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Antonio
Abad (251-356) fue el padre de la vida eremítica, el primero de los
padres del desierto y el principal exponente de la espiritualidad del
desierto. Vida.
Antonio nació en Coma de Heracleópolis (Egipto Central, en la orilla
izquierda del Nilo), de padres patricios romanos.
Al fallecer éstos (ca. 270), confía su única hermana a una comunidad de vírgenes
y, una vez distribuidos todos sus bienes entre los pobres, se retira a un lugar
solitario para emprender una vida anacoreta. En
ese lugar solitario vive
hasta los 35 años, edad a la que decide adentrarse
en los montes Pispit (junto al Mar
Rojo) y
organizar una auténtica comunidad cenobita, con todos aquellos
que deseen seguir su ejemplo. Durante la persecución de Maximino
(ca. 311)
marcha a
Alejandría y allí se
consagra al socorro y consuelo de los mártires cristianos. Poco después, abandona Alejandría
y se establece en Colztum (a 40 km del Nilo), en un lugar totalmente
aislado. Hacia el
335 Antonio es
requerido en Alejandría por el obispo Atanasio, a fin de que combata a los
arrianos. Tras lo cual, vuelve a su retiro del Mar Rojo, y allí pasa los últimos
20 años
de su vida. En
esta etapa final accede
Antonio a que dos de sus discípulos vivan con él, con
la condición de que, una vez acaecida su muerte, no revelaran a
nadie el lugar de su sepultura. Según la leyenda, su tumba fue descubierta el 565, y su cuerpo
fue transportado a Alejandría y luego a Constantinopla (ca. 635). De allí sus
reliquias serían transportadas a Occidente,
en los s. IX
y
X. La primera biografía
de
Antonio, escrita por
Atanasio de Alejandría
(coetáneo y amigo
suyo), presenta un
Antonio
totalmente sencillo y agudo. En la Leyenda Aurea se califica a Antonio de
"espíritu sublime". Obras.
San Jerónimo cita como
obra de Antonio 7 cartas escritas en copto al abad Teodoro y sus monjes, y traducidas posteriormente al
griego. No obstante, hasta nosotros han llegado en su versión latina, salvo la
Carta 5 que conserva su versión griega y su versión latina, con
considerables diferencias. El
resto de
sermones, reglas,
o tratados editados a su nombre, deben ser considerados apócrifos. Doctrina.
Antonio
fue el iniciador de la espiritualidad del desierto, movimiento anacoreta
(ermitaño) y más tarde cenobita (comunitario) surgido en los desiertos
de Egipto y del Mar Rojo. Espiritualidad.
Antonio implantó
una espiritualidad que decidía abandonar la vida
mundana para retirarse al
desierto, vivir aisladamente o en
pequeños grupos, y llevar un género de vida con prácticas comunes,
aun sin
una regla determinada. Las normas que estableció
Antonio para sus cenobios ofrecen múltiples analogías con la Regla de
San Benito, lo que quiere decir que la espiritualidad de Antonio ejerció
una enorme influencia en la orden benedictina y
en todo el Occidente, en
general. Ver
aquí sus Cartas (), así como las falsamente
atribuidas a Antonio Advertencias ().
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