Dinero de la Iglesia


La bolsa y mundo financiero, basados en la compra-venta de dinero

Madrid, 3 febrero 2025
Eulogio López, director de Hispanidad

          Los escándalos financieros tienden a unir a los bienpensados y a los políticos, a partes iguales. Los primeros se pierden en la abstrusa terminología de los medios informativos, mientras los políticos intentan, simplemente, sacar tajada. Así, toda persona o institución, cuyo nombre aparezca en un escándalo financiero, tiende a ser convertido en corrupto (aunque se trate de la víctima), a través de la confusión entre implicados y afectados

          Es lo que ocurrió hace años en España, con el Caso Gescartera de 2001. En dicho caso, el único corrupto existente era la Agencia de Valores, junto a varios altos cargos de la administración. Eso sí, dicho corrupto contó con un cómplice: la Comisión Nacional del Mercado de Valores, que hizo la vista gorda.

          Entre los afectados, hubo miles de víctimas particulares, así como diversas instituciones humanitarias y hasta religiosas, e incluso un obispado. Pues bien, la traducción de los medios de comunicación fue sólo ésta: la Iglesia está implicada, sin mencionar que era una más de las estafadas por la AV y CNMV.

          Aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid, la política de izquierdas jugó con este equívoco, y solicitó suprimir las subvenciones a la Iglesia.

          No obstante, olvidan éstos últimos que dichas subvenciones a la Iglesia no las proporciona el estado (¡no sea que el estado financie a la Iglesia!), sino cada ciudadano particular a través de su IRPF estatal. Olvidan también que dicha X, que cada uno firma libremente a favor de la Iglesia, a quien quita dinero es a ellos mismos y no al estado, ni al resto de ciudadanos. Es dinero que cada uno da libremente, de su renta, a la Iglesia.

          ¿Y para qué? Para la gigantesca obra social que nadie más es capaz de realizar en España (vagabundos, inmigrantes, drogadictos, huérfanos, infectados de sida...). Eso sí, nunca para el aborto o la eutanasia, que es lo que duele a los progres de izquierdas.

          Tienen razón dichos progres en aquello que desearían no tener. Es decir, ¿por qué un obispado, o una orden religiosa, o Caritas, tiene que ceder su liquidez a una Agencia de Valores, organismo especulativo donde los haya? ¿Que pierde dinero? Pues que lo pierda. La Iglesia, como toda organización, necesita patrimonio, pero está menos claro que necesite otra liquidez que la del día a día (o del mes a mes).

          Si a un obispado le sobran 1.000 €, que los emplee en remodelar su maltrecho inmobiliario, o canalizarlo a través de Caritas, o crear un medio informativo, pero que ¡no los invierta en mercados financieros! Esto es lo que significa confiar en la Providencia. Naturalmente, esta actitud sitúa a la Iglesia en inferioridad respecto a cualquier otra institución, pero ¡bendita inferioridad!

          En cualquier caso, el Caso Gescartera, y la corruptela bancaria de la AV y CNMV, abrió los ojos a la Iglesia, y marcó el inicio de la renovación de la gestión económica de la Iglesia. Y eso no es poco.

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 Act: 03/02/25         @noticias del mundo              E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A