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7 gozos de San José

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1º Gozo
Su dolor: la decisión de repudiar a María
Su gozo: la noticia de que el niño nacido venía de Dios

            La concepción de Jesucristo fue así: "Estando desposada María, su madre, con José, antes que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo. José, su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto". Y mientras José reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados".

            Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta: "He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se le pondrá por nombre Enmanuel, que quiere decir Dios con nosotros".

            Al despertar José de su sueño hizo como el ángel del Señor le había mandado, recibiendo en casa a su esposa, la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo y le puso por nombre Jesús.

            Durante su vida, que fue una peregrinación en la fe, José (al igual que María) permaneció fiel a la llamada de Dios hasta el final. La vida de ella fue el cumplimiento hasta sus últimas consecuencias de aquel primer fiat pronunciado en el momento de la Anunciación, mientras que José (como ya se ha dicho) en el momento de su Anunciación no pronunció palabra alguna. Simplemente él "hizo como el ángel del Señor le había mandado". Y este primer hizo es el comienzo del "camino de José".

            En las palabras de su Anunciación, José escucha no sólo la verdad divina acerca de la inefable vocación de su esposa, sino que también vuelve a escuchar la verdad sobre su propia vocación. Este hombre justo, que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la virgen de Nazaret y se había unido a ella con amor esponsal, es llamado nuevamente por Dios a este amor.

            José hizo "lo que el ángel del Señor le había mandado", y tomó consigo a su mujer, sabiendo ya que lo que en ella había sido engendrado "venía del Espíritu Santo". A la vista de estas expresiones, ¿no habrá que concluir que también su amor como hombre ha sido regenerado por el Espíritu Santo? ¿No habrá que pensar que el amor de Dios, que ha sido derramado en el corazón humano por medio del Espíritu Santo configura de modo perfecto el amor humano?

            Mediante el sacrificio total de sí mismo José expresa su generoso amor hacia la Madre de Dios, haciéndole "don esponsal de sí". Aunque decidido a retirarse para no obstaculizar el plan de Dios que se estaba realizando en ella, él, por expresa orden del ángel, la retiene consigo y respeta su pertenencia exclusiva a Dios.

2º Gozo
Su dolor: el nacimiento pobre de Jesús
Su gozo: el anuncio angélico del nacimiento de Jesús

            Aconteció en aquellos días que "salió un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo". Este empadronamiento primero tuvo lugar "siendo Cirino gobernador de Siria". E iban todos a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José subió de Galilea (de la ciudad de Nazaret) a Judea (a la ciudad de David, que se llama Belén), "por ser él de la casa y de la familia de David", para empadronarse con María, su esposa, "que estaba en cinta". Y estando allí, "se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito", al cual "envolvió en pañales y acostó en un pesebre" por no haber sitio para ellos en ninguna posada.

            Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño. Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvía con su luz, quedando ellos sobrecogidos de gran temor. Les dijo el ángel: "No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías del Señor, en la ciudad de David. Y esto tendréis por señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre". Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

            Así que los ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores unos a otros: "Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado". Fueron con presteza y encontraron a María y a José, y al niño acostado en un pesebre. Y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del niño. Y cuantos los oían se maravillaban de lo que les decían los pastores. María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, según se les había dicho.

            Dirigiéndose a Belén para el censo, y de acuerdo con las disposiciones emanadas por la autoridad legítima, José, respecto al niño, cumplió la tarea importante y significativa de inscribir oficialmente el nombre "Jesús, hijo de José de Nazaret" en el registro del Imperio Romano. Esta inscripción manifiesta de modo evidente la pertenencia de Jesús al género humano, hombre entre los hombres, ciudadano de este mundo, sujeto a las leyes e instituciones civiles, pero también salvador del mundo.

            Como depositarios del misterio "escondido desde siglos en Dios" y que empieza a realizarse ante sus ojos "en la plenitud de los tiempos", José es con María, en la noche de Belén, testigo privilegiado de la venida del Hijo de Dios al mundo.

