3 de Diciembre
Miércoles I de Adviento
Equipo
de Liturgia
Mercabá, 3 diciembre 2025
a) Is 25, 6-10
Aquel día, el Señor, Dios del universo, preparará, sobre su montaña, un banquete de manjares muy condimentados y de vinos embriagadores, un banquete de platos suculentos y de vinos depurados. Y lo hará para todos los pueblos, sobre toda la faz de la tierra.
En las costumbres orientales y bíblicas el banquete forma parte del ritual de entronización de los reyes. Con frecuencia la magnificencia en el aderezo de la mesa, la calidad de los manjares y de los vinos eran el signo del poder de un rey, y muy particularmente eran el modo de celebrar una victoria.
Pero hay todavía más. Porque añade Isaías que Dios apartará de los rostros el velo que cubría todos los pueblos y el sudario que envolvía las naciones. Es decir, Dios destruirá la muerte para siempre. Efectivamente, Dios celebra una victoria al invitarnos a ese festín gozoso.
Es la victoria sobre la muerte, esa gran obsesión de la humanidad, el gran fracaso, el gran absurdo, el símbolo de la fragilidad y del sufrimiento. Es también la gran objeción que hacen los hombres a Dios: si Dios existe, ¿por qué hay ese mal? Debemos escuchar la pregunta y también la respuesta de Dios. Hay que darle tiempo, saber esperar su respuesta. ¡Tal es su promesa, su palabra de honor! El Señor destruirá la muerte para siempre.
Pero hay más, porque Isaías dice que el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros. ¡Admirable imagen, de Dios enjugando las lágrimas de los rostros de todos los hombres! ¡Señor, cuán reconfortante será ese día!
Entonces, aquel día se dirá: ¡Ahí tenéis a nuestro Dios, en él esperábamos y nos ha salvado; exultemos, alegrémonos, porque nos ha salvado! La muerte no es el final del hombre, no es su fin. El fin es la exultación, la alegría, la salvación. Esto es lo que Dios quiere, lo que Dios nos ha preparado.
Noel Quesson
* * *
El poema de hoy de Isaías ofrece un anuncio optimista: después de la victoria, Dios invitará a todos los pueblos, en el monte Sión, a un banquete de manjares suculentos, de vinos generosos, al final de los tiempos. No quiere ver lágrimas en los ojos de nadie. Se ha acabado la violencia y la opresión.
Así ven la historia los ojos de Dios. Con toda la carga poética y humana que tiene la imagen de una comida festiva y sabrosa, regada con vinos de solera, que es una de las que más expresivamente nos ayuda a entender los planes de Dios, tanto en el AT como en el NT. La comida alimenta, restaura fuerzas, llena de alegría, une a los comensales entre sí y con el que les convida.
El salmo responsorial de hoy prolonga la perspectiva: el Pastor, Dios, nos lleva a pastos verdes, repara nuestras fuerzas, nos conduce a beber en fuentes tranquilas y nos ofrece su protección contra los peligros del camino: "Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida".
José Aldazábal
b) Mt 15, 29-37
En el evangelio de hoy aparecen 2 episodios de las obras de Jesús de Nazaret: las curaciones de los males exteriores por una parte y además, y el alimento proporcionado a la multitud (espiritual con su palabra y material con el pan). Al lado del Señor estamos seguros de que nada nos puede faltar como acabamos de orar con el salmista, y como lo anuncia el profeta Isaías: el Señor secará las lágrimas de todos los rostros y borrará el oprobio del pueblo.
Las numerosas curaciones que Jesús hacía a su paso, causaban admiración al constatar cómo todos los que se acercaban a él con fe, aunque fueran paganos, eran sanados. El cumplimiento de lo anunciado por el profeta Isaías que había presentado al Dios liberador como quien destruye la muerte y seca las lágrimas de los que sufren. El salmista, además, había dicho que con el Señor nada nos falta porque su amor y su bondad nos acompañan siempre.
La preocupación y el amor de Jesús por todos los seres humanos lo llevó a liberarlos de todo cuanto es opresivo; por eso se preocupó por quienes tenían hambre después de seguirlo durante 3 días. Todos ellos, recostados, como personas libres, reciben el pan material luego de haber recibido el pan de la Palabra. Y esa multitud expresa su libertad, porque Jesús los ha sacado de su condición de sometidos.
Por otra parte, el texto plantea una alternativa frente a la mentalidad que reduce todo a la mecánica de vender-comprar, pues Jesús enseña a sus discípulos que lo más importante es compartir de lo que se tiene. Despachar a la multitud hambrienta para que ésta se defienda por sus propios medios no es la mejor alternativa. El pan bendito y compartido crea una nueva mentalidad para la que lo importante no es acaparar sino repartir los bienes. Si queda algún excedente (los 7 canastos) se debe destinar a otras personas que lo necesiten y no acumularlos ni despilfarrarlos.
Emiliana Lohr
* * *
El texto cuestiona la acumulación desmedida, a los acaparadores. Los alimentos están destinados a solventar las necesidades de la comunidad que los produce y no a enriquecerse con el hambre ajena.
