Semana Santa 2024

Sacramento de la Penitencia

Murcia, 25 marzo 2024
Manuel A. Martínez, doctor Ingeniero

1. No tardes en volver al Señor, no lo difieras de un día para otro (Ecl 5, 7).
2. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengáis, les quedan retenidos (Jn 20, 23).
3. Por tu inmensa compasión, Señor, borra mi culpa (Sal 50, 3).
4. Reconoce tu culpa, pues contra el Señor tu Dios te rebelaste (Jer 3, 13).
5. Arrepentíos y convertíos para que vuestros pecados se borren (Hch 3, 19).
6. El mejor sacrificio a Dios es un espíritu con contrición (Sal 50, 19).

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7. Para la doctrina católica, la confesión individual sigue siendo el único modo ordinario de la penitencia sacramental (Juan Pablo II, 21-II-1984).
8. Os exhorto una vez más, a vosotros y a vuestros sacerdotes, a que deis facilidades para que los fieles puedan acercarse individualmente al sacramento del perdón, y pongáis en acción todos los medios posibles y convenientes para ello (Juan Pablo II, 24-X-1986).
9. Para poder gozar plenamente de la alegría del perdón no basta la eliminación de todas las culpas; es necesaria la creación de un corazón nuevo (Juan Pablo II, 28-II-1990).
10. La Conferencia Episcopal estima que, en el conjunto de su territorio, no existen casos generales y previsibles en los que se den los elementos que constituyen la situación de necesidad grave en la que se puede recurrir a la absolución general. Por consiguiente, la forma ordinaria de reconciliación sacramental, que debe facilitarse por todos los medios a los fieles, es y seguirá siendo la confesión individual (Congregación de Obispos, 3-II-1989).
11. La absolución de los pecados debe ser individual y no colectiva (Juan Pablo II, 13-IX-1987).
12. Es en el confesionario donde se manifiesta sobre todo la misericordia de Dios (Juan Pablo II, 16-III-1986).
13. Si alguno dijere que puede recuperar la gracia perdida sin el Sacramento de la Penitencia, sea anatema (Concilio de Trento).
14. Si alguno negare que para la perfecta remisión de los pecados se requieren tres actos del penitente (contrición, confesión y satisfacción), sea anatema (Concilio de Trento).
15. Cuando el Sacramento de la Penitencia nos encuentra en pecado grave y lo recibimos en las disposiciones necesarias, nos libera de las culpas y nos devuelve la vida de la gracia (Juan Pablo II, 4-IV-1984).
16. La Iglesia ha exhortado siempre a los creyentes a acercarse con frecuencia a este sacramento, incluso para que sean perdonados los pecados veniales, porque el Sacramento de la Penitencia contribuye de manera extraordinaria a fomentar la vida cristiana (Juan Pablo II, 11-IV-1984).
17. En el Sacramento de la Penitencia nuestra debilidad encuentra la santidad de Dios en el perdón de Cristo (Juan Pablo II, 13-IX-1987).
18. El Concilio Vaticano II nunca intentó que el Sacramento de la Penitencia fuera practicado con menor frecuencia. Lo que expresamente pidió fue que los fieles pudieran entender más fácilmente los signos sacramentales y recurrieran a los sacramentos con mayor deseo y frecuencia (Juan Pablo II, 13-IX-1987).
19. Os aliento a acudir con frecuencia al Sacramento de la Reconciliación (Juan Pablo II, 10-V-1988).
20. Y recordad que el primer paso para recuperar una fe aparentemente perdida puede ser acudir al Sacramento de la Penitencia, en el que el mismo Cristo os espera para perdonaros, para abrazaros, para empezar una nueva vida (Juan Pablo II, 18-V-1988).

