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San José, obrero de Nazaret

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Aunque los evangelios nos dicen muy poco de San José, le califican con 5 títulos, importantes y significativos, que son como 5 pilares que permiten construir una sólida teología josefina: "hijo de David" (Mt 1, 20), "esposo de María" (Mt 1, 16), "padre de Jesús" (Lc 2, 48), "hombre justo" (Mt 1, 19) y "el carpintero" (Mt 13, 55) que enseñó su mismo oficio a Jesús (Mc 6, 3). Hoy sólo celebramos su oficio de carpintero de Nazaret: el sencillo trabajador que tiene que trabajar cada día, para sostener a su familia, con el sudor de su frente en un trabajo bien humilde, y en una vida oculta y laboriosa.

El evangelio no recoge ni una sola palabra suya. San José, más que con sus palabras, habla con sus actitudes y gestos. Con su silencio, su obediencia, su trabajo. Fue un obrero auténtico que trabajaba de sol a sol en su modesto taller de carpintería. La palabra griega tékton con que le designa el evangelio, tiene un sentido genérico de artesano, que puede incluir los oficios de carpintero, herrero, albañil, curtidor, tejedor, alfarero... Sin embargo, ya en Homero y en Jenofonte, tékton se usa en el sentido específico de artesano en carpintería. Y así lo ha entendido la tradición cristiana desde San Justino (s. II), que nos dice que construía yugos y arados, y en la misma línea escriben Origenes, San Efrén y San Juan Damasceno. Hasta la Edad Media no aparecen los autores que le dicen herrero (San Isidoro de Sevilla).

Pero ninguna prueba decisiva señala con precisión el oficio de José. Algo puede aclararnos el hecho de que en la época de Cristo, en Israel escaseaba la madera. No había sino los famosos cedros, que eran pocos y propiedad de ricos, palmeras, higueras y otros frutales. En consecuencia muy pocas cosas eran entonces de madera. Concretamente, en Nazaret las casas eran simples cuevas excavadas en la roca, o edificaciones construidas con cubos de la piedra. En los edificios sólo las puertas eran de madera y muchas casas ni siquiera tenían otra puerta que una gruesa cortina.

No debía ser mucho, pues, el trabajo para un carpintero en un pueblo de no más de cincuenta familias. Preparar o reparar aperos de labranza o construir rústicos carros. Los muebles apenas existían en una civilización en que el suelo era la silla más corriente y cualquier piedra redonda la única mesa. La carpintería pues, no era un gran negocio en el Nazaret de entonces. Sólo se le hacían encargos eventuales que consistían en reparar un tejado, en arreglar un carro, o recomponer un yugo o un arado. San José trabajaba humildemente para ganarse la vida y se la ganaba modestamente.

Su casa tiene, como todas las de la gente pobre de Palestina, una sola habitación que es cocina, comedor y dormitorio. Tiene un molino de mano, un hornillo de barro para cocer el pan, un arcón para guardar los vestidos, una mesa, una lámpara de aceite, unas esteras para dormir, y pocas cosas más. Todo pobre, pero limpio y ordenado, que por algo son las manos de María las que cuidan del hogar. En el exterior, una escalera adosada a la pared que conduce a la azotea. Este es el lugar de descanso de la Sagrada Familia al anochecer, donde en verano goza de la fresca brisa del Mediterráneo, y rezan vueltos hacia Jerusalén (Dn 6, 11).

El taller de José está en un pequeño patio con su "parra y su higuera" tradicionales (l Re 5, 5). José va vestido con una túnica ceñida con un cinturón; calza unas sencillas sandalias, y cubre su cabeza con el kuffiyéh, un velo sujeto con dos vueltas de un cordón negro. Se casó joven, con algún año más que Maria, que tendría unos dieciséis. Maneja con vigor la sierra y la garlopa. Por todas parte hay tablones de sicómoro, arcas, yugos y arados recién terminados. Mientras José trabaja, canta y reza, feliz de ganar con el sudor de su frente el pan para sus dos grandes amores: Jesús y María.

El es un trabajador que cumple el mandato de Dios: "Tomó Dios al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y guardara" (Gn 2, 15). Para que trabajara, a imagen de Dios trabajador, "creador del cielo y de la tierra". "Mi Padre trabaja siempre". Y vio Dios que lo había hecho bien.

Mateo llama a Jesús "el hijo del carpintero" (v. 55), dentro del contexto de admiración de la gente sobre las obras de Jesús. Así, los habitantes de Nazaret decían impresionados: "¿De dónde le vienen a éste ese saber y esos prodigios? ¿No es éste el hijo del carpintero?". El despectivo éste de las preguntas no equivale a una negación del sentido profundo de la actividad de Jesús, pero sí al hecho de que sea el hijo del carpintero. Y esto hace dudar a la gente sobre su saber y de sus obras, y hasta plantearse si habría algún tipo de magia en sus obras. Su gran equivocación fue, por tanto, haber rechazado la idea que de un "hijo del carpintero" pudiese surgir el "hijo de Dios".

La Iglesia puso la fiesta litúrgica de san José obrero en esta fecha una vez que el mundo obrero ya la había consagrado con sus luchas, con su sangre y con su unidad, como "día de los trabajadores". San José, obrero, es un recordatorio de que Jesús era miembro de la capa social humilde, de la clase trabajadora de su tiempo. Buen día para recordar que San José fue obrero y trabajador, y que su trabajo se concretó en un compromiso amoroso y solidario hacia su familia, hacia su esposa María y hacia su hijo Jesús.

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JESÚS M. BALLESTER, Valencia, España

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 Act: 01/03/21       @año de san josé            E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A