presenta junto a otros en Westfalia para entrevistarse con Carlos, mientras éste celebraba la dieta de Padeborn-777,
-promete a Carlomagno, en pago por su ayuda, la ciudad de Zaragoza.

            Un hecho hace a Abderramán aflojar su campaña contra el norte rebelde de España: Al-Siqlabi de Bagdad, junto a un imponente ejército berberisco, ha desembarcado en las costas de Todmir-Murcia, en enero del 778, y le ha declarado la guerra total[20].

            Zaragoza ya podía respirar algo más, y Al-Arabí y los suyos también.

            Pero Carlomagno estaba en marcha, en el gigante proyecto sobre España que había ideado, y del que había dado cuenta al papa Adriano I[21]. En abril del 778 parte Carlos de Chasseneuil con la idea de invadir España, destruir Córdoba, y quedarse con gran parte de su territorio. Para ello:

-una parte del ejército entraría por Pamplona (los francos, bretones y aquitanos),
-otra parte del ejercito entraría por Barcelona (los austrasianos, borgoñones, bávaros, longobardos, provenzales y narbonenses).

            Tras la toma de Pamplona y Barcelona, ambos ejércitos se dirigirían a Zaragoza, y la victoria sobre España sería ya total.

c) Contratiempo de Zaragoza y regreso a Francia

            El ejército oriental de Carlomagno atravesó el Petrus, y tras Gerona y Barcelona se presentó en Zaragoza. El ejército occidental atravesó Roncesvalles, y tras Pamplona se presentó en Zaragoza.

            Pero he aquí el drama de Carlomagno, pues:

-el rey moro de Zaragoza se niega a entregar su ciudad, según lo que se había convenido en Paderborn[22],
-le llegan noticias de una revuelta sajona, que está incendiando sus tierras hasta el Rihn
[23].

            Carlomagno, con 36 años, se retira y vuelve a Francia. Decide que no puede perder meses sitiando a Zaragoza, y dejar a su ejército en medio de una tierra hostil y llena de sarracenos. No obstante, se lleva consigo algunos rehenes, entre ellos a Ibn Al-Arabí, y botines obtenidos por España.

d) Los vascones

            Es la parte de la Chanson con más trascendencia en la historia, aunque haya habido confusión de identidades a la hora de escribir quienes fueron los que asaltaron a Carlomagno en su camino de vuelta a Francia[24].

            La clave de interpretación está en Pamplona. Pues así como el paso de Carlomagno por Barcelona había supuesto pisar suelo pseudo-franco desde la conquista de Pipino en 759, y Cataluña había estado muy asociada al reino godo narbonense, Pamplona se había mostrado siempre rebelde al Estado visigodo, narbonense, franco y musulmán, y había unido a vascones y pamploneses en pro de una independencia radical.

            El ejército carolingio, de 5.000 caballeros de armadura pesada, y 10.000 peones divididos entre la vanguardia y grueso (ocupando 7 km. en filas de 3) y retaguardia (donde Carlos puso a sus capitanes, para custodiar el botín y rehenes) decide retirarse por Roncesvalles, en un error quizás garrafal[25].

            Tras atravesar de nuevo Pamplona y dejarla asolada (destruyendo sus murallas defensivas), Carlomagno se vuelve creyendo haber cumplido su misión.

            Pero en los puertos de Roncesvalles le esperaba la encerrona[26]:

-los musulmanes, ansiosos de recuperar a Ibn Al-Arabí y sus rehenes,
-los vascones, aliados fácilmente de los musulmanes, con la promesa de llevarse las provisiones y botín.

            Murieron la mayor parte de los magnates áulicos, y entre ellos y como relata la Chanson de Roland: Eggihardo, el prefecto de la mesa regia; Anselmo, el conde de palacio; y Roland, el prefecto de Bretaña[27].

e) Lugar de la batalla

            Ni los Anales ni la Vita Karoli se ponen de acuerdo en el lugar donde sucedieron los hechos narrados por la Chanson de Roland. Según los primeros, “Pyrinei saltum ingresus est”, y según la segunda, “in ipso Pyrinei jugo”.