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21. Que se nos den buenos confesores, y tendremos la completa reforma de todos los cristianos (San Pío V).
22. El oficio de confesor es el más importante y el más difícil de todos (San Francisco de Sales).
23. Todas las mañanas, después de mi Misa, voy a visitar a los enfermos. Al entrar en cada choza de leprosos, empiezo por ofrecerme a escucharles en confesión (San Damián de Molokai).
24. Los pecados callados en confesión son las heridas que matan el alma (San Alfonso Mª Ligorio).
25. Me resultaba consolador ver durante la semana, y principalmente en días festivos, mi confesionario rodeado de cuarenta o cincuenta muchachos que aguardaban horas y horas esperando poder confesarse (San Juan Bosco).
26. Después de la confesión, la señal de la victoria corona las sienes del penitente (San Juan Crisóstomo).
27. Dadme vuestra gracia, Señor mío, para pedir perdón antes de que venga el Juez (Santo Tomás Moro).
28. Lo que más necesita el confesor es santidad (San Alfonso Mª Ligorio).
29. Recomiendo vivamente a todos, pero de modo especial a la juventud, que desde pequeños se elijan un confesor fijo y no lo cambien nunca sino en caso de necesidad. Evítese el defecto de algunos que cambian de confesor casi cada vez que se confiesan (San Juan Bosco).
30. Me confesaré muy a menudo (Santo Domingo Savio).
31. La ciencia de la moral es la más difícil de todas las ciencias (San Alfonso Mª Ligorio).
32. El Señor unió la vergüenza al pecado y la esperanza a la confesión, pero el demonio invirtió el orden e hizo que anduvieran juntas la confianza y el pecado, reservando la vergüenza para la confesión (San Juan Crisóstomo).
33. Dígase cuanto se quiera acerca de los diversos sistemas de educación; pero yo no encuentro base segura alguna sino en la frecuencia de la Confesión y de la Comunión; y no creo exagerar al afirmar que, sin estos dos elementos, la moralidad queda descartada (San Juan Bosco).
34. Los libertinos, que son la mayoría, acuden con frecuencia a los confesores relajados (que se equivocan por exceso de indulgencia) y en ellos encuentran su perdición (San Alfonso Mª Ligorio).
35. Haz la prueba: trata de confesarte, haz un esfuerzo, confiésate bien y verás la alegría que sentirás en el corazón (Santo Domingo Savio).
36. El demonio no lleva al infierno a los pecadores con los ojos abiertos, sino que los ciega con la malicia de sus mismos vicios, y así los conduce con él a la eterna perdición. El enemigo, por tanto, antes de que el hombre peque, procura cegarlo para que no vea la malicia del pecado y el abismo en que su alma se verá luego metida; después de haber pecado, trabaja para que enmudezca, inspirándole la vergüenza que le cierra la boca en el confesionario. Así logra el demonio sujetar con cadena doble para el infierno al pecador, dado que al pecado ya cometido va a añadir otro mayor: el sacrilegio (San Alfonso Mª Ligorio).
37. El perdón a un pecador es una obra más grande que la creación del mundo (Santo Tomás de Aquino).
38. Por las muchas confesiones no hemos tenido espacio de predicar; y juzgando servir más a nuestro Señor en ocuparnos de confesiones que no en predicaciones, hemos dejado de predicar (San Francisco Javier).
39. Debemos confesar todos los pecados al sacerdote (San Francisco de Asís).
40. Así como Dios odia a quien defiende su pecado, de un modo análogo ayuda al que lo confiesa (San Agustín).
41. Siempre bendecirás la hora en que hiciste una buena confesión (San Alfonso Mª Ligorio).
42. Dios está más dispuesto a perdonar a un pecador arrepentido que una madre a salvar del fuego a su hijo (San Juan Mª Vianney).
43. En la Confesión poned mayor empeño en excitaros a la contrición que en averiguar vuestros pecados (San Luis Mª Grignion).
44. Sin la humilde confesión, el justo es declarado por ingrato y el pecador tenido por muerto, de suerte que la confesión es la vida del pecador y la gloria del justo (San Bernardo).
45. Una confesión y comunión frecuente y la Misa diaria, son las columnas que deben sostener el edificio educativo (San Juan Bosco).
46. El demonio tiene preparada una lista completa de tus pecados para acusarte de ella ante el tribunal de Dios. ¿Quieres librarte de esta acusación? Adelántate a tu acusador, acúsate por ti mismo a un confesor y no tendrás entonces acusador alguno contra ti (San Ambrosio).
47. La confesión es para decir pecados, no virtudes (Santa Teresa de Jesús).
48. Querría confesarme a menudo porque la confesión llena de júbilo lo más íntimo de mi corazón... para lavar hasta las manchas más mínimas, aun aquellas que yo no veo (Santa Teresa de Lisieux).
49. Después de una falta grave no hay salvación posible sino mediante la confesión (San Alfonso Mª Ligorio).
50. Cuando el lobo va a robar una oveja, se le lanza a la garganta para impedir que bale y pida socorro; así la robará y devorará con seguridad. De igual forma trata el demonio a tantas pobres ovejas de Jesucristo: las hace caer en pecado y luego se les lanza a la garganta, para impedir que se confiesen. Hasta que, finalmente, se las lleva al infierno (San Agustín).
51. No des lugar a que el demonio te siga tentando con diferir para más tarde la confesión. Apresúrate, porque Jesucristo te está esperando (San Alfonso Mª Ligorio).
52. Hay quienes van a confesarse sólo por temor, mientras otros van guiados de la hipocresía para que los demás vean y sepan que se han confesado. ¿Acaso podemos llamar verdadera esa confesión? Sólo será verdadera aquella confesión que proceda de la contrición del corazón (San Bernardo).
53. Tenga en cuenta que no soy el rey, sino un pobre pecador, y tráteme como a tal (San Luis IX de Francia).
54. Si te asusta el horror de tus pecados, piensa en María (San Leoncio).

