Nacionalismo Indigenista


Coordinadora Arauco Malleco, grupo chileno que pide una Mapuche Nation

Querétaro, 1 noviembre 2018
Diego García, periodista de Observador

            La palabra autonomía está en el origen mismo del debate sobre la validez de la iniciativa de ley sobre derechos y cultura indígenas. Podría suponerse que se trata de una propuesta para separar de México a los pueblos indígenas y convertirlos en naciones enteramente independientes, mas parece que no es esa la acepción que dan los indígenas mismos al concepto de autonomía ni el objetivo que persiguen ante el Congreso.

            Para algunos analistas políticos, la propuesta de ley sobre derechos y cultura indígenas contiene el germen separatista que podría llevar a México a lo que llaman, con llamativo neologismo, una balcanización, entendida como la súbita fragmentación del territorio nacional en un conjunto de naciones pequeñas en las que la pertenencia al grupo étnico mayoritario es lo más importante.

            Sin embargo, el Congreso Nacional Indígena y diversos representantes de comunidades indígenas de todo el país han afirmado que su idea de autonomía, formulada en la propuesta que han elevado al poder legislativo federal, no significa separación o independencia de México, sino solamente el derecho de decidir por sí mismos y de resolver solos sus problemas.

            Diversas entrevistas que se han publicado en medios nacionales e internacionales indican que lo que los indígenas tienen en mente al hablar de autonomía no tiene nada que ver con la separación y sí mucho con la justicia social. Algunos hablan de que en sus municipios, formados por una población compuesta casi en 100% de indígenas, jamás han tenido un alcalde indígena.

            Otros hablan de que las leyes vienen de muy lejos y de que sus costumbres no son respetadas. Muchos señalan que hasta el mismo gobierno los ha explotado y les ha pagado salarios miserables por el agotador trabajo comunitario que realizan a todo lo largo del año. Cuando denuncian estos hechos, los indígenas señalan que la autonomía significa solamente el terminar con esta situación de injusticia empobrecedora que los relega a hacer siempre un papel marginal al decidir sobre sus propias vidas.

            Corresponde al poder legislativo hacer un profundo estudio sobre las repercusiones locales y nacionales de formar municipios indígenas autónomos, así como sobre la pertinencia de ciertas costumbres y prácticas tradicionales que no son muy compatibles con las leyes nacionales. Conciliar criterios e intereses será todo un reto, pues si los indígenas no obtienen amplia soberanía en su vida económica, política y legal, su autonomía no pasará de ser solamente simbólica.

            Los indígenas canadienses viven una situación legal paradójica. Por un lado, el vivir en un país con una legislación muy avanzada en el rubro de desarrollo social parece ser una ventaja a la hora de reivindicar sus derechos, y esto parece confirmarse en cierto modo por el favor de que han gozado las etnias ante los tribunales nacionales en diversos casos de disputas.

            Por otra parte, la autonomía de las reservaciones indígenas implica un autogobierno que en la realidad el estado ha otorgado en forma muy limitada y casi simbólica. La autonomía indígena, si ha de tener sentido y peso económico, debería implicar también la propiedad real de la tierra en manos de los grupos étnicos, pero en Canadá el gobierno federal ostenta la propiedad de la tierra de las reservaciones y de todos los bienes inmuebles que en ella se encuentran, de modo que los indígenas poseen la reservación sólo en usufructo.

            Esta situación legal impide en gran medida que las reservaciones alcancen una prosperidad comparable a la de las comunidades blancas, pues en un territorio donde todo es propiedad federal nadie quiere invertir.

            En el campo del poder judicial, apenas se está debatiendo sobre el otorgamiento de permisos para que los grupos étnicos tengan sus propios cuerpos de policía y sus tribunales, sobre la competencia de éstos y sus limitaciones.

            La autonomía de las reservaciones indias en EE.UU es una realidad, tanto en lo económico como en los campos político y judicial, aunque tiene sus limitaciones y puede ser extinguida en cualquier momento por el congreso federal.

            Trescientas cuarenta tribus tienen reconocimiento oficial como naciones soberanas, y la mayoría de ellas cuenta ya con una Constitución propia, la cual, por supuesto, no puede contradecir preceptos básicos de la constitución federal. Los indígenas constituyen algo menos del 1% de la población estadounidense, pero poseen, mediante un fideicomiso administrado por el gobierno federal, el 2% del territorio estadounidense. El gobierno tiene los títulos de propiedad. También existe la propiedad individual de tierras de la reservación, pero los indios propietarios vendieron sus tierras casi de inmediato, de modo que la propiedad comunal sigue siendo la dominante.

            En el aspecto político, las reservaciones indias tienen una autonomía amplia, pues eligen a sus gobernantes en las tres ramas de gobierno. Tienen incluso policía propia, tribunales, leyes y reglamentos. Sin embargo, los tribunales indígenas sólo pueden procesar a personas que hayan cometido delitos que ameriten menos de un año de cárcel. Las tribus, como tales, gozan de inmunidad y no pueden ser demandadas.

            Aunque los indígenas tienen su propia nacionalidad, más la del estado al que pertenecen, más la nacionalidad estadounidense, están exentos de pagar impuestos estatales, de modo que la recaudación fiscal se aplica sólo en los niveles local y federal.

            A pesar de la amplitud de la autonomía indígena en EE.UU, es bien sabido que las reservaciones tienen un nivel de vida muy bajo, y las tasas de pobreza, desempleo, salud y educación son las peores del país.

            Las concesiones que el gobierno de EE.UU ha dado a las comunidades indígenas intentan ser una disculpa por el genocidio, la discriminación y el despojo territorial del que éstas fueron víctimas, principalmente en los siglos XIX y XX.

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 Act: 01/11/18        @noticias del mundo           E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A