            Según las principales interpretaciones, se trataría de:

-el puerto de Jaca, según Paul Raymond,
-el puerto de Pertus, según Rita Lejeune,
-el puerto de Velate, según Fawtier, pues continúa hacia el valle del Baztán, Maya, Bayona y Dax,
-el puerto de Luzaide, según Campion y tradición conservada por los vascones, pues concuerda con el valle de Valcarlos,
-el puerto de Roncesvalles, según Bedier, pues continúa hacia San Juan Pie de Puerto, Ostabat y Dax, como camino natural de peregrinos a Santiago.

            No obstante, es evidente que:

-Carlomagno utilizó una calzada romana para atravesar la cumbre,
-la batalla carolingia ocurrió en una cumbre.

e.1) Puerto de Roncesvalles

            Fue el lugar donde, efectivamente, se desarrolló la batalla carolingia, recogida por la Chanson de Roland y las crónicas musulmanas. Con 960 m. sobre el nivel del mar, Roncesvalles era un espacioso llano en lo alto del Pirineo, de 6 x 4 km. de bosques de hayas, robles y fresnos, y riachuelos y arroyos. En medio de él, y a modo de epicentro, se situaba el monasterio francés de Santa Fe de Conques, y hoy el pueblo de Burguete o Burgo de Roncesvalles.

            Como picos que se elevaban sobre este llano, se situaba el monte Guirizu (1280 m) y el alto de Don Simón (1172 m), por entre los cuales se estrechaba la calzada que subía, durante 1,5 km, hasta el puerto de Ibañeta.

            El puerto de Ibañeta (1062 m) era el más bajo que atravesaba el camino de peregrinos a Santiago, y se abría entre el Guirizu y las estribaciones del Altobiscar. Allí se encuentra, hoy en día, la Capilla de Carlomagno, que según la tradición, vertía las aguas a Francia por su tejado norte, y hacia España por su tejado sur.

f) Consecuencias de la batalla

            Carlomagno no pudo consumar su venganza sobre vascones ni valíes de ipso facto, ni tampoco cumplir la promesa hecha al papa de ayudar a la Iglesia del horror sarraceno español.

            No obstante, y una vez sofocadas las revueltas de aquellos “pérfidos, perjurados y devastadores” sajones[28], con bautismo incluido de su caudillo Witikind en 785, Carlomagno envió misivas a las ciudades norteñas españolas, pidiendo sumisión y tratados de fidelidad al Imperio franco.

            Huesca en 790, Pamplona en 806 y Zaragoza en 809, por no citar a las ciudades condales catalanas, se pusieron en manos y sumisión total al emperador Carlomagno de Aquisgrán.

 

Manuel Arnaldos   
Mercaba, diócesis de Cartagena-Murcia    

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Indice: www.mercaba.org/EnciclopediadeHistoria/1.htm 
 

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[1] Desde el recibimiento que hizo el papa INOCENCIO I al rey godo ALARICO a la puerta de Roma el 24 agosto 410, hasta el tratado que el papado hizo con los francos en el Concilio de Adgé-494, así como la destitución que hizo el papa ZACARIAS I del último rey merovingio CHILDERICO III en 751, o el reconocimiento sagrado que dio el papado a PIPINO como “rey de todos los francos” en el Concilio de Soissons-751…

            … todo esto muestra hasta qué punto el pontífice romano ejercía su soberanía sobre la Alta Edad Media (al igual que sucederá en la Baja Edad Media, con el Imperio germano, sucesor del Imperio franco).

            (cf. LLORCA, G; VILLOSLADA, R; LABOA, J.M; Historia de la Iglesia Católica,  Edad Media, vol. II, ed. BAC, Madrid 1996, pp. 32-106).

[2] REGINE PERNOUD (Chinon 1909-París 1998) fue paleógrafa y doctora en Historia Medieval, y conservadora del museo de Reims, del Museo de Historia Francesa, de los Archivos Nacionales de Francia. Es una de las especialistas con mayor reconocimiento mundial en la Edad Media. Con una fina ironía patente en todas sus obras, Pernoud hace saltar por los aires muchos de los tópicos sobre el mundo medieval, revisando la producción literaria de la época, sus logros artísticos, el papel de la mujer, los códigos de honor y los rituales sociales, así como la implicación entre el poder temporal y el espiritual.

[3] “Es imposible circular por Europa sin ver un campanario medieval. Es más, cualquier región europea no suele poseer ningún museo importante, y en cambio amontona riquezas en monasterios, literatura popular, arte parroquial rural, frescos románicos…. Así mismo, la afluencia de turistas es habitual en los edificios medievales. El Mont Saint Michel recibe más visitantes, por ejemplo, que el mismo Louvre de París… En todos los lugares se han ido creando clubes arqueológicos, talleres de restauración y excavación, sobre todo resto medieval”.