            José fue testigo ocular de este nacimiento, acaecido en condiciones humanamente humillantes, primer anuncio de aquel anonadamiento, al que Cristo libremente consintió para redimir los pecados. Al mismo tiempo José fue testigo de la adoración de los pastores, llegados al lugar del nacimiento de Jesús después de que el ángel les había traído esta grande y gozosa nueva; más tarde fue también testigo de la adoración de los magos, venidos del Oriente.

3º Gozo
Su dolor: la circuncisión de Jesús
Su gozo: la puesta de nombre a Jesús

            Cuando se hubieron cumplido los 8 días para circuncidar al niño, le dieron el nombre de Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno de María.

            Siendo la circuncisión del hijo el primer deber religioso del padre, José con este rito ejercita su derecho-deber respecto a Jesús. El principio según el cual todos los ritos del AT son una sombra de la realidad, explica el por qué Jesús los acepta. Como para los otros ritos también el de la circuncisión halla en Jesús el cumplimiento. La alianza de Dios con Abraham, de la cual la circuncisión era signo, alcanza en Jesús su pleno efecto y su perfecta realización, siendo Jesús el de todas las antiguas promesas.

            En la circuncisión, José impone al niño el nombre de Jesús. Este nombre es el único en el que se halla la salvación: "Y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". Al imponer el nombre, José declara su paternidad legal sobre Jesús y, al proclamar el nombre, proclama también su misión salvadora.

4º Gozo
Su dolor: el anuncio sufriente de Simeón
Su gozo: el anuncio redentor de Simeón

            Así que se cumplieron los días de la purificación conforme a la ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarle al Señor, según está escrito en la ley del Señor que "todo varón primogénito sea consagrado al Señor", y para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la ley del Señor, un par de tórtolas o 2 pichones.

            Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo de que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. Movido del Espíritu, vino al templo, y al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo que prescribe la ley sobre él, Simeón le tomó en sus brazos y, bendiciendo a Dios, dijo: "Ahora, Señor, puedes ya dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra; porque han visto mis ojos tu salud, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos; luz para iluminación de las gentes y gloria de tu pueblo, Israel".

            Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: "Puesto está éste para caída y levantamiento de muchos en Israel, y será signo de contradicción para muchos corazones. En cuanto a ti, una espada atravesará el alma".

            Este rito, narrado por Lucas, incluye el rescate del primogénito e ilumina la posterior permanencia de Jesús a los 12 años de edad en el templo. El rescate del primogénito es otro deber del padre, que es cumplido por José. En el primogénito estaba representado el pueblo de la Alianza, rescatado de la esclavitud para pertenecer a Dios. También en esto, Jesús, que es el verdadero precio del rescate, no sólo cumple el rito del AT, sino que, al mismo tiempo, lo supera, al no ser él mismo un sujeto de rescate, sino el autor mismo del rescate.

            El evangelista pone de manifiesto que "su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de el", y, de modo particular, de lo dicho por Simeón, en su canto dirigido a Dios, al indicar a Jesús como la "salvación preparada por Dios a la vista de todos los pueblos" y "luz para iluminar a los gentiles y gloria de su pueblo Israel" y, más adelante, también "señal de contradicción".

            De este misterio divino José es, junto con María, el primer depositario. Con María (y también en relación con María) él participa en esta fase culminante de la auto-revelación de Dios en Cristo, y participa desde el primer instante.

5º Gozo
Su dolor: la huida a Egipto
Su gozo: la unión de la Sagrada Familia

            Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate; toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y está allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". Levantándose de noche, tomó al niño y a la madre y se retiró hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes, a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor por su profeta: "De Egipto llamé a mi hijo".

            Entonces Herodes, viéndose burlado por magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en sus términos de 2 años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los magos. Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías: "Una voz se oye en Ramá, lamentación y gemido grande; es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere ser consolada, porque no existen".

            Con ocasión de la venida de los magos de Oriente, Herodes supo del nacimiento del "rey de los judíos". Y cuando partieron los magos él "envío a matar a todos los niños de Belén y de toda la comarca, de dos años para abajo". De este modo, matando a todos, quería matar a aquel recién nacido "rey de los judíos", de quien había tenido conocimiento durante la visita de los magos a su corte.

