La Biblia, más que un libro


La Biblia, la escritura más leída en la historia de la humanidad

Querétaro, 28 agosto 2023
Sergio Ibarra, periodista de Observatorio

          Ocurrió en la sede de la NASA de Maryland, el año 1974. Los científicos de la NASA, al estar verificando la posición del sol, la luna y los planetas como parte de sus programas espaciales, encontraron que faltaba un día en el tiempo transcurrido en la historia de la humanidad, y de inmediato se dieron a la tarea de revisar los algoritmos y modelos que venían empleando. Todo parecía estar bien, pero por si acaso revisaron las bases de datos.

          Por lo visto, las cuentas estaban bien hechas, y todo parecía estar bien. No obstante, verificaron los sistemas de microcircuitos, pero éstos se encontraban funcionando a la perfección. Y por si algo faltaba, hasta revisaron las tablas de virus (por si alguno se había infiltrado) y el mismo software del ordenador general.

          Todo estaba bien, pero no encontraban el día que faltaba a la historia (del s. XV a.C, según la computadora). Hasta que, tras revisar y cuestionar las cifras, uno de ellos propuso encontrar la respuesta en la Biblia. Pero "¿qué te pasa, colega? ¿La Biblia? Eso es puro rollo". Esa fue la respuesta más generalizada.

          Efectivamente, los científicos encontraron la respuesta a sus dilemas (el día astronómico que faltaba a la historia) en dos pasajes de la Biblia. En el 1º, cuando Josué y su ejército estaban preocupados porque el enemigo les habían rodeado, y entonces Josué pidió a Dios que detuviera el sol. Y "el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse por casi un día entero" (Jos 10, 12-14). Según los científicos, ese lapso de tiempo, de 23 h. y 20 min, coincidía casi exactamente con la noche astronómica que a ellos les faltaba, a excepción de esos 40 minutos.

          El 2º pasaje hacía referencia al momento en que el rey Ezequías pidió al profeta Isaías una señal, y el profeta respondió: "Fácil cosa es que la sombra se adelante 10 grados, pero no que se atrase 10 grados. Y el Señor hizo que la sombra se atrasase 10 grados en el reloj de Acaz" (2Re 20, 10-11). Esos 10 grados de sombra representan exactamente 40 minutos, uno de los tantos cuarentas a los que se refiere la Biblia. Un problema complejo cuya respuesta justamente se encontró en la Biblia, según el doctor Harold Hill, por entonces presidente de Curtis Engine y consejero de la NASA:

"Nuestros científicos estaban verificando en Green Belt, Maryland, la posición del sol, la luna y los planetas, para saber dónde se encontrarían dentro de 100 años y si las órbitas de los planetas pudieran coincidir con la posición de nuestros satélites. Entonces nuestra computadora empezó a dar una señal roja de alerta, indicando que había algún error en la información con la que había sido alimentada.

Una vez comprobado por la oficina de mantenimiento el perfecto funcionamiento de la computadora, el director de operaciones de IBM preguntó cuál era el problema, y para su sorpresa la respuesta fue: "Hemos encontrado que falta un día en el universo del tiempo transcurrido en la historia". ¿Qué hacer ahora?

En el equipo había un cristiano que dijo: "Una vez escuché un pasaje bíblico en la Iglesia, que decía que el sol se detuvo durante un día entero". Ellos no le creyeron, y entonces tomó su Biblia y leyó el libro de Josué. Los ingenieros del programa espacial dijeron: "Ése es el día que falta", e hicieron retroceder a la computadora en el tiempo, hasta la época descrita por Josué. Efectivamente, lo que le faltaba a la computadora eran 23 h. y 20 min, pero ¡no un día entero! Entonces volvieron a leer la Biblia, y leyeron que allí ponía ¡casi un día entero!

No obstante, faltaban 40 minutos, y de nuevo el cristiano volvió a buscar en la Biblia otro pasaje, hasta que encontró un libro (II Reyes) donde se decía que el Señor hizo retroceder la sombra 10º de inclinación horaria. Efectivamente, el Programa Espacial comprobó, a través la Biblia, el día entero que faltaba al universo de la historia humana".

          Entonces, ¿cuál es el dilema?

          De entrada, hacer de la Biblia nuestro auténtico libro de cabecera. Dicen los que hablan de estadísticas que los mexicanos no leemos de promedio ni un libro al año, y que ante las angustias solemos acordarnos de Jesús, pidiéndole que arregle nuestros asuntos. Pues bien, ése es el dilema: haga usted de la palabra de Dios su libro de cabecera.

          La Biblia es más que un libro, y el dilema está en buscar en el universo. El dilema es que busquemos al mundo, a la gente, al prójimo. El dilema es encontrar la razón del por qué estamos aquí, usted, los demás y yo. Y para ello, la Biblia puede ser el libro de la vida. Es difícil encontrar a Dios si no lo buscamos, ni leemos lo que él nos ha dicho. Si nos nutrimos tan sólo de revistas de cotilleos, el dilema será empezar a nutrir nuestro espíritu y nuestras acciones con otros asuntos más verdaderos: la Biblia.

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 Act: 28/08/23         @noticias del mundo              E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A