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 Act: 25/03/24   @escritores de iglesia      E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A 

HERMAS DE ROMA

resumido por

ESCUELA DE JÓVENES CRISTIANOS, FILIAL DE MERCABÁ

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Hermas de Roma (80-150) fue sacerdote de la Iglesia de Roma y hermano carnal del papa Pío I, así como el autor de una obra titulada El Pastor.

Vida. El Códice de Muratori (ca. 150) dice que "muy recientemente, en nuestro tiempo, en la ciudad de Roma, Hermas escribió el Pastor, estando sentado como obispo en la cátedra de la Iglesia de Roma su hermano Pío", siendo así desechable la opinión de Orígenes (de que Hermas era al que San Pablo se refería en Rm 16,14).

En su Pastor, es el mismo Hermas el que nos da abundantes noticias de sí y de su familia. Dice que, siendo él muy joven, fue vendido como esclavo y llevado a Roma, donde pasó al servicio de una dama cristiana llamada Rode. Liberado pronto por Rode, se dedicó al comercio y a la agricultura, acumulando una gran fortuna y llevando una vida cristiana mediocre, hasta que finalmente reaccionó (Visiones, III, 6-7) y se consagró por entero al Señor (Parábolas, VII, 4).

Obras. El Pastor de Hermas, que debe su nombre al vestido de pastor que usaba el ángel de las apariciones, es el documento que más vivamente describe la vida de la comunidad cristiana del s. II, así como sus devenires y principales preocupaciones diarias. Provoca con ello nuestra curiosidad, es cierto, pero suscita a la vez una serie de interrogantes sobre la doctrina que imperaba en los cristianos de clase media.

Este escrito viene a ser un sermón sobre la penitencia, refleja un fuerte carácter profético-apocalíptico y, en su conjunto, resulta una obra peregrina, tanto por el fondo como por la forma. El libro presenta una sucesión de 5 visiones, 12 preceptos (mandata) y 10 parábolas o semejanzas (similitudines).

Aparte de estas 3 secciones, la obra contiene 2 partes doctrinales fundamentales: la 1ª (visiones I-IV), que presenta a la Iglesia bajo distintos símbolos (matrona, vieja, madre, novia); y la 2ª (el resto), que ofrece las revelaciones del Pastor (o ángel), enseñando éste a los cristianos a complir sus deberes y a no olvidar la penitencia.

El libro fue fervorosamente recibido en el s. II, hasta el punto de que San Ireneo (Herejes, IV, 20), Tertuliano (Oración, 16) y Orígenes (Mateo, XIV, 21) consideran a Hermas como un profeta inspirado, y a su Pastor como un posible candidato a integrar el canon de las Escrituras.

No fueron de la misma opinión los testimonios del s. IV, llegando a decir San Jerónimo que se trataba de un libro prácticamente desconocido entre los de habla latina (Hombres Ilustres, 10). En el s. V fue prohibida su lectura pública en Oriente (no la privada), y en el s. VI tan sólo quedaban ejemplares en Egipto.

Los Santos Padres fueron recelosos de la teología del Pastor, si bien ensalzaron su sentido ascético y moral de la vida cristiana. Ciertamente, el libro no revela a un autor versado, ni a un profundo pensador, ni mucho menos a un teólogo. Pero sí que revela a un buen moralista, atento observador de las costumbres de su tiempo.

Moral. El tema de la penitencia domina todos los problemas morales planteados por Hermas, en ocasiones de forma rigorista (respecto a las indulgencias post-bautismales) y en ocasiones de forma instrumental (como forma de hacer frente a la tentación diabólica), como bien se aprecia a la vez en un mismo párrafo (Mandamientos, IV, 3).

Como vía media entre privilegio y necesidad, e hilo conductor del pensamiento de Hermas, estaría la vía del perdón, y la forma de decir que sí existe otra forma de perdón fuera del bautismo: el perdón penitencial (tras penitencia), abierto a todas las personas y momentos que decidan recurrir libremente a él.

Sin embargo, conviene recordar que Hermas no habla como doctor en la materia, sino como profeta (que anuncia algo a su tiempo) y sacerdote (que trata de levantar las almas caídas), para que sus palabras no sirvan de pretexto a futuras posiciones de laxitud. Una caída después del bautismo, recuerda Hermas, no deja de ser una claudicación vergonzosa, y de manchar el vigor del ideal cristiano.

Sobre la cuestión de las obras, Hermas distingue entre preceptos (que se imponen a todos) y consejos (que se ofrecen a todos, como el ayuno, celibato y martirio), y sólo "entrando en la torre en construcción, puede uno salvarse" (Visión, III, 11).

Dogmática. Hermas dista mucho de querer crear doctrina o exponer profundas disertaciones, así como querer aclarar los misterios de Dios. De hecho, la terminología de su Pastor es de las más imperfectas de los escritos primitivos, y su cristología ha suscitado serias dificultades a los estudiosos, a la hora de distinguir entre la persona de Cristo y la persona el Espíritu Santo (al que también llama Hijo de Dios, en Parábolas, V,6 y IX,11).

En cuanto a eclesiología, la cuestión de la Iglesia llena totalmente el Pastor de Hermas, casi siempre desde un punto de vista apocalíptico y no tanto desde su concreción empírico-histórica. Especialmente, destaca Hermas de la Iglesia su vocación y destino, desde la imagen de la torre mística de los escogidos (o predestinados), victoriosos (o consumados perfectamente) e imperfectos (en periodo de construcción), a forma de Iglesia purgante, triunfante y militante (Visiones, III; Parábolas, IX).

Ver aquí su obra El Pastor, divida en sus 3 capítulos de Visiones (), Mandamientos () y Parábolas ( y ).
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cf. AZNAR, S; "Pastor de Hermas", en Gran Enciclopedia Rialp, ed. Rialp, Madrid 1991.

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Molina de Segura, 25 de Marzo de 2024