             (cf. PERNOUD, R; Para acabar con la Edad Media, ed. Olañeta, Palma de Mallorca 1999, pp. 20-36).

[4] cf. PERNOUD, R., op.cit, p. 59.

[5] Es el caso de Mocedades de Rodrigo, Mío Cid, Roncesvalles

[6] Como es el caso del Libro de Alexandre sobre ALEJANDRO MAGNO…

[7] El Cantar de Fernán González, sobre el nacimiento de Castilla, por ejemplo, se plasmó y transmitió a través de las dos épicas a la vez.

[8] No hay que confundir a los juglares (especie de informadores del pueblo llano) con los trovadores (informadores oficiosos de la corte).

[9] El romance vino del desmembramiento del Cantar de gesta.

[10] El traidor que era apresado no se atrevía ni a pedir perdón, a diferencia del buen soldado, que a menudo aparece llorando (humanismo cristiano medieval) o pidiendo clemencia y perdón.

             El canon del soldado medieval se resumía en su armadura y espada, jurando fiereza por medio de su barba, y sabiduría si éste se la mesaba.

[11] El simbolismo del peinado femenino se reducía a que si llevaban el pelo largo, mostraban que estaban vírgenes y puras; si llevaban el pelo recogido, es que ya estaban casadas o comprometidas.

             El canon de la mujer medieval era el de la virgen María, como la gran madre bondadosa. Las mujeres podían ser vasallas, trabajadoras, cortesanas o religiosas. Caso especial fueron las beguinas, especie de mujeres cristianas que cuidaban a los pobres, se juntaban para rezar a Dios, traducían los evangelios a sus lenguas vernáculas.

[12] Inspirado en la pirámide feudal social, pero también en la teológica. Así tendríamos: Dios-rey, ángeles-delegados, plebe-pueblo. Importante era que esa ciudad terrena, a semejanza de la celestial, tuviese los mismos ideales y estilos de vida y pensamiento.

[13] Fuertes son las discusiones acerca de si la épica española pertenece al tronco de la épica francesa, o es una mera traslación de la épica francesa.

            En 1859 WORLF afirmó que en España se implantó directamente la épica francesa.

            En 1865 GASTON PARIS dijo que España no tuvo epopeya propia, a pesar del Mío Cid y Mocedades de Rodrigo.

            En 1874 FONTANALS demostró que Mío Cid y Mocedades de Rodrigo no fueron trasplantes franceses, sino que Castilla gozaba de épica heroica oral, hoy perdida pero existente por las crónicas de la época.

            Según MENENDEZ PIDAL hay un hecho inédito y propio de la épica española, como fue la exacta historiografía y datos geográficos, las rimas y las prosificaciones.

[14] Estado en el que, según MENENDEZ PIDAL, algunos cantos permanecieron vivos en algunos pueblos, y resultaron coincidir con el tiempo, desde diversos puntos, en una amplia base común, y tras siglos de silencio literario, con la puesta por escrito. Es lo que comenzó percibiendo en el Cantar del Conde Arnaldos, y descubrió después en los romanceros.

[15] Por proceso de tradicionalización entendemos, en palabras de MENENDEZ PIDAL, al proceso de cambio constante en detalles desde que:

-el texto se pone por escrito por un solo autor,
-el texto se pone en manos de los difusores-juglares, que lo llevan a los grandes públicos,
-la gente se aprende lo que dicen los juglares (poesía popular),
-las siguientes generaciones lo van transmitiendo (poesía tradicional),
-el texto inicial ha recibido diversas modificaciones (se ha tradicionalizado).

[16] Principalmente, agrupados en 3 géneros provenientes de la antigua épica clásica griega:

-épica latina, culta y escrita, que llegaría hasta el Renacimiento,
-épica germánica,
-épica románica, heroica, no culta y oral, sin contacto con la escritura. Aquí se integra la épica francesa, provenzal, anglo-normanda, lombarda e hispana.

            En todos estos territorios, las lenguas romances (de ahí la designación geográfica de Romania), con tronco común en el latín, eran las habladas, mientras que la escritura latina era la escrita.

[17] Tal es el caso del Mío Cid, cantado por toda España sobre el personaje Rodrigo DIAZ DE VIVAR, y cuya puesta por escrito respondió al propio Concejo de Vivar, que quería tener escritas las reseñas de su héroe local.