a/ Invoca al Espíritu Santo
b/ Lee en silencio y medita todas las citas
c/ Frase elegida número: ¿Por qué?
d/ ¿Qué estoy haciendo con este sacramento? ¿Por qué? ¿Cuáles son los obstáculos que tengo para confesarme?
e/ Medita la cita 50. El compromiso que hago ahora mismo es:
f/ Finaliza con una oración de acción de gracias al Señor

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Examen I de Conciencia

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Sobre el 1º mandamiento de Dios

 ¿Me niego culpablemente a creer en Dios? ¿He rechazado situaciones que podían haberme convertido y acercado más al Señor?
 ¿Soy tan soberbio que antepongo el amor a mí mismo al amor a Dios y al prójimo?
 ¿Creo que apenas tengo pecados? ¿He perdido el sentido del pecado? ¿Creo que ya nada es pecado?
 ¿He perdido el sentido de Dios?
 ¿Vivo como si Dios no existiera, en un ateísmo práctico?
 ¿He rechazado en alguna ocasión mi fe católica cristiana? ¿Me da vergüenza o miedo decir ante los demás, en situaciones delicadas o comprometidas, que soy creyente?
 ¿Me he reído de los demás o ante los demás por causa de Dios o de la fe en Dios? ¿He demostrado mi amor a Dios defendiéndolo cuando he oído hablar mal de él?
 ¿Niego alguna verdad o dogma de fe de la Iglesia? ¿Tengo dudas intencionadas y advertidas sobre las verdades de fe católicas?
 ¿He admitido en serio dudas contra la existencia de Dios o contra su amor?
 ¿Me preocupo de aprender la doctrina de la Iglesia? ¿Enseño a los demás doctrinas falsas y lo que yo creo o pienso de las verdades de fe, o me limito a enseñar lo que dice el magisterio de la Iglesia?
 ¿Acepto con agrado al papa y a los miembros de la Iglesia, o no estoy en comunión alguna con ellos?
 ¿Soy de los que toman a Dios por un amigote que lo perdona todo sin más y porque sí? ¿Peco confiando en que la misericordia de Dios me perdonará siempre y abusando de ella?
 ¿Confío, por el contrario, demasiado poco en la bondad de Dios? ¿He desesperado de mi salvación?
 ¿Odio a Dios? ¿Y al prójimo?
 ¿Hago oración? ¿Medito la Palabra de Dios con frecuencia? ¿Vivo diariamente en su presencia?
 ¿Tengo pereza, tedio, rechazo o disgusto de las cosas espirituales?
 ¿Me preocupo de cumplir los mandamientos? ¿Me preocupo por vivir continuamente en gracia de Dios?
 ¿He tentado a Dios en alguna ocasión?
 ¿He injuriado a algún sacerdote, religioso o religiosa? ¿Les he provocado heridas o escándalos?
 ¿He robado o hecho uso en actos profanos de objetos sagrados?
 ¿He comulgado alguna vez en pecado mortal sin confesarme antes? ¿Hice mi confirmación en pecado mortal sin confesarme antes? ¿Me casé en la iglesia en pecado mortal sin confesarme antes?
 ¿He ocultado pecados en alguna confesión por vergüenza o ridículo? ¿Me he confesado alguna vez sin arrepentirme de mis pecados y sin desear convertirme al Señor?
 ¿He profanado algún lugar sagrado, templo o cementerio? ¿He faltado al respeto a los dogmas, a los misterios de Dios, a la Virgen, a los santos, a la cruz o a los sacerdotes?
 ¿He hablado sin reverencia de las cosas santas, de los sacramentos, de la Iglesia, de sus ministros?
 ¿He traficado por dinero con cosas sagradas?
 ¿Soy supersticioso? ¿Practico el espiritismo? ¿Creo en agüeros, brujerías, sueños o en apariciones de la Virgen no aprobadas por la Iglesia?

