1 de Noviembre

Todos los Santos

San Agustín de Hipona
Sobre el Sermón de Montaña, I, 3.10

Introducción

         Ocho son, en total, las bienaventuranzas. Mas lo que sigue a continuación, lo dice Jesús urgiendo a los presentes y diciendo: "Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan".

         Las sentencias anteriores las enunciaba de una manera genérica, pues no dijo "dichosos los pobres en el espíritu porque vuestro es el reino de los cielos", sino "porque de ellos es el reino de los cielos". Ni dijo "dichosos los sufridos, porque vosotros heredaréis la tierra", sino "porque ellos heredarán la tierra". Y así, las demás hasta la octava sentencia, donde dice: "Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos".

         A partir de este momento, comienza ya a hablar urgiendo a los presentes. Pero así como lo anteriormente dicho se refería al auditorio inmediato, así lo que añadió a continuación y que da la impresión de ir especialmente destinado a los allí presentes, se refiere igualmente a los ausentes y a los que vendrían con posterioridad.

         Por lo cual, hemos de considerar con toda diligencia el orden de estas bienaventuranzas. La serie comienza por la humildad: "Dichosos los pobres en el espíritu". Esto es, los no pagados de sí mismos, y las almas que se someten a la divina autoridad, temiendo que, después de esta vida, tengan que ir a sufrir el castigo, aun cuando a veces se hayan podido sentir feliz en la vida presente.

         Por este camino llega al conocimiento de las sagradas Escrituras, en el que ha de mostrarse sufrida en la piedad, sin atreverse a vituperar lo que a los no iniciados les parece absurdo, y, por el camino de las tercas disputas, caiga en la indocilidad. Entonces el alma comienza a descubrir cuáles son los lazos con que el mundo pretende esclavizarla: la sensualidad y el pecado.

         Así que, en este tercer grado (en el que está la ciencia) se deplora la pérdida del sumo bien, al adherirse a los bienes opuestos.

         El cuarto grado es laborioso, y en él el alma se dedica con vehemencia a desembarazarse de todo cuanto la esclaviza con dulces pero letales lazos. En este grado se siente hambre y sed de justicia, y es muy necesaria la fortaleza, pues no se abandona sin dolor lo que se retiene con deleite.

         A los que en el quinto grado perseveran aún en la fatiga se les da un consejo para superarla: a menos de ser ayudado por alguien más fuerte, nadie es capaz de liberarse por sí mismo de las implicaciones de tantas miserias. Existe un consejo justo: que quien desea ser ayudado por alguien más fuerte que él, esté dispuesto a ayudar a su vez al que es más débil en la medida de sus posibilidades. Por eso dijo el Señor: "Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia".

         En sexto lugar está la pureza de corazón, que brota de la buena conciencia en el bien obrar y que deja expedito el camino para la contemplación del sumo bien. En él, sólo una mente pura y serena es capaz de ver a Dios.

         La séptima bienaventuranza es la misma sabiduría. Es decir, la contemplación de la verdad, que pacifica al hombre en su totalidad, acentuando su semejanza con Dios, y que concluye así: "Dichosos los que trabajan por la paz porque ellos se llamarán «los hijos de Dios".

         La octava bienaventuranza retorna al tema inicial, pues demuestra y prueba que lo ha conducido al más acabado cumplimiento. En efecto, en la primera y en la octava se hace mención del reino de los cielos: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos", y: "Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos".

         Se ha dicho, en efecto: "¿Quién podrá apartarnos de la caridad de Cristo?, ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?". Así pues, siete son las bienaventuranzas que perfeccionan, mientras que la octava clarifica y demuestra lo que ya es perfecto, de modo que a través de estos dos grados, como si se comenzase siempre de nuevo, se perfeccionen los demás.

 Act: 01/11/25     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A