10 de Noviembre

Lunes XXXII Ordinario

San Agustín de Hipona
Homilías, XLVI, 3-4

Oficio, II

         Oigamos ahora lo que la palabra divina, sin halagos para nadie, dice a los pastores que se apacientan a sí mismos en vez de apacentar a las ovejas: "Os coméis su enjundia, os vestís con su lana, matáis las más gordas y no apacentáis las ovejas. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas, ni recogéis a las descarriadas, ni buscáis las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes. Al no tener pastor, se desperdigaron y fueron pasto de las fieras del campo".

         Se acusa a los pastores aquí por lo que buscan y por lo que descuidan. ¿Qué es lo que buscan? Esto mismo: "Os coméis su enjundia, os vestís con su lana", y eso que el apóstol había dicho: "Planta una viña, y no come de su fruto".

         Tenemos aquí un dilema, pues ¿no decíamos que "el pastor se alimenta de la leche del rebaño"? Son éstas palabras en las que vemos que se llama "leche del rebaño" a lo que el pueblo de Dios da a sus responsables para su sustento temporal. No obstante, de eso hablaba precisamente el apóstol, cuando decía que "no come su fruto".

         El apóstol, en efecto, prefirió vivir del trabajo de sus manos, y no exigir de las ovejas ni siquiera su leche. Sin embargo, afirmó su derecho a percibir aquella leche, pues el Señor había dispuesto que los que anuncian el evangelio vivieran de él. De hecho, también dice Pablo que otros de sus compañeros de apostolado habían hecho uso de aquella facultad, no usurpada sino concedida. 

         Con todo, el apóstol fue más allá de lo concedido, y no quiso recibir siquiera lo que se le debía. Renunció, por tanto, a su derecho, pero no por eso exigió lo mismo para los demás, sino que simplemente fue él personalmente más allá. Quizás pueda relacionarse esto con aquello que dijo el samaritano al conducir al herido a la posada: "Lo que gastes de más, yo te lo pagaré a la vuelta".

         ¿Qué diré, pues, de los pastores que no necesitan la "leche del rebaño"? Que son misericordiosos. O mejor, que desempeñan con más largueza su deber de misericordia. Pueden hacerlo, pero no lo hacen. Han de ser alabados por ello, sin por eso condenar a los otros.

         Respecto a lo que los pastores descuidan, el apóstol mismo, que no exigía lo que era un derecho suyo, nunca descuidó, y siempre buscó, que las ovejas fueran productivas, y no estériles ni faltas de leche.

 Act: 10/11/25     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A