Sobre el 2º mandamiento de Dios

¿He jurado en falso alguna vez o con dudas? ¿He hecho algún juramento sin cumplirlo? ¿He jurado sin necesidad?
¿He incumplido algún voto o promesa hecha a Dios?
¿He blasfemado contra el nombre de Dios, la hostia sagrada, la Virgen, los santos o contra las cosas sagradas?

Sobre el 3º mandamiento de Dios

¿He faltado a Misa entera algún domingo o fiesta de guardar? ¿Me he distraído voluntariamente en Misa?
¿He impedido a alguien que asista a Misa en día festivo?
¿He trabajado, o he hecho trabajar, sin necesidad, en domingo o en días festivos?
¿Dedico a la oración y a Dios más tiempo de lo normal durante los domingos y días festivos?
¿Dedico a la familia y a los necesitados algún tiempo concreto durante los domingos y días festivos?
¿Santifico realmente los domingos y festivos, o los dedico a las juergas?
¿He cumplido el precepto de la Confesión y de la Comunión anuales en tiempo de Pascua?

Sobre el 4º mandamiento de Dios

¿Amo a mis padres, hermanos, abuelos, hijos...?
¿Atiendo especialmente en la enfermedad y en la ancianidad, con cuidado, a mis padres y abuelos? ¿He dejado de ayudarles en sus necesidades? ¿Me he preocupado de sus cosas?
¿He faltado al respeto debido a mis padres? ¿Los he maltratado de palabra (insultos) o de obra? ¿Les he pedido perdón cuando les he hecho alguna ofensa?
¿He desobedecido a mis padres? ¿Y a mi director espiritual? ¿Y a mis abuelos, hermanos mayores...?
¿He reñido con mis hermanos? ¿He dejado de hablarles y no pongo los medios para la reconciliación?
¿He cuidado de la educación física, social, cultural, moral y espiritual de mis hijos?
¿He cumplido los deberes con la patria?
¿He sido respetuoso con mis obreros o empleados? ¿He sido fiel y responsable en mi trabajo o estudio?

Sobre el 5º mandamiento de Dios

¿He procurado la paz al prójimo? ¿He atentado contra la integridad física de alguien?
¿He procurado o provocado algún aborto? ¿Soy responsable de alguna muerte por eutanasia?
¿He reñido, peleado, lesionado o mutilado a alguien? ¿He participado en algún acto terrorista?
¿Me he drogado alguna vez? ¿He traficado con drogas? ¿He sido culpable de que alguien se enganche a la droga?
¿Me he emborrachado alguna vez? ¿Acostumbro a comer y beber en exceso?
¿He sido motivo de escándalo para alguien por culpa de alguna palabra, vestido descarado, espectáculo, fotografía, revista, chiste...? ¿He sido causa de que otros pequen?
¿He insultado o injuriado gravemente a alguien?
¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien? ¿He dejado de hablarme con alguien? ¿He deseado algún mal grave al prójimo o me he alegrado de sus males?

Sobre el 6º y 9º mandamientos de Dios

¿He mantenido relaciones sexuales con alguien que no es mi esposo(a)? ¿Las he tenido de pensamiento o deseo? ¿Han sido con personas del mismo o de distinto sexo?
¿He tenido conmigo mismo actos impuros? ¿Y masturbación?
¿He mantenido conversaciones obscenas contra la pureza? ¿He asistido a diversiones que podían poner en ocasión de pecar? ¿Me he entretenido con miradas impuras?
¿Tengo malas compañías?
¿Me entretengo con pensamientos, recuerdos o deseos deshonestos que atentan contra la castidad y la pureza?

Sobre el 7º y 10º mandamientos de Dios

¿Me he apropiado de los bienes de alguien? ¿He robado algún objeto o dinero?
¿He procurado ganancias o beneficios económicos abusivos? ¿He cometido injusticias laborales?
¿He engañado a alguien cobrándole por una venta o por un servicio más de lo justamente debido?
¿Me he enriquecido aprovechándome de las necesidades o apuros económicos de otros?
¿Retengo lo ajeno contra la voluntad de su dueño?
¿He pagado salarios justos y a su debido tiempo? ¿He incumplido mis obligaciones de trabajo?
¿He ganado dinero especulando? ¿He abusado o traficado injustamente a costa de mis influencias?
¿He estafado o sobornado a alguien para lograr algún beneficio?
¿He ocasionado daños en los bienes del prójimo?
¿He devuelto o reparado al prójimo los bienes que he dañado o robado o ganado injustamente?
¿He codiciado los bienes de los demás? ¿Soy avaricioso de riquezas? ¿Envidio los bienes ajenos?

