26 de Abril
Sábado I de Pascua
Equipo
de Liturgia
Mercabá, 26 abril 2025
Lectio
En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín y se pusieron a deliberar entre ellos, diciendo: "¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a nadie de ese nombre". Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo: "¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído". Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido (Hch 4,13-21).
Pedro y Juan han recibido realmente, según la promesa de Jesús, "una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios", y por ello estos últimos se encuentran, evidentemente, con dificultades.
El fragmento está dominado por la fuerza de los hechos que se imponen (por una parte) y por la voluntad de ocultarlos (por otra parte). Los hechos son la curación constatada y clamorosa, fruto de todo lo que Pedro y Juan han visto y oído. Por otra parte, está el poder que quiere defenderse de la irrupción de los hechos, con su poder de desestabilización. Los hechos están acreditados por "hombres del pueblo y sin cultura", que pasan de acusados a acusadores.
Frente a la idea de prohibir "enseñar en el nombre de Jesús" (y en esto se muestra perspicaz el Sanedrín, porque el peligro procede de ese nombre, la verdadera novedad), la respuesta de Pedro y Juan es la apelación a la evidencia: que no pueden callar lo que han visto y oído.
Se trata de la conciencia de que hablar de estas cosas era voluntad de Dios, y un mandato divino frente al cual los preceptos humanos pierden su consistencia. No hay amenaza humana que pueda oponerse a la fuerza del testimonio de los apóstoles, porque está con ellos la fuerza irresistible de Dios.
9 Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana y se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ésta fue a comunicárselo a los que le habían acompañado, que estaban tristes y seguían llorando. 11 Ellos, a pesar de oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no le creyeron. 12 Después de esto se apareció, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban de camino hacia el campo. 13 También fueron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco les creyeron. 14 Por último, se apareció a los once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura" (Mc 16,9-15).
El texto presente sirve de conclusión al evangelio de Marcos, a forma de añadido posiblemente redactado por otra mano, durante la época apostólica.
El pasaje incluye la aparición de Jesús a María Magdalena (que fue a anunciar a los discípulos incrédulos el acontecimiento de la resurrección; vv.9-11), la aparición a los dos discípulos de Emaús (que se volvían a su pueblo; vv.12-13) y la aparición a los Once, reunidos en torno a la mesa (esto es, recogidos en la celebración eucarística), a quienes reprocha su incredulidad y su actitud refractaria ante el testimonio de algunos discípulos (vv.14-15).
En todos estos casos, sólo la presencia directa de Jesús liberará a los videntes (Magdalena, discípulos, apóstoles) de su dureza de corazón, y los transformará en verdaderos creyentes.
Al subrayar la incredulidad de los discípulos, el evangelio pretende poner de relieve que la resurrección no es fruto de una imaginación ingenua o de alguna sugestión colectiva de los seguidores del Nazareno, sino don del Padre en favor de aquel que se había hecho obediente hasta la muerte para la salvación de toda la humanidad.
Como conclusión, el Resucitado envía a los discípulos al mundo para que prolonguen su misión y desarrollen la actividad evangelizadora junto con el Señor: "Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura" (v.15).
Meditatio
"Es mejor obedecer a Dios que a los hombres". Se trata de un criterio que hemos de desenterrar frente a la prepotencia del mundo. Éste, a través de los medios de comunicación y de otros medios poderosos, pretende nivelar el modo de pensar y de valorar típico del cristianismo, tomando como rasero el nivel de consumo y los horizontes intramundanos.
La identidad cristiana está padeciendo una agresión cada vez más abierta, la mayoría de las veces de forma soft y solapada, que hace pasar por normal y obvio lo que con frecuencia no es más que un comportamiento detestable.
En nombre de la voluntad superior de Dios es preciso entablar un verdadero combate cultural, destinado a desenmascarar el peligro de la homologación pagana. Al tratarse de un combate, éste ha de llevarse a cabo en nombre de una experiencia fuerte de Cristo.
