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San José presenta a Jesús

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            Cuando el Señor tenía 12 años (en cuanto hombre, se entiende, pues en cuanto Dios es anterior y exterior a todo tiempo), separándose de ellos, se quedó en el templo, y discutía con los ancianos, quienes se admiraban de su doctrina. Ellos, los padres, al regresar de Jerusalén, lo buscaron en la caravana, es decir, en medio de aquellos con quienes hacían el viaje. Al no encontrarlo, llenos de preocupación, volvieron a Jerusalén, donde lo encontraron discutiendo con los ancianos en el templo. Todo ello cuando tenía sólo 12 años. ¿Por qué extrañarse de ello?

            La Palabra de Dios nunca calla, aunque no siempre se la escuche. Es hallado en el templo; su madre le dice: "¿Por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, con dolor, te estábamos buscando". Y él responde: "¿No sabíais que conviene que me ocupe de las cosas de mi Padre?" (Lc 2, 42-49). Esto lo dijo, porque, como Hijo de Dios, estaba en el templo de Dios. Aquel templo, en efecto, no era de José, sino de Dios. "He aquí, dirá alguien, que admitió no ser hijo de José".

            Poned atención y tened un poco más de paciencia, hermanos, considerando que escasea el tiempo y ha de bastar para concluir el sermón. Cuando le dijo María: "Tu padre y yo, con dolor, te estábamos buscando", él contestó: "¿No sabíais que conviene que yo me ocupe de las cosas de mi Padre?". Aunque era hijo de ellos, no quería serlo en forma que excluyese el ser Hijo de Dios. Hijo de Dios, en efecto; Hijo de Dios desde siempre, el que los creó a ellos. Hijo del hombre, en cambio, en el tiempo, nacido de una virgen sin semen marital; a uno y a otro, sin embargo, tenía como padres. ¿Cómo lo probamos? Ya lo dijo María: "Tu padre y yo, con dolor, te estábamos buscando".

            Ante todo, hermanos, pensando en la instrucción de las mujeres, nuestras hermanas, no hay que pasar por alto la santa modestia de la virgen María. Había dado a luz a Cristo; un ángel se había acercado a ella y le había comunicado: "He aquí que concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande y llevará el sobrenombre de Hijo del Altísimo" (Lc 1, 31.32).

            Aunque había merecido alumbrar al Hijo del Altísimo, era muy humilde; ni siquiera se antepuso al marido en el modo de hablar. No dice "yo y tu padre", sino "tu padre y yo". No tuvo en cuenta la dignidad de su seno, sino la jerarquía conyugal. Nunca Cristo hubiese enseñado a su madre a ensoberbecerse. "Tu padre y yo, con dolor, te estábamos buscando". Tu padre, dijo, y yo, porque la cabeza de la mujer es el varón (Ef 5, 23). ¡Cuánto menos deben envanecerse las demás mujeres!

            La respuesta del Señor Jesucristo "convenía que yo me ocupara de las cosas de mi Padre", no indica que la paternidad de Dios excluya la de José. ¿Cómo lo probamos? Por el testimonio de la Escritura que dice textualmente: Y les dijo: "¿No sabíais que conviene que yo me ocupe de las cosas de mi Padre?". Ellos, sin embargo, no comprendieron de qué les estaba hablando.

            Y bajando con ellos, vino a Nazaret y les estaba sometido (Lc 2, 49-51). No dijo "estuvo sometido a su madre" ni "le estaba sometido", sino "les estuvo sometido". ¿A quiénes estaba sometido? ¿No era a los padres? Uno y otro eran padres, a los cuales estaba sometido del mismo modo que se había dignado ser Hijo del hombre. Poco ha recibían las mujeres ejemplo de cómo comportarse; recíbanlo ahora los niños, de modo que obedezcan a sus padres y les estén sometidos. ¡Está sometido a sus padres Cristo, a quien está sometido el mundo!

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SAN AGUSTÍN, Tagaste, Argelia

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 Act: 01/03/21       @año de san josé            E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A