Sobre el 8º mandamiento de Dios

¿Suelo juzgar mal a alguien sin motivos? ¿Suelo pensar mal del prójimo?
¿He declarado algún testimonio falso para ayudar o perjudicar a alguien?
¿Suelo hablar mal de alguien sin razón suficiente para ello? ¿He descubierto defectos graves de otra persona? ¿Revelo secretos que conozco de amigos para perjudicarles? ¿Falto al obligado secreto profesional?
¿Escucho a murmuradores sin hacerles callar y corregirse?
¿He calumniado a alguien, inventando algo falso grave? ¿Propago noticias calumniosas oídas que ni sé si son ciertas?
¿Suelo burlarme o reírme de alguien?
¿Suelo mentir?
¿Engaño a los demás hipócritamente para que crean que soy mejor de lo que realmente soy?
¿He reparado el daño que mi lengua haya podido cometer contra el prójimo?

Sobre los mandamientos de la Iglesia

¿Suelo hacer más oración u obras de piedad o de caridad todos los viernes del año y en Cuaresma?
Si tengo más de 14 años, ¿he guardado abstinencia todos los viernes que no son días festivos?
Si tengo más de 18 años, ¿he ayunado en Viernes Santo y en Miércoles de Ceniza?
¿Ayudo a la Iglesia en sus necesidades? ¿Colaboro con mi dinero y bienes al culto, al apostolado, al sustento de los sacerdotes y de los pobres? ¿En qué cantidad y medida ayudo?
¿Sé dar limosnas? ¿Doy forzado o con alegría? ¿Doy en silencio o para que se sepa?
¿He gastado más de lo que permite mi situación económica?
¿He dejado de dar lo conveniente para los gastos de mi familia? ¿Abuso en gastos del dinero de mis padres?
¿Comparto mi dinero y mi tiempo con quien los necesita?

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Examen II de Conciencia

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Amarás a Dios con todo tu corazón

¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas con recta intención?
¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción cristiana escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores, mi fe en Dios? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada?
¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es una auténtica conversación (de mente y corazón)
con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a él en mis tentaciones?
¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido irreverentemente con la Virgen María y los santos?
¿Guardo los domingos y días festivos de la Iglesia participando activa, atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la misa? ¿He cumplido el precepto anual de la confesión y de la comunión pascual?
¿Tengo, quizás, otros dioses, es decir: cosas por las que me preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el espiritismo o cualquier otra forma de inútil magia?

Amaos unos a otros como Yo os he amado

¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los demás con mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a los padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos, ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los cónyuges fieles entre sí en el corazón y en la vida?
¿Comparto mis bienes con los que son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los débiles o, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?
¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi confirmación? ¿Participo en las obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia? ¿He tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los pueblos, la realización de la paz y la justicia?
¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo según mis posibilidades en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia y la caridad en este mundo? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos?
¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi servicio a la sociedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo? ¿He cumplido mis promesas y contratos?
¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y respeto debidos?
Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad ¿los uso para mi utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?
¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto?
¿He producido algún daño a la vida, a la integridad física, la fama, el honor o los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado por egoísmo presentarme como testigo de la inocencia de alguien?
¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he causado algún daño? ¿He restituido lo robado y he reparado el daño?
Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por el amor de Cristo, el perdón o mantengo deseos de odio y venganza?

Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto

¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oración, la lectura y la mortificación? ¿Estoy esforzándome en superar mis vicios, mis inclinaciones y pasiones malas, como la envidia o gula en comidas y bebidas? ¿Me he levantado contra Dios, por soberbia o jactancia, o he despreciado a los demás sobreestimándome a mí mismo? ¿He impuesto mi voluntad a los demás en contra de su libertad y sus derechos?
¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dio? ¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo? ¿He vivido ocioso y he sido perezoso?
¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la vida? ¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar "lo que falta a la Pasión de Cristo"? ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia?
¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como templo que es del Espíritu Santo, llamado a resucitar en la gloria y como signo del amor que el Dios fiel profesa a sus fieles, signo que adquiere toda su luz en el matrimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la impureza, con palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos? ¿He condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas o asistido a espectáculos o diversiones contrarios a la honestidad humana y cristiana? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? ¿He observado la ley moral en el uso del matrimonio?
¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía?
¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de Dios, según la ley del Espíritu, o soy siervo de mis pasiones?

MANUEL A. MARTÍNEZ, Colaborador de Mercabá

 Act: 25/03/24    @semana santa        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A