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Act:
27/01/25
@escritores
de iglesia
E D I T O R I
A L
M
E
R C A B A
M U R C I A
DiDIMO EL CIEGO |
resumido por |
ESCUELA DE JÓVENES CRISTIANOS, FILIAL DE MERCABÁ . |
. Vida. Dídimo vivió toda su vida en Alejandría, quedando ciego a la edad de 4 años y granjeándose por ello la estima de todos. Ya de joven, según Rufino de Aquileya "entremezclaba la oración con el estudio, dedicando noches enteras no a leer sino a oír de otros libros enteros", desarrollando una memoria prodigiosa y "alcanzando en poco tiempo un gran acervo de ciencia y erudición" (Historia Eclesiástica, XI, 7). Bajo el patriarcado de Alejandro, Dídimo recibió el encargo de presidir la Escuela Catequética de Alejandría, contando entre sus alumnos a Paladio, Rufino de Aquileya y San Jerónimo. Durante sus 50 años de dirección, Dídimo hizo revivir la ideología de Orígenes, procurando explicar las frases de doble sentido y corrigiéndole en otras ocasiones. A pesar de ser ferviente entusiasta de la doctrina de Nicea, no fue objeto Dídimo de la persecución arriana, siendo éste un señal de la alta estima que gozaba. Según su propio testimonio (Sobre la Trinidad, III ,1), no abrazó Dídimo el sacerdocio, aunque sí llevó una vida muy parecida a la eremítica, rompiendo su soledad para recibir tan sólo las visitas de Paladio y de San Antonio Abad (Paladio, Historia Lausiaca, IV). Obras. Dídimo desarrolló una gran producción literaria (hoy prácticamente desaparecida), tanto en el campo exegético como en el dogmático. No obstante, la condena de que fue objeto (por el Concilio II de Constantinopla, ca. 553), por su defensa a ultranza de Orígenes, hizo que toda ella fuese destruida. Obras exegéticas. Algunos papiros descubiertos en Toura (Egipto) contienen fragmentos de una interpretación de Dídimo Sobre el Génesis y Sobre el Exodo. San Jerónimo atribuye a Dídimo los comentarios Sobre Isaías (en 18 libros), Sobre Zacarías (en 5 libros), Sobre los Salmos, Sobre Job y Sobre Oseas, de los que apenas quedan unas líneas en el Florilegio de Leoncio y en los Sacra Parallela. Casiodoro afirma que Dídimo escribió un comentario Sobre los Proverbios, y el teólogo Doutreleau da como suyos 4 fragmentos sueltos Sobre el Eclesiastés, Sobre el Cantar de Cantares, Sobre Jeremías y Sobre Daniel. De sus comentarios al NT poseemos fragmentos sueltos de sus obras Sobre Mateo, Sobre Juan, Sobre Hechos y Sobre Romanos, éste último más un tratado Contra los Maniqueos (según Staab) que otra cosa. Según San Jerónimo Dídimo escribió comentarios Sobre Efesios, Sobre Gálatas (que él mismo siguió) y Sobre I Corintios (Epistolario, CXIX), y según Staab su comentario Sobre II Corintios es el que corresponde al actual Códice 762 Vaticano. Según Casiodoro (Sobre la Literatura Divina, VIII) Dídimo compuso una Expositio Septem Canonicarum Epistolarum, que fue traducida al latín por Epifanio el Escolástico y de la que hoy no queda ni rastro. Obras dogmáticas. El libro Sobre el Espíritu Santo (ca. 355) es la única obra de Dídimo que queda íntegramente en pie, a través de la versión latina que de ella hizo San Jerónimo (respecto del original griego). Respecto a sus 3 libros Sobre la Trinidad (ca. 381), lo que ha llegado hasta nosotros trata sobre: el Hijo (libro I), el Espíritu Santo (libro II) y textos de confrontación entre eunomianos y pneumatómacos (libro III). Su libro Contra los Maniqueos, del que nos da razón San Juan Damasceno, se conserva solamente en griego. Su libro Contra los Arrianos, (ca. 392), mencionado por San Jerónimo (Varones Ilustres, CIX), se identifica hoy con el libro V agregado por San Basilio de Cesarea a su Contra Eunomio. Por San Juan Damasceno tenemos noticias de las obras de Dídimo A los Filósofos y Sobre la Incorporeidad. A petición de Rufino, según nos dice San Jerónimo, escribió Dídimo una obra Sobre la Muerte de Niños. Doctrina. Dídimo fue hijo de su tiempo, y debió recoger todo lo que se fue escribiendo y gestando en su tiempo. No obstante, sólo se puede valorar lo que escasamente ha quedado de él: Sobre la Trinidad (en original griego) y Sobre el Espíritu Santo (totalmente en pie). Trinidad. Recalca Dídimo la unidad de sustancia en las tres personas divinas, deduciendo de ella una unidad de operación común. Otras veces, en cambio, argumenta de modo inverso, deduciendo de la unidad de operación la única sustancia común a las personas trinitarias. Dídimo usa los términos ousia y physis para indicar la sustancia divina, y los términos hypostasis y prosopon para indicar las personas divinas. En la Trinidad, dice Dídimo, todo es idéntico, excepto en lo que median las relaciones personales. Así, lo propio del Padre es ser padre (es decir, engendrar), lo propio del Hijo es proceder (del Padre, por vía de generación), y lo propio del Espíritu Santo es proceder (del Padre y del Hijo, por vía de espiración). Cristología. Dídimo trata explícitamente del alma humana de Cristo, y critica a Arrio por definir a Cristo como apsijos (lit. sin alma) y defender en él un cuerpo aparente. Para Dídimo, la encarnación de Cristo tuvo lugar en cuerpo y alma, y para ello recurre a las propias palabras del Señor ("mi alma está triste", y "encomiendo mi espíritu"). Son para Dídimo argumento de la existencia del alma humana de Cristo todos los pasajes de su vida en los que manifestó temor y necesidad de dormir, comer y beber. Con ello, defendió Dídimo a ultranza la existencia de dos naturalezas en Cristo, así como la unidad de persona del Hombre-Dios. Como corolario, de ello resultaría que la Virgen es theotokos. Espíritu Santo. Dídimo saca de su sana cristología todas las consecuencias posibles en relación con el Espíritu Santo, el cual no cae en el ámbito de la criatura sino en el del Creador. Así como el Hijo es homoousios con el Padre, explica Dídimo, del mismo modo el Espíritu Santo es consustancial con el Padre y el Hijo. De hecho, si el Espíritu Santo hubiese sido criatura no hubiera sido ungido por él. Escatología. Está presente en Dídimo, de principio a fin, la doctrina de Orígenes sobre la preexistencia de las almas, así como la apocatástasis o restauración universal de todas las cosas a su primitivo ser. Y he aquí su único y principal error, que le valió la condena y la quema de sus libros. |
cf. IBAÑEZ, J; "Didimo el Ciego", en Gran Enciclopedia Rialp, ed. Rialp, Madrid 1991. |
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