27 de Enero

Viernes III Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 27 enero 2023

a) Heb 10, 32-39

         "Recordad aquellos días primeros, cuando estabais recién iluminados" con la luz de Cristo... El autor de la Carta a los Hebreos invita hoy a los fieles (en peligro de flaquear ante las excesivas adversidades, y afectados por la prueba del tiempo y de las contradicciones) a volver al punto inicial de su fe: "Recordad". Un consejo que también es válido para nosotros, que hemos de hacer frente a la prueba del tiempo y la mediocridad.

         "Recordad que sois creyentes". Cuando pienso lo que significa creer, siempre acabo volviendo a lo mismo: creer es vivir y actuar entrando en la vida y acción que la Palabra de Dios me propone, para alcanzar su presencia y unirme a su vida. Creer es vivir "a pesar de todo", esperar a pesar de todo, amar a pesar de todo.

         Nuestra propia experiencia (que no es preciso que sea dilatada) nos hace sentir y ver con claridad que la vida es una promesa que no se cumple, que la vida nos da sólo una parte mínima de las esperanzas que habíamos puesto en ella, y que nunca se cierra con un balance de resultados definitivamente positivos. Incluso cuando ofrece realidades satisfactorias, éstas llevan en sí mismas gérmenes tan amenazadores de destrucción y muerte, que nos fuerzan a cuestionarnos sobre la conveniencia de nuestras empresas y sobre el desencanto de sus realizaciones.

         Por fuerza somos llevados a concluir que, si intentamos amar sin conseguirlo, es porque sólo sabemos amar mal, lo cual nos hace descubrimos decepcionantes y decepcionados. Si fuéramos consecuentes con nosotros mismos, lo sensato sería decidir que lo más razonable es no emprender nada nuevo, puesto que toda tentativa emprendida (en temas del amor, o del compromiso) nos lleva a tomar conciencia (muchas veces, de forma brutal y cruel) de la limitación de nuestros actos, así como de la fragilidad de nuestros corazones.

         Ante esta experiencia, creer es decidirse a vivir a pesar de todo, amar a pesar de todo, alentados por la palabra de Dios, que tenemos por veraz.

         "Manteneos firmes", puesto que esta vida, en la que cada mañana nos embarcamos, hace que surja el reino de Dios, y éste anule multitud de lazos decepcionantes y limitantes de la existencia humana. Y porque arraigados en la resurrección del Señor, seguiremos adelante a pesar de todo. No somos hombres de la desbandada sino hombres de fe, para salvaguarda y porvenir del mundo.

Maertens-Frisque

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         La página de hoy nos hace conocer un poco más las circunstancias que rodeaban a los destinatarios de la Carta a los Hebreos. Se ve que dichos hebreos (judeocristianos) empezaron su vida cristiana con mucho fervor, pero ahora les falta constancia. Y eso que al principio no les había sido nada fácil seguir a Cristo, pues habían sufrido combates y sufrimientos, insultos, tormentos y confiscación de bienes. Pero se ve que eso lo habían soportado bien (compartiendo el dolor de los demás, en una admirable solidaridad), mientras que ahora han perdido el fervor de los primeros días. Si se mantienen con valentía y perseverancia, les recuerda la carta, verán la salvación. Mientras que si se acobardan, lo perderán todo.

         Se nos invita en Hebreos, por tanto, a ser constantes, a ser valientemente cristianos en medio de un mundo hostil. Pues no somos nosotros los primeros en sufrir contradicción y dificultad en el seguimiento de Cristo, ni a llegar a los insultos y torturas, encarcelamientos ni confiscación de bienes. Sino que ha habido, antes que nosotros, otros muchos cristianos no sólo valientes, sino héroes en su fidelidad a Cristo.

         Todos nos cansamos, y perdemos el fervor primero, y los ideales no brillan siempre igual. Pero nos debe animar a seguir adelante los inicios de todo eso, de cuando éramos capaces de soportarlo todo con amor y con ideales convencidos. Eso sí, mirando siempre hacia el premio futuro.

José Aldazábal

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         Por lo que oímos en esta lectura de la Carta a los Hebreos, la comunidad destinaria había experimentado ya la persecución y había dado muestras de firmeza y de solidaridad fraterna en medio de encarcelamientos, confiscaciones, torturas, escarnios públicos. Esa ha sido la constante de las más auténticas comunidades cristianas a lo largo de los siglos, y ellas lo soportaban todo con valentía, con esperanza, fijando la mirada en la pasión de Cristo, el primer mártir de la causa de la justicia, la paz, la misericordia y el perdón.

         Pero no solamente en el pasado han habido mártires y comunidades cristianas perseguidas. Allí donde más auténticamente se predica y se vive el evangelio, allí se suscitan inmediatamente las persecuciones por parte de los poderes de este mundo.

         Pero, así como en el pasado la persecución y el martirio no pudieron acallar el evangelio, así tampoco ahora los cristianos se arredran, y continúan su camino de fidelidad a Jesucristo, pase lo que pase. Valentía, constancia, fe, son las palabras que caracterizan a los mártires y perseguidos de todos los tiempos. Esas mismas actitudes las deberíamos asumir nosotros en la vivencia del evangelio, en nuestra comunidad, para hacernos dignos de una parte al menos del honor y la gloria de los mártires.

Servicio Bíblico Latinoamericano

b) Mc 4, 26-34