3 de Junio

Sábado VIII Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 3 junio 2023

a) Eclo 51, 12-20

         El Eclesiástico termina hoy sus exhortaciones con un  bello poema, en el que la 1ª letra de cada verso sigue el orden del alfabeto en acróstico: Alef, Bet, Dalet, Guimel, He... en una especie de juego literario y algo así como el enamorado repite de mil maneras el nombre de su amada. En todos sus tonos, repite así Ben Sirac su amor a la sabiduría, a la que identifica con el mismo Dios:

"Quiero darte gracias, Señor, y por eso te alabaré y bendeciré tu nombre. Siendo joven aún, y antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en la oración. La pedí delante del templo, y hasta el último día la andaré buscando".

         Es el sabio, pues, un hombre colmado y feliz, al no le pesa haberse entregado ardientemente a la búsqueda de Dios, guardando dentro de su alma un permanente clima de acción de gracias. Notemos también que la sabiduría se busca "en la oración" y "desde la juventud", y dicha búsqueda "no acaba nunca".

         Compara el sabio la sabiduría a la fina y delicada flor de la viña, promesa del racimo (de uva y vino) y promesa de alegría. Y me detengo un instante ante esta hermosa imagen: "Una flor que alegra el corazón". Dios es así, y la misma virgen María cantaba: "Mi alma magnifica al Señor, exalta mi espíritu en Dios, mi salvador". Dios es alegría y belleza, apertura y expansión. Dios es fecundo.

         La sabiduría es, pues, a la vez:

-una actitud concreta, y una conducta vital y moral: "Avanzar por el camino recto, y seguir sus huellas";
-una fineza intelectual, y un estar a la escucha de la verdad: "Inclinar el oído y adquirir enseñanza".

         Así pues, la sabiduría es siempre indisolublemente "adhesión de la mente y del corazón", y un "estilo de vida" que atañe a todo el ser. No es algo adquirido de una vez para siempre, sino una realidad viva que se desarrolla o vegeta: "Caminando se hace camino". Es decir, practicando la sabiduría, y ejerciéndola, se la hace crecer. Lo que no parece algo fácil, sino que requiere esfuerzo.

Noel Quesson

*  *  *

         La 1ª lectura de hoy nos presenta un corazón que ha vivido prendado de la sabiduría. No se trata simplemente de llenar la cabeza de datos, ni de elogiar a una persona porque posea mucha información. Sino que la divisa de esta alma es otra: "Busqué ardorosamente el bien".

         La sabiduría es para la Biblia el "arte de vivir bien", y el bien vivir consiste en "seguir el camino del Señor". Es así de sencillo, de arduo, de hermoso y de posible.

Nelson Medina

*  *  *

         Termina nuestra lectura del Sirácida con un Cántico a la Sabiduría, mostrando una legítima satisfacción porque "desde joven la ha seguido y gozado de sus frutos".

         Da envidia pensar que este buen hombre (Ben Sira) sólo considerara desde joven como riqueza apetecible la posesión de la sabiduría de Dios, así como ver las cosas y los acontecimientos desde los ojos de Dios: "Deseé la sabiduría con toda mi alma, la busqué desde mi juventud. Mi corazón gozaba con ella, presté mi oído para recibirla y mi alma saboreó sus frutos".

         Ojalá pudiéramos también nosotros afirmar, al final de una jornada, o de un año, o de la vida, que nos hemos dejado guiar por la verdadera sabiduría, la de Dios, sin hacer mucho caso a otras palabras y otras propagandas que nos bombardean continuamente.

         Nosotros escuchamos a diario la Palabra de Dios, la que nos dirige el Maestro enviado por Dios, Cristo Jesús: "Éste es mi Hijo amado, escuchadle". Pero ¿podemos decir que se nos pega su sabiduría, su visión de las cosas? ¿Que se nos va comunicando poco a poco la mentalidad de Dios, la que aparece en las lecturas del AT, en las del NT y sobre todo en el evangelio de Jesús?

         La Palabra de Dios no es una doctrina que hay que saber como recuerdo histórico, sino una palabra viva dicha para los que vivimos hoy y aquí. Una palabra y una sabiduría que tiene fuerza para iluminar y transformar todos los posibles vericuetos de nuestra vida.

         Seguimos a Cristo, que es camino, verdad y vida. Y tenemos, por tanto, más motivos que el Sirácida para alegrarnos de poseer la sabiduría de Dios. Pero en nuestro estilo de conducta, y en las decisiones que vamos tomando, esto debería notarse más, según el Maestro nos va enseñando en nuestros caminos.

José Aldazábal

b) Mc 11, 27-23