11 de Diciembre

San Dámaso I papa

San Agustín de Hipona
Contra Fausto, XX, 21

Oficio, II

         El pueblo cristiano celebra la conmemoración de sus mártires con religiosa solemnidad, para animarse a su imitación, participar de sus méritos y ayudarse con sus oraciones, pero nunca dedica altares a los mártires, sino sólo en memoria de los mártires.

         Con todo, ¿quién es el obispo que, al celebrar la misa sobre los sepulcros de los santos, haya dicho alguna vez: Te ofrecemos a ti, Pedro, o a ti, Pablo, o a ti, Cipriano? La ofrenda se ofrece a Dios, que coronó a los mártires, junto a los sepulcros de aquellos a los que coronó, para que la amonestación, por estar en presencia de los santos lugares, despierte un afecto más vivo para acrecentar la caridad con aquellos a los que podemos imitar, y con aquel cuya ayuda hace posible la imitación.

         Damos culto a los mártires con un culto de amor y participación, con el que veneramos, en esta vida, a los santos, cuyo corazón sabemos que está ya dispuesto al martirio como testimonio de la verdad del evangelio. Pero a aquellos los honramos con mucha más devoción, por la certeza de que han superado el combate, y por ello les confesamos vencedores en una vida feliz, con una alabanza más segura que aquellos que todavía luchan en esta vida.

         El culto que se llama "culto de latría", y consiste en el servicio debido a la divinidad, lo reservamos sólo a Dios, y no tributamos este culto a los mártires, ni enseñamos que haya que tributárselo. Ahora bien, la ofrenda forma parte de este culto de latría, y por eso se llama idolatría la ofrenda hecha a los ídolos.

         Nosotros no ofrecemos nada semejante, ni tampoco mandamos que se ofrezca culto a los ángeles, a los santos o a los mártires. Y si alguien cae en tan gran tentación, se le amonesta con la verdadera doctrina, para que se corrija o para que tenga cuidado.

         Los mismos santos se niegan a apropiarse estos honores exclusivos de Dios. Así hicieron Pablo y Bernabé, cuando los habitantes de Licaonia, después de haber visto los milagros que hicieron, quisieron ofrecerles sacrificios como a dioses. Ellos, rasgando sus vestiduras, proclamaron y les persuadieron que no eran dioses, y de esta forma impidieron que les fueran ofrecidos sacrificios.

         Una cosa es lo que enseñamos, y otra lo que soportamos. Una cosa es lo que mandamos hacer, y otra lo que queremos corregir. Así, mientras vamos buscando la corrección más adecuada, tenemos que tolerar muchas cosas.

 Act: 11/12/25     @tiempo de adviento         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A