No se puede acallar la experiencia de la salvación, ni la experiencia de ser acompañados en la vida por el amor de Dios. No se puede vivir como si este amor no existiera ni actuara en la historia.
Hay aquí una invitación ulterior al testimonio abierto y valiente, que no quiere imponer nada pero tampoco quiere recibir imposiciones para ocultar lo más querido, lo más dulce, lo más importante que mueve nuestra vida.
Oratio
Ilumina, Señor, mi mente y mi corazón, para que me dé cuenta de cuan frecuentemente obedezco más a los hombres que a ti, de lo contaminado que estoy por la mentalidad de este mundo, de la gran cantidad de seducciones de que soy víctima y de la gran cantidad de sirenas que me fascinan.
A veces me doy cuenta, Señor, casi de improviso, que, estoy pensando y juzgando según los criterios del mundo, y no según los tuyos, y que me inclino fácilmente a los ídolos ligeros y envolventes.
Ilumina, Señor, las profundidades de mi ser, los estratos más escondidos de mi personalidad, los puntos menos conscientes de mi sensibilidad. Dame valor para proceder a una revisión, y revisar mi modo de situarme frente a la mentalidad corriente.
Haz, Señor, que tu palabra descienda a los subterráneos de mi psiqué y sinuosidades de mi corazón, para que piense siguiendo tus criterios, te obedezca y nunca (por inconsciencia o temor, por homologación o debilidad) tenga que obedecer a los hombres más que a ti o en contra de ti.
Contemplatio
Hoy, hermanos, podemos preguntarnos: ¿Pienso realmente como cristiano? ¿Se inspira mi estado de ánimo en la verdad que Cristo me ha enseñado? ¿No estamos inclinados más bien a tomar como guía a nuestros pensamientos, a nuestro estado de ánimo personal y a nuestra autonomía, que con mucha frecuencia no admite consejos ni comparaciones?
¿Podemos afirmar de verdad, siendo tan celosos como somos de nuestra independencia y libertad, que tenemos el ánimo libre? ¿No deberíamos admitir más bien que hay una gran cantidad de otros elementos que se sobreponen a nuestro juicio consciente, para forjar nuestra mentalidad?
Ciertamente, no podemos escapar de su influencia, pero lo que sí podemos es permanecer con una actitud crítica frente a todo esto, y preguntarnos con una vigorosa libertad interior: ¿Es cristiano todo esto? ¿Pienso verdaderamente como cristiano?
El cristiano es un ser nuevo, original y feliz, como bien afirma Pascal al decir: "Nadie es feliz como un verdadero cristiano, y nadie es tan razonable, virtuoso y amable" (cf. Pablo VI, Audiencia General, 8-I-1975).
Actio
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres" (Sal 118,8).
Conclusio
Los cristianos de hoy, aunque se consideran en comunión con la religión cristiana (una comunión que muy a menudo se calla, se minimiza o se seculariza), poseen de forma incompleta el sentido de novedad de su estilo de vida. De hecho, casi siempre se muestran conformistas.
El miedo al qué dirán, en efecto, nos impide presentarnos por lo que somos. Esto es, como cristianos, como personas que libremente han optado por un determinado estilo de vida. De ahí que la Iglesia no cese de recordarnos: Cristiano, sé consciente, coherente, fiel, fuerte. En una palabra, sé cristiano y "renovad el espíritu de vuestra mente" (Ef 4,23), entendiendo por espiritual lo referente al Espíritu Santo.
Por eso, digamos con San Ignacio de Antioquía: "Aprendamos a vivir según el cristianismo" (Carta a los Magnesios, X). En esto consiste la renovación que quiere de nosotros la Iglesia. Quien tenga oídos para oír, que oiga (cf. Pablo VI, Audiencia General, 8-I-1975).
Act:
26/04/25
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E D I T O R I
A L
M
E
R C A B A
M U R C I A