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Policarpo
de Esmirna (69-156) fue padre apostólico y obispo
de Esmirna,
amigo personal de Ignacio e Ireneo y, según éste último,
discípulo directo del
apóstol Juan, en la costa egea del Asia Menor.
Vida.
Consagrado
obispo de Esmirna
por el apóstol Juan (según Tertuliano), del cual había sido discípulo y colaborador
(según Ireneo), fue
Policarpo una figura muy estimada
en toda el Asia Menor, por los argumentos esgrimidos. Como tal, mantuvo una serie de encuentros
en Roma con
el papa Aniceto
I (ca. 155), con el fin de fijar la
fecha de la Pascua
(de la cual Policarpo era partidario del uso cuartodecímano,
mientras el papa era favorable a celebrarla en domingo),
con vistas a celebrarla desde la más absoluta comunión y común
celebración del evento.
Según
su fiel amigo Ireneo de Lyon, Policarpo recibió la Carta a Esmirna
del Apocalipsis de Juan mientras ejercía su labor, y como un premio a su
fecunda labor pastoral. Según su otro fiel amigo Ignacio de Antioquía,
la tenacidad de Policarpo debió ser bastante elocuente, posiblemente por
las persecuciones o recelos a que tuvo que hacer frente en Esmirna.
Por otra parte, acogió con gran
afecto Policarpo a Ignacio en su camino hacia el martirio, y recibió de éste una carta muy venerada
en la antigüedad.
También
fue eficaz la actividad de Policarpo contra las herejías, consiguiendo que tornaran
numerosos seguidores de diversas sectas gnósticas. Cuando estalló la persecución
imperial anti-cristiana, se escondió en una casa de campo, a ruego de sus
fieles, pero fue descubierto por la traición de un esclavo y condenado a la
hoguera.
Una carta de la Iglesia de Esmirna
(Egeo) a la Iglesia de Filomelio
(Frigia),
con motivo del I aniversario de su martirio,
nos ha
transmitido el relato de su martirio, que sucedió no mucho después de regresar
Policarpo de Roma
(ca. 156),
cuando el anciano obispo contaba ya 87 años. En el momento de su
martirio, Policarpo proclamó
"haber estado sirviendo al Señor
86 años".
Efectivamente, Policarpo de
Esmirna
fue puente entre la generación
apostólica y la generación
patrística de la Iglesia, así como estuvo inmerso en la expansión numérica
cristiana y la persecución anti-cristiana imperial. Discípulo suyo fue
el frigio Papías de Hierápolis.
Obras.
Al parecer, Policarpo redactó
y envió diversas
cartas a
varias comunidades cercanas a
la suya. No
obstante, tan sólo se ha conservado
su Carta a los Filipenses, y ésta en su
traducción latina
(no en su original griego). Según Harrison, el
documento que ha llegado a nosotros está formado por 2
cartas,
una del
110 y otra del
130. Se
trata de una carta escrita en estilo sencillo y sobrio, con una solícita
exhortación a la unidad eclesial, otra serie de vigorosas máximas de orden moral
y una serie de consejos sobre el celo pastoral de los fieles (presbíteros,
diáconos, vírgenes, casadas y viudas). No menciona al obispo de Filipos,
por lo que es lícito pensar que en ese momento la sede estaba vacante.
De
particular interés histórico y religioso son las Actas del Martirio de
Policarpo, documento históricamente auténtico con el que la Iglesia de Esmirna
debió dar a conocer a las Iglesias hermanas la ejemplar ejecución y
muerte de su pastor,
poco después de producirse ésta. Las
Actas fueron escritas por testigos oculares,
así como fue la 1ª obra dedicada a describir la pasión de un mártir, y
la 1ª en usar este titulo (mártir) para designar a un cristiano muerto por la fe. Cristología. Policarpo se manifestó como
el más firme defensor de la encarnación
de Cristo, utilizando un lenguaje muy similar al de la Carta I de Juan.
Parece con ello estar combatiendo a herejías de tipo gnóstico (sabemos que
se enfrentó a Marción) y docetista. Eclesiología.
En
su Carta a los Filipenses Policarpo señala
que la Iglesia de Filipos era gobernada por un conjunto de
presbíteros, posiblemente por la
vacancia de su obispo. Por
su parte, la
Carta
a Policarpo
de Ignacio pide
a
Policarpo
que siga
salvaguardando
la
unidad de la Iglesia, que siga
dado a la oración y
a
la predicación, que
siga
protegiendo a las viudas,
que extreme sus servicios y
que esté atento a
los herejes. Por
su parte, la
Carta a los
Filipenses muestra un gran
conocimiento de casi todos los libros del NT,
y
pone en guardia
a los fieles
frente a la avaricia.
Así mismo, presenta el
oficio episcopal como un oficio profundamente pastoral, cuya misión consiste en
"procurar que todos eviten el pecado y se esfuercen en obtener la
santidad". La
estructura de esta Iglesia se basa claramente en los presbíteros y diáconos,
en torno a un único obispo. Aunque es habitual comentar el carácter pedestre
de la carta, convendría no pasar por alto su interés por los
destinatarios, sus palabras de aliento y
su llamada a la
esperanza. En
cuanto a las Actas del Martirio de Policarpo, la Iglesia de Esmirna saluda a la
"Iglesia
católica",
en
el sentido de universal
(presente en todas partes) más que de verdadera
(contra los herejes), y muestra un gran sentido de intercesión
entre
todas
las iglesias
particulares. Martirología.
A las Actas del
Martirio de Policarpo
les concedió
la Iglesia primitiva
una
importancia que excedió a la Iglesia de Esmirna, ya que
fueron
enviadas
copias a muchas
Iglesias. En
cuanto a los temas introducidos por dichas Actas, nos encontramos con un
paralelismo implícito
con la muerte del Señor (la
"sala
elevada", la
"marcha a lomos de un
asno", la
"oración antes de morir"),
así como la consideración del martirio
"de acuerdo con el
evangelio",
y no
como cuestión de ofrecimiento
voluntario.
Por último, pide que el día de su martirio
se celebre como el día de su nacimiento,
como 1º testimonio
de una
conmemoración
litúrgica.
Ver
aquí su Carta a los Filipenses () y su Acta de Martirio
().
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