Autoridad o Ceguera
Querétaro,
11 agosto 2025 Cuando un padre de familia es autoritario, no escucha a su pareja ni a sus hijos, y todo lo decide sin tomar en cuenta a nadie, porque sólo él es quien manda. Esto el algo que suele contagiarse a los hijos, tanto al mayor (por ser el mayor) como al menor (en cuento pueda, emulando los excesos de su progenitor), y lo mismo puede suceder en la escuela, en la oficina, en la empresa, en el deporte... Cuando un político asume el poder, al frente de cualquier instancia, cabe la posibilidad de que tienda inconscientemente a convertirse en autoritario, pensando que puede hacer lo que quiera, cambiar las leyes que quiera y dar las órdenes que quiera, sin tener en cuenta el resto de puntos de vista. En nuestro propio país lo hemos visto en los últimos sexenios. El gobernante de turno decide lo que le parece oportuno, obvia todo lo hecho por su predecesor y no repara más que en los beneficios propios que eso le pueda suponer a corto plazo, a él o a su partido. Cuando un padre de familia, o entrenador deportivo, o jefe de un estado, no se escucha más que a sí mismo, puede llegar a convertirse en un dictador. Ejemplos sobran, en todos los tiempos y lugares. Con la llegada de un nuevo gobernante a los Estados Unidos, el nuevo inquilino tiende a escenificar que él es más presidente, y tiene más pericia en cualquier asunto, que su predecesor. Con la llegada de Donald Trump, el asunto en cuestión seleccionado ha sido la inmigración, y la pericia que Trump ha de demostrar es ser "el único defensor auténtico de fronteras". La imagen opuesta a este autoritarismo ciego, o al ejemplo propuesto de expulsión ridícula de inmigrantes en Estados Unidos, la representa el papa de la Iglesia, por sí mismo llamado "siervo de los siervos". Oigamos unas palabras al respecto, recogidas en la encíclica Fratelli Tutti de Francisco I:
Quienes ejercen alguna autoridad han de aprender a escuchar a los demás, antes de decidir. Lo contrario sería convertirse en caciques que quieren tener el mundo a sus pies, y convertir este mundo en un mundo de caciques. El ejercicio de una autoridad requiere sabiduría, a la hora de saber reconocer los límites e implicar a los demás en el camino a seguir. .
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