13 de Noviembre

Jueves XXXII Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 13 noviembre 2025

Meditación

         El reino de Dios fue un tema central en la predicación de Jesús, y el evangelio está sembrado de múltiples referencias a esta realidad del Reino, que llega con la actividad y enseñanza de Jesucristo, que está destinado a combatir el mal (enfermedad, pecado, demonio, muerte...) y que está presente en el mundo a través de numerosos signos de cercanía.

         Pues bien, nos dice hoy el evangelista que, en cierta ocasión, se acercan a Jesús los fariseos, y le preguntan sobre las circunstancias de lugar y tiempo de ese Reino que él predica. En concreto, quieren saber cuándo llegará ese reino del que tanto habla Jesús. Y él les contesta: El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí. Porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.

         El reino de Dios, por ser de Dios, ha de tener un carácter celeste, al menos por lo que se refiere a su origen. Es muy probable, por tanto, que los fariseos se forjasen la idea de un reino protagonizado por un enviado celeste, que inaugurase una nueva era (un nuevo milenio, quizás) de manera repentina y espectacular.

         Jesús les contesta que eso no será así, que él no ha venido en ese plan, y que no se anunciará como se anuncia la llegada de un circo a una localidad, ni entre sonidos y aires de fiesta.

         En realidad, el reino de Dios está ya en el mundo de manera inadvertida, les dice Jesús, y es de índole espiritual (dentro de nosotros), aunque sus frutos se manifiesten y transformen el mundo circundante (como las semillas, que desde el interior de la tierra crecen hacia el exterior y acaban generando ramas llenas de pájaros y vida).

         El reino de Dios, por tanto, está donde está Dios actuando con la fuerza de su Espíritu, y donde está germinando el amor divino. Y estando así, no resulta extraño que se le caracterice como algo muy pequeño y germinal, aunque esté dotado de un potencial descomunal. ¿No es pequeño el átomo? El átomo es pequeño, pero ¡qué grande es la potencia atómica!

         Tras despachar a los fariseos, Jesús se dirige a sus discípulos y, como si le supiese a poco lo dicho, a ellos les completa su reflexión: Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

         El momento al que aquí Jesús parece aludir no es el momento interno (o escondido) del reino de Dios, sino el momento fulgurante de la venida del Hijo del hombre en su día. Es decir, el momento de su segunda venida.

         Antes de que ese día llegue, explica Jesús, se vivirán tiempos de desolación. Y en esos tiempos muchos desearán dejar este mundo, y habrán alarmas infundadas, y se anunciará que está aquí o allí... No obstante, todo esto serán falsas alarmas, que los hombres irán propagando en esos momentos de desolación, al haber creído falsamente haber llegado el tiempo de su venida.

         Cuando llegue el Hijo del hombre no habrá tiempo para reaccionar, pues será tan fugaz como el fulgor del relámpago que brilla en el horizonte. No habrá, por tanto, escapatoria para los habitantes de la tierra. Pero antes sucederán otras cosas, como el padecimiento y reprobación de ese Hijo del hombre como Juez de vivos y muertos.

         Los momentos del Reino vienen a coincidir, en 1º lugar, con los momentos de su mensajero y protagonista, que es Jesucristo. En 2º lugar tendrá que ver con las fases de la semilla que él ha ido sembrando en la tierra y en el interior del corazón humano. Y en 3º lugar con el crecimiento mezclado de la cizaña, hasta el punto de decidir llegado el momento de la siega y su aniquilamiento.

         El reino de Dios está constituido por la cosecha (frutos) de esa semilla (amor) que Cristo sembró en el mundo (corazón del hombre), con el fin de que fructificase. Conscientes del potente dinamismo de este Reino, cuya potencia está dentro de nosotros (porque el Espíritu de Dios está dentro de nosotros), sigamos pidiendo en el Padrenuestro que venga a nosotros tu reino, así como hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, pues no podrá haber reino de Dios donde no se haga la voluntad de Dios.

 Act: 13/11/25     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A