            La Iglesia rodea de profunda veneración a esta familia, proponiéndola como modelo para todas las familias. La familia de Nazaret, inserta directamente en el misterio de la encarnación, constituye un misterio especial. Y al igual que en la encarnación, a este misterio pertenece también una verdadera paternidad: la forma humana de la familia del Hijo de Dios, verdadera familia humana formada por el misterio divino.

            En esta familia, José es el padre. Y aunque no es la suya una paternidad derivada de la generación, sin embargo no es aparente o meramente sustitutiva, sino que posee plenamente la autenticidad de la paternidad humana, y la misión paterna en la familia. En ella está contenida una consecuencia de la unión hipostática: la humanidad asumida en la unidad de la persona divina del Verbo-Hijo, Jesucristo, junto con la asunción de la humanidad, en Cristo está también asumido todo lo que es humano, en particular, la familia, como primera dimensión de su existencia en la tierra. En este contexto está también asumida la paternidad humana de José.

6º Gozo
Su dolor: el anuncio de vuelta a Belén
Su gozo: el aviso del ángel de ir a Nazaret

            Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque son muertos los que atentaban contra la vida del niño". Levantándose, tomó José al niño y a la madre y partió para la tierra de Israel. Mas "habiendo oído que en Judea reinaba Arquelao, en lugar de su padre Herodes, temió ir allá". Y advertido en sueños "se retiró a la región de Galilea, yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret", para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno.

            El niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. Se trata de una expresión cotidiana de este amor en la vida de la familia de Nazaret es el trabajo. Los textos de la época (Protoevangelio de Santiago...) precisan el tipo de trabajo con el que José trataba de asegurar el mantenimiento de la familia: el de carpintero. Esta simple palabra abarca toda la vida de José. Para Jesús éstos son los años de la vida escondida, de la que habla el evangelista tras el episodio ocurrido en el templo: "Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos".

            Esta sumisión y obediencia de Jesús en la casa de Nazaret, es entendida también como participación en el trabajo de José. El que era llamado el "hijo del carpintero" había aprendido el trabajo de su padre putativo. Si la familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero.

            En nuestra época la Iglesia ha puesto también esto de relieve con la fiesta litúrgica de San José Obrero, el 1 de mayo. El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la redención.

            En el crecimiento humano de Jesús "en sabiduría, edad y gracia" representó una parte notable la virtud de la laboriosidad, al ser el trabajo un bien del hombre, que transforma la naturaleza y que hace al hombre, en cierto sentido, más hombre.

            Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado y que puede ser fomentada según un modelo accesible a todos. San José es el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes destinos; San José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo no se necesitan grandes cosas, sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas.

7º Gozo
Su dolor: la pérdida de Jesús en el templo
Su gozo: el encuentro de Jesús entre los doctores

            Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando era ya de doce años, al subir sus padres según el rito festivo, y volverse ellos, acabados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo echasen de ver. Pensando que estaba en la caravana anduvieron camino de un día. Le buscaron  entre parientes y conocidos, y al no hallarle, se volvieron a Jerusalén en busca suya. Al cabo de 3 días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas.

            Cuando sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote". Y él les dijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre?". Ellos no entendieron lo que les decía, pero Jesús "bajó con ellos a Nazaret y les quedó sujeto", creciendo en sabiduría y gracia "ante Dios y ante los hombres".

            Esta respuesta la oyó José, a quien María se había referido poco antes llamándole "tu padre". Y así es lo que se decía y pensaba, que "Jesús era, según se creía, hijo de José". No obstante, la respuesta de Jesús en el templo habría reafirmado en la conciencia del presunto padre lo que éste había oído una noche 12 años antes: "José, no temas tornar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo". Ya desde entonces, él sabía que era depositario del misterio de Dios, y Jesús en el templo evocó exactamente este misterio: "Debo ocuparme en las cosas de mi Padre".

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EQUIPO DE LITURGIA DE MERCABÁ

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 Act: 01/03/21       @año de san josé            E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A