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TACIANO EL SIRIO

resumido por

ESCUELA DE JÓVENES CRISTIANOS, FILIAL DE MERCABÁ

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Taciano (120-173) fue apologeta sirio convertido a Cristo del paganismo, que trató de hacer ver a los griegos sus incongruencias y mostrar la coherencia de los cristianos.

Vida. Taciano nació "en la tierra de los asirios", según él mismo atestigua en sus obras, y creció en una familia pagana. Recibió una educación griega y se dedicó al estudio de las ciencias enciclopédicas, con una especial atención por la vida de los filósofos, aunque no así por sus doctrinas. En calidad de sofista, viajó mucho para hacer admirar su talento.

A pesar de su su educación y crecimiento pagano, Taciano se inició en los misterios cristianos con la esperanza de encontrar en ellos la verdad, y la lectura de la Sagrada Escritura produjo en él un impacto espiritual definitivo.

Durante su estancia en Roma, donde se convirtió al cristianismo, Taciano conoció y se hizo discípulo de Justino, a quien cita siempre con un reconocimiento especial. Debido a esta influencia, y a la inmoralidad creciente del paganismo, Taciano empieza a sentir odio por el mundo, y por las ideas en las que anteriormente se había formado.

A la muerte de Justino, Taciano funda una especie de didascalia (cf. Ireneo, Contra Herejes, I,28), abandona Roma y se dirige a Oriente, donde activamente trabaja para propagar sus doctrinas.

Obras. Según refiere Eusebio (Historia Eclesiastica, IV, 29) Taciano escribió un gran número de libros, pero hoy en día sólo se conservan dos: el Diatessaron y su Discurso contra los Griegos. Fueron obras suyas el De Animalibus, De Natura Daemonum, Divinis Tractaverunt, Quaestionum y De Perfectione secundum Salvatorem.

Su Discurso contra los Griegos fue una apología del cristianismo, que expone que la doctrina cristiana es más exacta que todas las enseñanzas de los filósofos, y más antigua porque comenzó con Moisés. De particular interés es el catálogo que aporta sobre las estatuas existentes en Roma, de donde va sacando sus argumentos para probar la inmoralidad del paganismo.

Harnack y Zahn afirman que el Discurso fue compuesto en Roma entre 150 y 155, mientras otros sostienen que fue escrito en Grecia del 165 al 172.

Por lo que respecta a su contenido, el escrito consta de 42 capítulos distribuidos en: introducción (1-3), una 1ª parte (4-30) en la defiende la superioridad bárbara (judía y cristiana) sobre la griega, una 2ª parte (31-41) en la que aborda la antigüedad de las culturas bárbara y griega, y una conclusión (42).

El Diatessaron es una síntesis de los evangelios, según unos escrita en Siria tras el 173, y según Ortiz de Urbina escrita en Roma, siendo discípulo de Justino (ca. 165). En 1934 se encontró en las ruinas de Dura Europos un fragmento del Diatessaron en lengua griega (ca. 254), lo que alude a que el original siríaco fue traducido y conocido en las generaciones posteriores. También lo citó Efrén, Afrahates y el Liber Graduum, así como Tito de Bostra en su Contra Maniqueos. Por Teodoreto sabemos que había 200 copias del Diatessaron en su ciudad, y que a los fieles servía de compendio evangélico (Fábulas Heréticas, I, 20).

Es admitido por los orientalistas un gran influjo del Diatessaron en casi todas las recensiones antiguas de los evangelios. Tanto el Códice de Beza como la Vetus Latina, y las citas de Novaciano, parecen suponer una versión antigua latina del Diatessaron. En Oriente existen versiones persas, armenas, y árabes, y hay quien reconoce vestigios del Diatessaron en los evangelios siro-palestinos, así como en los ibéricos y turcos (cf. Ortiz de Urbina, Patrología Siríaca, Roma 1965, p. 36).

