12 de Febrero

Lunes VI Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 12 febrero 2024

c) Meditación

         Ante las exigencias de hoy de los fariseos, que reclaman de Jesús un signo del cielo, el Señor responde que no se le dará ningún signo a esta generación, porque no es digna de semejante signo. Jesús denuncia aquí la perversidad de esa generación, la suya, que se resiste a creer en él.

         El evangelista Lucas es aún más explícito que el conciso Marcos, el cual apenas ofrece detalles. Y según Lucas Jesús dice: Esta generación es una generación perversa (Lc 11, 29). Pero ¿en qué radica esa perversidad? En que pide un signo. Y concluye: Pues no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

         La actividad mesiánica de Jesús estaba colmada de signos, y sus numerosas curaciones milagrosas fueron vistas por muchos de sus contemporáneos, como signos de la presencia de un gran profeta en medio del pueblo. Pero no todos apreciaron en estas acciones extraordinarias signos de la actuación de un enviado de Dios, sino más bien signos demoníacos o acciones llevadas a cabo en estrecha alianza con el diablo.

         Las interpretaciones eran totalmente antagónicas, pero coincidían en una cosa: eran efectos en los que se revelaban fuerzas sobrenaturales. Con todo, había quienes seguían pidiendo un signo, quizás más espectacular y convincente, y al que nadie pudiera oponer argumentos.

         Jesús se niega a satisfacer tales exigencias diabólicas, pues a sus ojos no son sino tentaciones y una reproducción de las tentaciones del desierto: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan; tírate desde el alero del templo. Es decir, demuestra lo que eres, ofreciendo una prueba irrefutable.

         La incredulidad es siempre muy cínica en sus reivindicaciones, y siempre reclama más signos y más incuestionables, pues ninguno de los que han visto ya les han satisfecho. Y por eso se resiste a doblegar su voluntad y su inteligencia, ante ninguna autoridad superior.

         Por eso insiste Jesús en ser pequeños a la hora de exigir pruebas al Creador, para no ser ridículos. Sin embargo, siempre habrá quienes se planten ante Dios en actitud desafiante, como si la vasija se dirigiera al alfarero reclamando una mejor hechura, a forma de ¿por qué me has hecho así?

         Decía que Jesús se negó a satisfacer tales exigencias (no se les dará más signos a esta generación), salvo la señal de Jonás para los habitantes de Nínive. Pero ¿de qué fue signo Jonás para los habitantes de aquella ciudad? Simplemente, de la presencia, en medio de ellos, de un enviado de Dios, que les hablaba con su palabra de una manera convincente. Se trata del poder de palabra del profeta, que predica desde su propia experiencia exhortando a la conversión.

         De Jonás no se dice que hiciera milagros, pero sí que su predicación convenció y convirtió a los habitantes de Nínive, que se vistieron de saco y de sayal e hicieron penitencia. Jesús, aunque es más que Jonás, no pide otro crédito que el que tuvo Jonás entre los destinatarios de su misión.

         La resistencia judía al mensaje de Jesús fue en muchos casos culpable, y eso es lo que llevó a Jesús calificar de perversa a su generación. Por eso vendrán los pertenecientes a otra generación (los habitantes de Nínive), y con todo merecimiento se alzarán y harán que los condenen.

 Act: 12/02/24     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A