A la vez el texto nos lanza a una problemática contemporánea: formas alternativas de economía, de distribución de los bienes y ganancias. Algunas comunidades cristianas han hecho el esfuerzo de constituir diversas organizaciones que permitan a sus miembros crear estrategias de supervivencia frente al neoliberalismo. No son alternativas que requieran macroproyectos, sino pequeñas y significativas formas de resistencia.
A esta propuesta la podemos llamar economía solidaria. Esta no es una economía de migajas sino de abundancia. De la misma manera que los panes compartidos alcanzaron para que la multitud comiera hasta saciarse, el texto nos sugiere que la propuesta de la solidaridad busque mecanismos para incrementar la participación del pueblo y los beneficios para todos.
Pero, es necesario tener en cuenta que la economía solidaria sólo se produce en un proceso organizado. Jesús contaba con una comunidad de discípulos que se iba formando en las actitudes del Reino y que era capaz de abrirse a la multitud. La economía solidaria exige una nueva espiritualidad. No se puede buscar el bien común con el espíritu del capitalismo sino con el Espíritu de Dios.
Nos estamos preparando para la venida del Señor, Jesucristo liberador. Liberador de todas las angustias, sufrimientos y carencias de los hombres y mujeres que acuden a él con confianza, y aceptan su propuesta del Reino. América Latina sigue buscando su liberación, y debe estar dispuesta a buscar esa liberación en Jesús de Nazaret.
Servicio Bíblico Latinoamericano
c) Meditación
El evangelista Mateo nos presenta hoy a Jesús en plena actividad en las proximidades del lago de Galilea. Y nos dice que su presencia atrae a mucha gente que se agolpa a su alrededor, sobre todo a los desamparados de este mundo (tullidos, ciegos, lisiados y sordomudos). Es decir, a enfermos necesitados de acompañamiento, de los cuales dice Mateo que los echaban a sus pies y él los curaba.
Como se ve, en estos momentos no se habla de discursos, sino de curaciones. Jesús se limita a curar a los enfermos que ponen a sus pies. Pero esto provoca un doble efecto en los testigos: la admiración (que les produce ver hablar a los mudos, andar a los tullidos y con vista a los ciegos) y la glorificación (dan gloria al Dios de Israel que les permitía contemplar semejantes prodigios de mano de su enviado).
Tenía que ser un verdadero espectáculo ver llegar a un tullido e instantes después verle andar por sí mismo. Es un hecho realmente admirable, que nos deja boquiabiertos como esas prestidigitaciones que realizan los magos en un escenario.
Pero en la magia hay engaño, y aquí no lo había. Y a sus enemigos lo único que se les ocurría para explicar semejantes acciones era recurrir a su alianza con el demonio, y al uso de sus mismas artes: Si éste expulsa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.
Pero los que daban gloria a Dios por haberles enviado a este extraordinario sanador no pensaban eso. Se limitaban a creer que Jesús actuaba no sólo con el consentimiento, sino también con el poder del Dios de Israel que había suscitado tan gran profeta en medio de ellos.
Las jornadas eran largas y a veces se prolongaban varios días. Y Jesús se compadece también de los que aguantan esas prolongaciones, y repara en sus necesidades más elementales: Llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirles en ayunas, no sea que se desmayen por el camino. El Maestro pide a sus discípulos que den respuesta a esa situación, y estos se sienten desbordados: ¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?
Y Jesús se ve obligado a intervenir de nuevo: ¿Cuántos panes tenéis? Le contestaron: Siete y unos pocos peces. Realmente era poco para tanta gente. Pero él sí los considera suficientes, porque puede multiplicarlos. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Hubo para todos y recogieron sobras, es decir, que quedaron plenamente saciados.
¿Y cómo se explica que 7 panes bastaran para saciar a una multitud de 4.000 hombres? No se explica. El evangelista se limita a constatar el hecho. ¿Se multiplicaron los panes o se redujo el hambre de los congregados? Si entre las sobras hubo canastas, parece obligado pensar que los panes se multiplicaron. ¿Por qué vía? No lo sabemos.
Lo cierto es que la gente tuvo un motivo más para hablar de Jesús y para encumbrarle hasta el punto de querer convertirle en su rey. La gente vio aquí también una actuación portentosa. Pero, según parece, Jesús no quería provocar este tipo de reacciones que le hacían más difícil encauzar correctamente su mesianismo. A él le había movido únicamente su compasión. Actúa así porque quiere poner remedio a una necesidad circunstancial. Lo mismo que cura da de comer.
No debe olvidarse, sin embargo, que todas estas actuaciones eran signos reconocibles de la presencia de Dios en medio de su pueblo, signos del reino de Dios comenzado a germinar en el mundo y signos que llevan a glorificar a Dios en su enviado; por tanto, muy ligados a la fe.
A la fe (como a la filosofía) también se llega por la admiración, y éstas eran acciones admirables, que despertaban la fe al menos en los sencillos, en los que no buscaban extrañas interpretaciones u ocultos engaños. En fin, que el Señor nos mantenga capaces de admiración y abiertos a la fe en el Dios de la vida.
Act:
03/12/25
@tiempo
de adviento
E D I T O R I
A L
M
E
R C A B A
M U R C I A
![]()