6 de Junio

Martes IX Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 6 junio 2023

a) Tob 2, 9-14

         Escuchamos hoy cómo Tobías, fatigado después de su trabajo, volvió a su casa, se recostó contra una tapia y se durmió. Y mientras dormía, del nido de unas golondrinas cayó excremento caliente sobre sus ojos y quedó ciego. Una desgracia que Dios permitió para dar a la posteridad un ejemplo de su santa paciencia.

         Empecemos por admirar el arte del narrador, que describe la escena de una forma tan precisa y tan viva, que parece que sea la 1ª vez que se haya oído contar. Pero pasemos a analizar las lecciones que nos da.

         1ª lección: los justos no son artificialmente preservados de la desgracia. Porque Dios no está interviniendo constantemente en las leyes del universo para hacer excepciones. Y porque el azar de este grotesco accidente (la ceguera) no tiene nada que ver con la responsabilidad de Dios, sino con una desgraciada conjunción de circunstancias, ordinarias e incluso ridículas.

         2ª lección: nuestra fidelidad a Dios se pone a prueba en los acontecimientos más banales. Pues más que las grandes catástrofes cósmicas (anunciadas por los apocalipsis), son las adversidades corrientes las más desgraciadas, frecuentemente provenientes de la simple de la condición humana: "excremento caliente que cae en los ojos". A menudo es conveniente desdramatizar, con algo de humor (si es posible) muchas de las cosas que nos suceden y que son ¡de ese tipo! La mayor parte de las veces el Reino de Dios se hallará en hechos minúsculos... que podían no haber sucedido. Humildad y realismo, y aceptación profunda de nuestra contingencia de criaturas limitadas.

         3ª lección: el mal puede a veces resultar un bien. El autor afirma que, aunque Dios no haya querido ese accidente estúpido, "lo ha permitido" para que creciera el mérito de Tobías. Cuando se cree en Dios, es evidente que se cree que Dios no puede querer el mal, porque él nos ama y sólo quiere el bien de los que ama. Ahora bien, el mal existe en el mundo, y parece ir en contra de esa convicción. ¡El mal cuestiona a Dios! Y es natural que nuestra 1ª reacción sea rebelarnos. Por ello, lo que se necesita es fortalecer nuestra fe, con la certeza de que Dios lo permite tan sólo para que resulte un mayor bien. Esto es lo que Tobías fortaleció, y Dios premió.

         Tobías fue siempre temeroso de Dios, y no reprochó nunca a Dios la ceguera con que tan ridículamente quedó afectado, sino que perseveró inquebrantablemente en el temor de Dios, glorificándole todos los días de su vida. A menudo nos resulta difícil aceptar la prueba. Pero finalmente, ¿no es la fidelidad nuestra mejor actitud, como creyentes? Ayúdanos, Señor, a conservar la esperanza en la noche, cuando ya nada vemos. Cuando la ceguera cae sobre nuestros ojos de carne, refuerza en nosotros, Señor, esa luz interior que iluminaba la vida de Tobías.

         Ana, su mujer, iba cada día al taller de hilados y tejidos y traía a casa el sueldo ganado por su trabajo. Un día recibió además un cabrito. Tobías oyó balar al animal y dijo a su mujer: "Cuida que no sea producto de un robo; devuélvelo a los amos". Pero furiosa, su mujer le injurió. No hay peor prueba que ese tipo de abandono.

Noel Quesson

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         La oración de Tobías, antes de consumar su matrimonio con Sara, es un ejemplo muy bello de piedad y amor a Dios pero también es una catequesis preciosa sobre el sentido del matrimonio. Tobías dice qué quiere excluir y qué quiere incluir de su intención de matrimonio.

         Quiere excluir Tobías, ante todo, la simple satisfacción de sus pasiones. Y quiere incluir la compañía: "Que vivamos juntos hasta la vejez". Esta es la clave y la diferencia: la pasión no permite que la unión permanezca (lit. envejezca), y por eso prefiere cambiarla por otro estilo de vida.

         Tobías nos enseña también el contexto de amor que hace posible a la pareja. Su plegaria no es una lista de peticiones en primer lugar, sino una alabanza: "Bendito seas, Dios de nuestros padres y bendito sea tu nombre por los siglos de los siglos". Pasa al reconocimiento del señorío de Dios, y de ahí al reconocimiento de su plan para con la pareja humana. Su amor a Sara queda inscrito en el amor de Dios hacia la humanidad.

Nelson Medina

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         Sigue la historia de Tobías padre, al que, a pesar de ser tan buena persona, le viene una prueba muy dura, y por un accidente tonto se queda ciego. Como dice el texto, "Dios permitió esta desgracia, para que como Job diera ejemplo de paciencia". Y a fe que es ejemplar la reacción del buen hombre, que sigue dando gracias a Dios, a pesar de que sus parientes se burlan de él, y de que su mujer (Ana) también pierde la paciencia y tiene un pronto duro con su marido (que a su vez, tampoco fue muy oportuno en su pregunta sobre el cabrito).

         El paralelismo de Tobías con Job es subrayado claramente por el libro, por la reacción de ambos ante las desgracias que les suceden. ¿Cómo reaccionamos nosotros ante las pruebas que nos depara la vida? Hay temporadas en que parece que se acumulan las malas noticias y no tenemos suerte en nada, ni en salud, vida familiar o trabajo. ¿Nos rebelamos ante Dios? ¿O hacemos como Tobías y seguimos confiando en él día tras día?

         Un cristiano creyente no se muestra agradecido a Dios sólo cuando todo le va bien, sino también cuando le acontece alguna desgracia. No sólo cuando el ambiente le ayuda, sino también cuando los comentarios de los demás son irónicos u hostiles. Un buen cristiano no pierde el humor ni la esperanza por nada. Deja siempre abierta la puerta a la confianza en Dios.

         Además, podemos también reflexionar sobre cómo reaccionamos ante una persona cercana a nosotros a quien le pasan estas desgracias. ¿Contribuimos con nuestra palabra amable a devolverle la esperanza, o nuestros comentarios todavía le hunden más?

José Aldazábal

b) Mc 12, 13-17