6 de Julio
Domingo XIV Ordinario
San Agustín de Hipona
Homilías, CI, 1-3.11
Introducción
En la lectura evangélica que acaba de proclamársenos, se nos invita a indagar cuál sea la mies de la que dice el Señor: "La mies es abundante y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies, que mande obreros a su mies". Entonces, el Señor agregó a sus doce discípulos (a quienes nombró apóstoles) otros setenta y dos, y los mandó a todos (como se deduce de sus palabras) a la mies ya en sazón.
¿Cuál era, pues, aquella mies? Esa mies no hay que buscarla ciertamente entre los gentiles, donde nada se había sembrado. Luego no queda otra alternativa que entenderla de la mies que había en el pueblo judío. A esta mies vino el dueño de la mies, y a esta mies mandó a los segadores. A los gentiles no les envió segadores, por tanto, sino sembradores.
Debemos entender, por consiguiente, que la cosecha se llevó a cabo en el pueblo judío, y la sementera en los pueblos paganos. De entre esta mies fueron elegidos los apóstoles, pues al segarla ya estaba madura (porque la habían previamente sembrado los profetas). Es una delicia contemplar los campos de Dios, y recrearse viendo sus dones y a los obreros trabajando en sus campos.
Estad atentos, pues, y deleitaos conmigo en la contemplación de los campos de Dios, pues en ellos hay dos clases de mieses: una, ya cosechada (en el pueblo judío), y otra todavía por cosechar (en los pueblos paganos). Vamos a tratar de demostrarlo.
Y ¿cómo hacerlo sino acudiendo a la Escritura de Dios, el dueño de la mies? Pues bien, en el presente capítulo hallamos escrito: "La mies es abundante y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies, que mande obreros a su mies".
En otro lugar, el Señor dijo a sus discípulos: "¿No decís vosotros que todavía queda lejos el verano? Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega", y también: "Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores". Trabajaron Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y los profetas. Trabajaron sembrando, y al llegar el Señor se encontró con una mies ya madura. Enviados segadores con la hoz del evangelio, acarrearon las gavillas a la era del Señor, donde había de ser trillado Esteban.
En este momento aparece en escena Pablo, el enviado a los gentiles. Y al hacer valer la gracia que él ha recibido como un don particular y personal, no oculta este extremo. Él nos dice en sus escritos, efectivamente, que fue enviado a predicar el evangelio allí donde el nombre de Cristo era desconocido.
Como aquella cosecha era ya una cosa hecha, fijémonos en esta nueva mies, que somos nosotros. Sembraron los apóstoles y los profetas. Y sembró el mismo Señor (ya que él estaba presente en los apóstoles), y él mismo recolectó. Sin él, en efecto, ellos no pueden hacer nada, mientras que él es perfecto sin ellos. Por eso les dijo "sin mí no podéis hacer nada".
Una vez que Cristo se decidió a sembrar entre los gentiles, ¿qué es lo que dice? Esto mismo: "Salió el sembrador a sembrar". Y allí son enviados los obreros a segar.
Los apóstoles de Cristo, predicadores del evangelio, no se detuvieron a "saludar a nadie por el camino", porque no buscaron ni hicieron otra cosa que anunciar el evangelio con genuina caridad, yendo de casa en casa y diciendo: "Paz a esta casa". No lo decían sólo de boquita, sino de lo que están llenos, predicando la paz porque poseían la paz. Si allí había gente de paz, descansaría sobre ellos su paz.
Act:
06/07/25
@tiempo
ordinario
E D I T O R I
A L
M
E
R C A B A
M U R C I A