RELATOS SUMERIOS
Descenso de Innana (Istar) al Inframundo

Innana-Ishtar, Reina del cielo y la tierra, de los cultivos y el ganado, Gran  Madre Sumeria, deja provisionalmente el trono a su amado esposo, hermano e hijo, el pastor y Sumeria, deja provisionalmente el trono a su amado esposo, hermano e hijo, el pastor y agricultor Dummuzi. Decide descender a los infiernos para encontrarse con su hermana agricultor Dummuzi. Decide descender a los infiernos para encontrarse con su hermana oscura Ereshkigal, la  terrible Reina de  Gran Abajo, al morir su consorte Gugalanna, el Gran Toro del Cielo.

En la primera puerta, Inanna es  detenida y se le pide que se identifique. El portero anuncia a Ereshkigal, la Reina del Gran Abajo, que Inanna la Reina del Cielo, del lugar donde el sol se levanta, pida permiso a la tierra del no retorno, para presenciar  presenciar el funeral funeral de Gugalanna. Ereshkigal se enfurece y exige que que la diosa de la superficie sea tratada de acuerdo a las leyes y los ritos a los que se sometía a cualquiera que entrara a su reino.

El guardián de la puerta obedece las órdenes, despoja a Inanna de cada uno de sus magníficos aderezos y símbolos de poder en cada una de las siete puertas. En cuclillas y desnuda, tal como eran enterrados los sumerios, Inanna es juzgada juzgada por los siete jueces del inframundo.

Ya en el gran abajo, Ereshkigal fija en Inanna su ojo de la muerte y la mata. Deja  su cadáver verdoso y putrefacto colgado en una estaca. Al tercer día,  como Inanna no regresaba, Ninshubur su sirvienta, la reina del Oriente, sigue las instrucciones de Inanna de pedir ayuda a sus padres o dioses antepasados.

Mientras Inanna está en el Abajo, no hay reproducción, ni fertilidad en la tierra. Ninshubur acude a Enlil, el dios supremo del cielo y de la tierra. Y a Nanna, dios lunar y padre de Inanna. Pero ambos rehúsan interferir.

Finalmente Enki, dios de las aguas y de la sabiduría, creador de los Me (y a quien Inanna se los había arrebatado), escucha el ruego de Ninshubur, y  acepta rescatar a Inanna. Para ello usa dos pequeño pequeños eunucos, dolientes y plañideros.

Ellos se cuelan al inframundo, sin ser vistos, cargando con la comida y el agua de la vida que Enki les proporcionó. Al llegar, muestran conmiseración por el dolor de Ereshkigal, que solloza a los muertos y además gime aquejada de dolores de parto. Ereshkigal, agradecida por la  compasión, finalmente les da el cadáver de Inanna.

Entonces Inanna resucita, pero para subir y salir del Abajo se le recuerda  que  tiene que  enviar un sustituto, que tome su lugar. Mientras sube por cada portal, reclamando sus vestimentas y símbolos de poder, los demonios la rodean continuamente. Inanna, en su búsqueda, no escoge a nadie que haya llorado por ella en su ausencia. Finalmente, se encuentra con  su  consorte Dummuzi, que se encuentra sentado en el trono.

Inanna lo mira con el mismo ojo de la muerte de Ereshkigal, y los demonios se lo  llevan. Dummuzi se escapa con la ayuda de Utu (el dios sol, hermano de Inanna), que lo transforma en una serpiente y así le permite escapar. Dummuzi sueña con su muerte, y acude a su hermana Geshtinanna, quien le ayuda a interpretar su sueño y lo esconde en su casa. Luego se ofrece en su lugar. Inanna decreta entonces que ambos hermanos se dividan el destino, y que pasen mitad del  año cada uno en el inframundo. Cada año, cuando a Dummuzi le toca bajar, Inanna lo llora desconsolada, y lo despide con grandes ceremoniales.