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San José protege a María

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            El que las generaciones se cuenten por la línea de José y no por la de María no debe ser motivo de preocupación. De ello ya se ha hablado bastante. Del mismo modo que ella fue madre sin concupiscencia carnal, así también él fue padre sin unión carnal. Por él pueden descender o ascender las generaciones. No lo apartemos porque le faltó la concupiscencia carnal. Su mayor pureza reafirme su paternidad, no sea que nos lo reproche la misma santa María. Ella no quiso anteponer su nombre al del marido, sino que dijo: "Tu padre y yo te estábamos buscando con dolor" (Lc 2, 48). No hagan los perversos murmuradores lo que no hizo la casta esposa.

            Computemos, pues, por la línea de José, porque como es marido casto, así es igualmente casto padre. Pero antepongamos el varón a la mujer según el orden de la naturaleza y de la ley de Dios. Si, apartándole a él, ponemos a María en su lugar, dirá y con razón: "¿Por qué me habéis separado? ¿Por qué no suben o bajan por mí las generaciones?". ¿Acaso ha de respondérsele: "Porque tú no lo engendraste con la obra de tu carne". Pero él replicará: "¿Acaso ella le dio a luz por la obra de la carne?".

            La acción del Espíritu Santo recayó sobre los dos. Siendo, dice, un hombre justo. Justo era el varón, justa la mujer. El Espíritu Santo que reposaba en la justicia de ambos, a ambos les dio el hijo. Pero obró en el sexo al que le correspondía dar a luz lo que al nacer sería también para el marido. Así, pues, el ángel ordena a los dos que impongan el nombre al niño, con lo que se manifiesta que ambos tienen autoridad paterna. Pues estando todavía mudo Zacarías, la madre impuso el nombre al hijo que le había nacido. Y cuando los allí presentes preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase, tomando las tablillas escribió lo mismo que ella había dicho.

            Se dice también a María: "He aquí que vas a concebir a un hijo y le pondrás por nombre Jesús" (Lc 2, 31). Y a José: "José, hijo de David, no temas acoger a María como tu esposa, porque lo que en ella ha nacido es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo al que pondrás por nombre Jesús: él salvará a su pueblo de todos sus pecados" (Mt 1, 20.21). Se afirma también: "Y le dio a luz un hijo" (Lc 2, 7), con lo que se le reconoce como padre, no por obra de la carne, sino por la del amor. De esta manera es él padre.

            Con suma cautela y prudencia, pues, cuentan los evangelistas las generaciones por su línea, tanto Mateo descendiendo desde Abraham hasta Cristo, como Lucas ascendiendo desde Cristo hasta Dios, pasando por Abrahán. Uno las cuenta en línea ascendente, otro en línea descendente, pero ambos pasan por José. ¿Por qué? Porque era padre. ¿Cómo es que era padre? Porque su paternidad era tanto más auténtica cuanto más casta.

            Ciertamente era considerado José como padre de nuestro Señor Jesucristo, pero de otra manera, es decir, no como los demás padres que engendran en la carne y reciben hijos por cauce distinto al solo afecto espiritual. Lucas dice también: "Se le creía padre de Jesús" (Lc 3, 23). ¿Por qué se le creía así? Porque la opinión y juicio de los hombres se deja llevar por lo que suele suceder entre los hombres. Pero el Señor no nació de la sangre de José, aunque así se pensara; sin embargo, a la piedad y caridad de José le nació de la virgen María un hijo, Hijo a la vez de Dios.

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SAN AGUSTÍN, Tagaste, Argelia

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 Act: 01/03/21       @año de san josé            E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A