Pregunta 23 sobre la Vida de Pareja

Madrid, 15 febrero 2021
¿Puede ser cualquiera un miembro de mi familia?

           La familia tiene un ámbito potencial de miembros ilimitado. Se origina en los cónyuges en virtud del matrimonio, se abre normalmente a los hijos, y a la vez incorpora a los familiares de los propios cónyuges: sus padres (los abuelos), sus hermanos (los tíos) y sus hijos (los sobrinos). Más allá de los vínculos de consanguinidad, la familia atrae a los novios/as de los hijos, y se proyecta en bloque sobre otros ámbitos de socialización: comunidades de vecinos, parroquiales, educativos...

           La familia no es, pues, una institución estática, sino un proyecto vital ilusionante y en permanente expansión, que engloba cada vez más a gente con vínculos más o menos estrechos y cercanos.

           Uno de los fracasos actuales de muchas familias es que se convierten en camino hacia la progresiva soledad: dos se casan, se aíslan, se hacen voluntariamente estériles, se desentienden de sus mayores y se encierran en sí mismos para acabar solos, bien juntos o cada uno por su lado.

           Pero la familia, entendida como aquí se ha explicado, es per se todo lo contrario: un embrión de cariño que parte de dos personas, y que vocacional y existencialmente está llamada a crecer permanentemente. La familia crece o muere; crece mientras conserva y multiplica la vida, y muere cuando se encierra en sí misma, sin evolucionar.

           En este panorama, un especial e insustituible papel corresponde a los abuelos. Pues éstos son imprescindibles para los hijos (complementando y encauzando su labor) y para los nietos (con los que pueden y deben establecer una relación única). A los abuelos corresponde hoy un papel muy singular en la educación de sus nietos, aportándoles su tiempo y experiencia, así como un cariño tranquilo que refuerza todavía más el de los padres.

           No existe, pues, una jubilación de la función de padre o madre, sino que ésta dura toda la vida. Y a partir de cierto momento se amplía con la nueva función del abuelo, que es otra forma de ejercer la paternidad. Por ello, es tan deseable que los abuelos puedan convivir con sus hijos y nietos, que resulta empobrecedor (e injusto, con frecuencia) que se les margine en residencias o asilos, separándoles del ámbito de la convivencia familiar (UFE-AREFC, nº 23).

CONFERENCIA EPISCOPAL, Delegación de Familia y Vida

 Act: 15/02/21     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A