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Act: 18/11/24 @escritores de iglesia E D I T O R I A L M E R C A B A M U R C I A
PACOMIO DE TABENNA |
resumido por |
ESCUELA DE JÓVENES CRISTIANOS, FILIAL DE MERCABÁ . |
. Vida. Pacomio nació en Sné (Tebaida, Egipto), de padres campesinos y paganos, y a sus 20 años se incorporó al ejército romano. Al ser conducido a cierto lugar, tanto él como sus compañeros fueron atendidos por ciertas personas caritativas, que les procuraron alimentos y consuelo. El joven se emocionó mucho ante este gesto y, al enterarse de que se trataba de cristianos, prometió que, cuando quedase libre del servicio militar, abrazaría el cristianismo. Y así lo hizo. Recibido el bautismo, resolvió Pacomio hacerse monje, y bajo la dirección de San Palemón, viejo y célebre anacoreta, empezó a ejercitarse en la oración, la meditatio, el trabajo manual y los ayunos. Con el tiempo, fue pasando Pacomio del eremitismo individual y aislado a la vida comunitaria. Tras rudos noviciados y dolorosas experiencias, logró fundar el Monasterio de Tabenna (ca. 320-325), en el que los monjes habrían de llevar una misma vida común. Juntos vivían en los mismos edificios, juntos rezaban y comían, vestían el mismo hábito, se sometían a unas mismas reglas y superiores, y todo sin excepción era de todos. La nueva fórmula se impuso, y el cenobitismo pacomiano se desarrolló rápidamente. Pacomio fundó otros 8 monasterios de varones y 2 de mujeres, cada uno de los cuales contenía varios centenares de religiosos. Así se formó una verdadera congregación monástica (la tribu, como él la llamaba), bajo el espíritu de la koinonía eclesial. El 14 mayo 348, en el Monasterio de Pbau, murió Pacomio rodeado de sus discípulos. Antes de expirar y a petición de éstos, designó a Petronio como su sucesor. Obras. Pacomio no fue propiamente un escritor, y no merece dicho título ni por las cartas que corren con su nombre, ni por las catequesis que daba a sus monjes (por otra parte, muy interesantes), ni por su regla cenobítica. Sus diversas catequesis orales fueron recopiladas por el propio Pacomio en un mismo escrito, titulado Catecismo, y enviadas al abad Ebón, a propósito de un monje rencoroso que guardaba rencor contra otro en su monasterio. De la Regla pacomiana no se ha conservado el texto primitivo, sino sólo fragmentos coptos y la traducción latina hecha por San Jerónimo (ca. 404), que tanta influencia tuvo en el monacato occidental. Se trata de una serie de ordenanzas, dispuestas sin orden alguno, que insisten en la discreción, la disciplina, la unidad y el uso continuo de las Escrituras. Escritura. Al leer su Catecismo, sorprende en Pacomio la profundidad con que manejaba los pasajes bíblicos, así como su decidida voluntad de traducir a la práctica las enseñanzas y el espíritu de la Palabra de Dios revelada. La motivación de su vivir y obrar era ordinariamente bíblica, y toda su koinonía monacal se inspiraba en la idea evangélica de servir. Ascética. Pacomio exhortaba a ser extremadamente agradables, a través de la práctica de la humildad, la paciencia y la caridad. Es decir, a ser bondadosos y misericordiosos, a la hora de hacer bien a todo el mundo. Sin embargo, dicha personalidad exterior no había de menoscabar la personalidad interior, que según Pacomio había de ser enérgica, decidida y oportuna. Como empaste de ambas caras de la personalidad, Pacomio recomendaba alcanzar la discreción y el equilibrio (particularmente, en los superiores), a través de las enseñanzas de la experiencia ajena y el reconocimiento y reparación de los errores propios. Cenobitismo. Pacomio estaba persuadido de las ventajas de la vida comunitaria sobre la eremítica, y por eso nunca concibió el cenobio como una escuela elemental para anacoretas. Lo que más le convencía del cenobitismo era la práctica constante de la obediencia religiosa, por la que el hombre mortifica lo que más quiere: la propia voluntad. Otro bien inapreciable de la disciplina cenobítica es el ejercicio de la caridad fraternal, en la que insistirán posteriormente San Basilio y San Agustín. La vida de los cenobitas pacomianos se distinguía por una admirable discreción. En sus comunidades, podían encontrarse perfectamente tanto los fuertes como los débiles, los fervorosos como los que no lo eran. En este sentido, Pacomio impuso un mínimo común de austeridad, y dejó un amplio margen a la iniciativa ascética de cada uno de los monjes. Monacato. Cada monasterio pacomiano constaba de una iglesia y varios edificios, rodeados de un muro. La comunidad se dividía en varias casas o grupos de monjes que habitaban un mismo edificio, y en celdas que compartían de dos en dos. Al frente de cada casa estaba un prepósito y su segundo. De ordinario, tres casas formaban una tribu. Cada monasterio era regido por un superior local. Un procurador (o mayordomo) estaba al frente de la economía, y proporcionaba a cada uno de los monjes lo que necesitaba. El conjunto de monasterios pacomianos se distinguía por su fuerte centralización. Un superior general ejercía una autoridad casi absoluta, y era el encargado de nombrar los superiores de cada monasterio, admitir a los postulantes y expulsar a los incorregibles. Por su parte, un ecónomo general llevaba la administración temporal de todas las casas. El microcosmos monacal creado por Pacomio se trasladó pronto del Monasterio de Tabenna al Monasterio de Pbau, y en éste empezaron a residir el superior y el ecónomo general, y a celebrarse anualmente 2 asambleas generales de todos los cenobitas. Los monasterios femeninos tuvieron una organización pareja, con la diferencia de que cuidaba de la vida espiritual de las monjas un monje anciano, de vida intachable y mucha doctrina. |
cf. GARCIA, M; "Pacomio", en Gran Enciclopedia Rialp, ed. Rialp, Madrid 1991. |
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