Son partes del Diatessaron: 1º el prólogo de Juan sobre la existencia del Logos (desde la eternidad), junto a los principales sucesos de Jesús hasta las bodas de Caná; 2º la vida pública de Jesús, distribuida según el evangelio de Juan; 3º la muerte y resurrección de Jesús, y su ascensión al cielo.

Dios. Taciano defiende en su Discurso que existe un solo Dios y desde la eternidad, ya que no empezó a existir en el tiempo. Sólo él es principio que no tiene principio, y es causa y principio de todas las cosas. Aunque Dios es espíritu, él es el creador de las cosas materiales, y mediante éstas nos es posible su conocimiento. Es decir, que por sus obras llegamos a conocer su omnipotencia divina. A él debemos nuestro honor, adoración y admiración, y no a las cosas que él ha creado por nosotros. Sólo Dios debe ser temido y adorado.

Jesucristo. Taciano considera al Logos como en un doble estado: antes de la creación y en el momento de la creación. En el 1º, el Logos estaba en Dios al modo de una dínamis o fuerza, mediante la cual Dios habría creado todas las cosas. En el 2º, el Logos sale como fuera del Padre como "luz de luz", y obra todo en él.

Como Justino, Taciano pone el principio de la generación del Verbo, pero no en el entendimiento sino en la voluntad del Padre. A su vez, la generación del Verbo no ha supuesto en el Padre una ruptura o disminución de naturaleza, sino una comunicación. Al Logos se debe la creación del mundo material, de los hombres y de los ángeles. Y de este Logos que se encarna, en Cristo, dice explícitamente Taciano que es Dios.

Espíritu Santo. En el cap. 13 del Discurso habla Taciano del Espíritu Santo como del "diácono del Dios que ha sufrido". Este Espíritu inhabita en las almas de los hombres justos, y es considerado no sólo como el principio de toda santidad, sino también como el que hace conocer las cosas futuras a los profetas.

Cosmología. Si bien Dios no conoce principio, defiende Taciano, no se puede afirmar esto mismo de las cosas del mundo. Éstas han sido creadas, y lo han sido por aquel que es Hacedor de todas las cosas: el Logos o Jesucristo.

Antropología. El alma, dice Taciano, no es per se inmortal, ni la inmortalidad le deviene por su esencia espiritual. Sino que le viene del hecho de la posesión de la verdad y conocimiento divino. Si no tiene el conocimiento divino, el alma se disolverá juntamente con el cuerpo, y resucitará a una con él (al fin del mundo) para recibir la muerte, mediante suplicios en la inmortalidad. Si posee el conocimiento divino, ya no morirá de nuevo, aunque temporalmente sea separada o liberada (cf. Discurso, XIII).

En cuanto a la caída del hombre, ésta es descrita por Taciano en estos términos: "No fuimos creados para morir, sino que morimos por nuestro pecado. Nos perdió nuestro libre albedrío; y hemos quedado esclavizados, los que éramos libres; por el pecado hemos sido vendidos. Nada malo ha hecho, sino que nosotros mismos somos la causa de nuestra culpa" (cf. Discurso, XI).

Escatología. Taciano defiende que habrá una resurrección de los cuerpos al final del mundo, y que ésta se sucederá no como dicen los estoicos, sino una sola vez, para que se realice el juicio que Dios Creador ha de presidir (cf. Discurso, VI).

Doctrinas erróneas. Los autores suelen ver la causa de la caída de Taciano en el orgullo que se apoderó de su persona, a raíz de la muerte de su maestro Justino, y que eso le llevase a una serie de doctrinas posteriores que pueden ser llamadas encratistas. En concreto, consistían dichas doctrinas en un moralismo riguroso que consideraba el matrimonio pagano como fornicación, y el uso de alimentos cárnicos y del vino como idolatría. Como vemos, acabó Taciano defendiendo que la materia es intrínsecamente mala, y acabó afirmando la condenación de Adán.

Ver aquí su Diatessaron () y su Discurso contra los Griegos ().
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cf. IBAÑEZ, J; "Taciano", en Gran Enciclopedia Rialp, ed. Rialp, Madrid 1991.

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Molina de Segura, 6 de Mayo de 2024