             O el caso de los Milagros de Nuestra Señora, sobre leyendas cristianas pasadas, y cuya puesta por escrito respondió al deseo de GONZALO DE BERCEO de hacer propaganda de su monasterio de San Millán.

[18] Donde debió darse, incluso, la coincidencia temporal de varias versiones del Cantar, ya que hay crónicas de la época que:

-acusan a los navarros de la emboscada a CARLOMAGNO (Crónica Silense, de 1110, donde un monje de Silos resalta que “Carlos nunca tuvo nada que ver con los moros en los Pirineos, como así dicen los franceses”, y alude al oro de Zaragoza y a volverse tras ello a Aquisgrán);

-acusan a los sarracenos españoles, sin distinción (Vita Karoli, de Eginhardo, o la misma Chanson de Roland, en pro de las hazañas de los francos);

-hablan de la emboscada de los vascones (la mayoría de los Anales), de BERNARDO DEL CARPIO, sobrino de ALFONSO II DE ASTURIAS (el Roncesvalles)  o musulmanes aliados con los vascones (las crónicas árabes).

            Lo cierto es que JIMENEZ DE RADA, “el Toledano”, conocía otras versiones del Cantar, omitentes de las muchas ciudades que, según el comienzo de la Chanson, CARLOMAGNO conquistó en España (y que luego continuaron denunciando las crónicas españolas, como la Crónica Silense).

[19] Sobre el verismo español, véanse las obras El Mainete, Bernardo del Carpio, el Roncesvalles (sobre temas carolingios) o Siete Infantes de Lara, el Infante García, Particiones del Rey don Fernando, Mío Cid...

[20] Guerra que duraría dos duros años, y en la que, por otro lado, AL-ARABI DE ZARAGOZA le negó la ayuda al califa de Bagdad, a pesar de la invitación que el bereber le hizo para unirse a su causa contra ABDERRAMAN I DE CORDOBA.

[21] Se sabe de él por la carta que el pontífice le contesta desde Roma en mayo del 778, donde le promete oraciones y la protección del ángel del Señor, que irá delante de sus batallas.

            Parece ser, en este sentido, que el motivo que movió a ambos para la conquista de España fue meramente religioso, o por lo menos el papa ADRIANO I así se lo inculcó a CARLOMAGNO.

             Es también lo que nos dirá LUIS EL PIADOSO hacia 840, cuando afirme que se trata de cruzar los Pirineos para ayudar a la Iglesia contra el yugo del Islam.

[22] Ya se dijo que el aire había cambiado de dirección, con la batalla que ABDERRAMAN I DE CORDOBA tenía que librar con el califa de Bagdad, y los rebeldes moros del norte ya no necesitaban la ayuda de CARLOMAGNO, ni tampoco entregarle Zaragoza en pago por la ayuda.

[23] Abanderados por un tal WITIKIND DE SAJONIA, los sajones se había sublevado en Renania, lo que puede explicar la vuelta apresurada a Francia de CARLOMAGNO, así como, y según se verá en su momento, el no volver de momento a Pamplona para vengarse de los vascones, ni a Zaragoza para vengarse de los valíes.

[24] Según las crónicas musulmanas, los asaltantes fueron los hijos de AL-ARABI DE ZARAGOZA, para vengarse de CARLOMAGNO y rescatar así a su patriarca. Según las crónicas francas, los asaltantes fueron los vascones, bandoleros que buscaban los botines obtenidos por Carlomagno en España.

[25] Tenían muchas otras opciones de retirada, como se verá en el análisis geográfico realizado a continuación.

[26] También se verá en el análisis geográfico como Roncesvalles era un auténtico y emboscado desfiladero, que:

-incapacitaba a los jinetes y caballos, ya cansados de por sí de la subida,
-hacía inútiles las lanzas y espadas,
-hacía pesadísima, por el calor y cuesta arriba, las enormes lorigas carolingias,
-impedía con facilidad volver en socorro de los atacados.

[27] Todos ellos fueron devueltos por CARLOMAGNO a Francia para recibir sepultura y reconocimiento heroico. Y alguno de ellos, como EGGIHARDO en la Iglesia San Vicente de Dax, con reconocimiento martirial.

[28] Según la propia descripción que hace de ellos el Chronicon Moissiacense-818.