Comunicar Sentimientos


Relación con los demás, no sólo exterior sino también de sentimientos

Querétaro, 17 noviembre 2025
Marta Morales, periodista de Observador

         Las relaciones humanas son una de las cosas más difíciles de la vida, y por eso es importante reflexionar sobre ellas. ¿Por qué? Porque somos diferentes, e interpretamos los hechos de modo diferente.

         La inteligencia emocional es la capacidad de comprender, controlar y utilizar las emociones propias y de los demás. Esta habilidad puede ayudar a las relaciones interpersonales, a la hora de manejar nuestros sentimientos inteligentemente. Todos necesitamos relaciones cercanas y amistosas, y para ello se requiere saber unir los pensamientos a los sentimientos.

         Casi todo el tiempo estamos viendo hacia afuera, y dedicamos poco tiempo a nuestro interior, a pensar e interiorizar. Por ello, conocernos bien es uno de los actos más fructíferos en nuestras vidas, para que las emociones no me manejen a mí, sino al revés.

         Para conocerse a sí mismo hay que aprender a tomar lo de fuera, analizarlo y llevarlo al interior, captando cuál es el sentimiento qué más me afecta de eso.

         Para tener un buen manejo de mis sentimientos hay que analizar primero lo que me está pasando, y ponerle nombre, y saber qué es lo que me afecta y equilibra. Hay que buscar el origen de lo que nos causa ese sentimiento, y aprender a controlar las reacciones que provocan en mí los gestos u opiniones de cada persona con la que me relaciono.

         Un sentimiento que cuesta controlar es la ansiedad, y por eso hay que saber discernir qué es lo que lo provoca. ¿Querer hacer bien las cosas? ¿Quizás la falta de tiempo? ¿Con qué ideas relaciono ese sentimiento? ¿Con la responsabilidad, con la aceptación de los demás, con resentimiento?

         La prisa hace estragos, pues llena al ser humano de estrés y de cortisol (las glándulas suprarrenales que segregan el cortisol). La vida actual hace que se produzca más cortisol y que, por tanto, surja la angustia, la ansiedad, el estrés o el miedo. A la larga, eso afecta al cerebro.

         La ansiedad suele surgir de dos pensamientos distorsionados, el "siempre me piden a mí" y el "a mí me dicen siempre que no". Para superar esta ansiedad, y estos pensamientos distorsionados, piensa en dos acciones que puedan contrarrestar el sentimiento negativo, para que no te domine y no perder la dulzura y delicadeza.

         Para comunicarnos con los demás, aparte de conocerse a sí mismo, hay que conocer al otro, así como sus emociones, entorno y ambiente. De entrada, hay que esperar cosas buenas de él, y saber que él hace lo que puede en su situación.

         Leticia Rico de Vargas sugiere que, para mejorar estas relaciones con los demás, hay que hacerse una serie de preguntas, al estilo de: ¿Por qué grito yo en esa situación? ¿Por qué rechazo a tal persona? ¿Soy afectivo o frío con él? ¿Percibo su tristeza o alegría?

         Todo lo que hacemos comunica palabras, gestos, posturas, silencios, ademanes, miradas, interrupciones, así como ver o no ver a los ojos. Lo más importante es la gente que tenemos enfrente y nos habla. Escuchar es un arte, es un regalo y es esencial para la comunicación asertiva.

         La película Arthur es muy buena para ejemplificar estos temas, y saber que el buen ambiente es algo que está por construir. Como libro, el A través del Amor Sobrevivimos de la checoslovaca Jirina Prekor nos puede ayudar.

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