15 de Abril
Martes Santo
Libros Proféticos
Lamentaciones 1,1-12.18-20
Oficio, I
¡Qué solitaria está la ciudad populosa! Se ha quedado viuda la primera de las naciones, y la princesa de las provincias, en trabajos forzados. Pasa la noche llorando, le corren las lágrimas por las mejillas. No hay nadie entre sus amigos que la consuele. Todos sus aliados la han traicionado, se han vuelto sus enemigos.
Judá marchó al destierro, humillada y esclava. Hoy habita entre gentiles, sin encontrar reposo. Los que la perseguían le dieron alcance y la cercaron. Los caminos de Sión están de luto, porque nadie acude a las fiestas. Sus puertas están en ruinas, gimen sus sacerdotes, sus doncellas están desoladas, y ella misma llena de amargura.
La ciudad de Sión ha perdido toda su hermosura. Sus nobles, como ciervos que no encuentran pasto, caminaban desfallecidos, empujados por la espalda. Sus enemigos la han vencido. Han triunfado sus adversarios, porque el Señor la ha castigado por su continua rebeldía. Aun sus niños marcharon al destierro delante del enemigo.
Jerusalén recuerda los días tristes y turbulentos, cuando caía su pueblo en manos enemigas y nadie lo socorría. Al verla, sus enemigos se reían de su desgracia. Jerusalén ha pecado gravemente y ha quedado manchada. Los que antes la honraban, ahora la desprecian viéndola desnuda, entre gemidos, y vuelta de espaldas. Lleva su impureza en la falda, sin pensar en el futuro.
¡Qué caída tan terrible! No hay quien la consuele. El enemigo ha echado mano a todos sus tesoros, y ella ha visto a los gentiles entrar en el santuario. Todo el pueblo, entre gemidos, anda buscando pan para comer y recobrar las fuerzas.
Pueblos todos, mirad mis heridas y escuchad: "Mis doncellas y mis jóvenes han marchado al destierro. Llamé a mis amantes, pero me han traicionado. Mis sacerdotes y ancianos murieron en la ciudad, mientras buscaban alimento para recobrar las fuerzas".
Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad, fijaos y pensad: ¿Hay dolor como mi dolor? ¡Cómo me han maltratado! El Señor me ha castigado, el día del incendio de su ira. El Señor es justo, porque me rebelé contra su palabra.
Mira, Señor, mis angustias y la amargura de mis entrañas. Se me revuelve dentro el corazón de tanta amargura. En la calle me deja sin hijos la espada; en casa me viene la muerte. Mira, Señor, mi aflicción, y el triunfo de mi enemigo. Mira, Señor, fíjate cómo estoy envilecida.
Act:
15/04/25
@semana
santa
E D I T O R I
A L
M
E
R C A B A
M U R C I A