15 de Enero
Miércoles I Ordinario
San
Pablo
Carta a los Romanos 2, 1-16
Oficio, I
Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes defensa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual.
Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión?
Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable.
Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; gloria, honor y paz a todo el que practica el bien, en primer lugar al judío, pero también al griego, porque Dios no es parcial con nadie. Los que pecaban sin estar bajo la ley perecerán sin que intervenga la ley; los que pecaban bajo la ley, por la ley serán juzgados. Porque no basta escuchar la ley para estar a bien con Dios, hay que practicar la ley para recibir su aprobación.
Me explico. Cuando los paganos, que no tienen ley, hacen espontáneamente lo que ella manda, aunque la ley les falte, son ellos su propia ley; y muestran que llevan escrito dentro el contenido de la ley cuando la conciencia aporta su testimonio y dialogan sus pensamientos condenando o aprobando. Así será el día en que Dios juzgue lo escondido en el hombre; y, según el evangelio que predico, lo hará por medio de Jesucristo.
Act:
15/01/25
@tiempo
ordinario
E D I T O R I
A L
M
E
R C A B A
M U R C I A