4 de Noviembre

Martes XXXI Ordinario

Libros Proféticos
Jeremías 32, 6-10.16.24-40

Oficio, I

         Jeremías entregó el contrato a Baruc, hijo de Nerías, diciéndole: "Hanamel, hijo de tu tío Salún, vendrá a decirte: Cómprame el campo de Anatot, porque a ti te corresponde rescatarlo comprándolo. Ayer vino a visitarme mi primo al atrio de la guardia, y me dijo: Cómprame el campo de Anatot, en el territorio de Benjamín, porque a ti te corresponde rescatarlo y adquirirlo. Yo comprendí que esa era la palabra del Señor, y por eso compré el campo de Anatot a mi primo Hanamel. Pesé el dinero, y pesaba 17 siclos de plata. Escribí el contrato, lo sellé, hice firmar a los testigos y pesé la plata en la balanza".

         Después de entregar a Baruc el contrato, Jeremías oró al Señor diciendo: "Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla. La ciudad está entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo estás viendo. ¿Y tú, mi Señor, me dices cómprate el campo con dinero, ante testigos, mientras la ciudad cae en manos de los caldeos?".

         Vino entonces a Jeremías la palabra del Señor, que decía: "Yo soy el Señor, Dios de todos los humanos, así que ¿hay algo imposible para mí? Pues bien, yo entrego esta ciudad en manos de los caldeos, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para que la conquiste. Los caldeos que la atacan entrarán en esta ciudad y le pegarán fuego. La quemarán con las casas en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y se hacían libaciones a dioses extranjeros, para irritarme. Lo hago porque los judíos hacen lo que yo repruebo desde su juventud, y los israelitas me irritan con las obras de sus manos. Esta ciudad ha provocado mi ira y mi cólera desde que la construyeron hasta hoy. La tendré que apartar de mi presencia, por todas las maldades que cometen israelitas y judíos, irritándome todos, con sus reyes y príncipes, con sus sacerdotes y profetas, y todos los habitantes de Jerusalén. Me dan la espalda, y no la cara. Yo los enseñaba sin cesar, y ellos no escuchaban ni escarmentaban. Ponían abominaciones en la casa que lleva mi nombre, profanándola. Construían capillas a Baal en el Valle de Ben Hinón, para pasar por el fuego a sus hijos e hijas, en honor de Moloc. Eso yo no lo mandé, ni se me pasó por la cabeza. Judá hizo abominaciones semejantes, haciendo pecar a sus ciudadanos".

         Jeremías dijo entonces al pueblo: "Así dice el Señor, Dios de Israel, a esta ciudad de la que decís que va a caer en manos del rey de Babilonia por la espada, el hambre y la peste: Mirad que yo os congregaré en todos los países por donde os va a dispersar mi ira y mi cólera, y mi gran furor. Os traeré a este lugar, y os haré habitar tranquilos. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. Os daré un corazón entero y una conducta íntegra, para que me respetéis de por vida, por vuestro bien y el de los hijos que os sucedan. Haré con ellos una alianza eterna, y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor, para que no se aparten de mí".

 Act: 04/11/25     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A