Judíos guayaníes de Venezuela


Travesía II guayaní de 1862, la más masiva desde Marruecos hacia Brasil

Maracay, 1 mayo 2021
Hernán Díaz, judío y sacerdote venezolano

          Judío guayanés es el nombre que se dio al mestizaje de los judíos sefarditas marroquíes con el grupo caribeño indígena yekuana (de la rama guayanesa meridional), tenido lugar en la frontera entre el estado del Amazonas (Brasil) y el sureste de Venezuela (entrando por el alto río Caura).

          Hoy día los yekuanas se encuentran en el estado de Bolívar y otros estados amazonas de Venezuela, son llamados por la gente como la "gente de canoa" (o la "gente de las canoas", e incluso la "gente de la rama en el río") y se autodenominan así mismos con los soto (lit. personas), apellido común de la marroquí Tánger (castellanizado del árabe). Como decía mi abuelita Ofelia González: "Hijo, nosotros somos indios, pero no como los indígenas que todos conocen. Nosotros somos diferentes y venimos desde muy lejos de las montañas, más allá del río Caura".

          En efecto, un grupo de inmigrantes proveniente de Tánger (Marruecos), entre los que había algún que otro judío sefardí (procedentes de España, y establecidos en Tánger tras su expulsión de España y Portugal en 1492, tras el Decreto de la Alhambra), se fue estableciendo en la ciudad de Belem (Brasil, en la desembocadura del río Amazonas) a lo largo del s. XVIII, siéndoles concedida allí la libertad de religión (ca. 1824), de movimiento (hacia las selvas amazónicas del Brasil y Perú) y de matrimonios mixtos (con los indígenas del lugar).

          La migración marroquí, y de sefardíes marroquíes también, continuó llegando a las Américas a lo largo del s. XIX, por motivos de la africana Epidemia de Cólera (ca. 1844), la Guerra Hispano-Marroquí (ca. 1859) y las hostilidades marroquíes hacia los judíos (ca. 1862). Desde el 2 mayo 1862 empezaron a salir masivamente los judíos de Tetuán hacia Brasil (los más tradicionales, procedentes del interior), y desde 1875 los residentes en Tánger (los más desapegados), desembarcando éstos últimos tanto en Belem como Manaus (Brasil).

          Los últimos judíos llegados a Brasil (los de Tánger) decidieron adentrarse en la Amazonía, formando en Iquitos (Perú) una comunidad mixta en las montañas de la Guayana (entre los distritos Cedeño, Sucre y Heres), en la zona del alto Río Caura y en uno de los lugares más aislados del planeta.

          En aquellas montañas disfrutaron los judíos guayaníes (los establecidos en la Guayana) de la más absoluta tranquilidad y libertad religiosa. Pero no así los judíos sefardíes establecidos en Belem y Manaus, que ante los reiterados episodios criptojudíos y antisemitas por parte de la Inquisición brasileña (que todavía estaba activa en Paraiba, Río de Janeiro y Minas Gerais) hicieron las maletas y emigraron hacia Boa Vista, siguiendo los cursos del Uraricoera y Caura y llegando al macizo de la Guayana a la altura de Estado Bolívar (Venezuela).

          Allí se fueron mezclando los judíos con los indígenas puros de las montañas, adoptando sus costumbres pero mejorando también la forma de vestir. Como un dijo me dijo mi abuelita: "Hijo, mi mama llegó a Maripa con los senos al aire, pero éramos diferentes a los demás indígenas. Cuando tu bisabuela llegó a estas tierras fue criticada, y guardó nuestras tradiciones. No te avergüences de dónde vienes".

          Me comentaba también mi abuela que guardaban allí los judíos el sábado con el encendido de fuegos, y recitando la Recepción del Shabat en hebreo sin que los indígenas se enterasen. Posiblemente fue este motivo (el del fuego) el que provocó la aceptación por parte de los indígenas, ya que según la mitología de la zona éste es un elemento religioso fundamental, dentro del dualismo de sus dos divinidades principales:

"Para entender la mitología yekuana, primero hay que saber el dualismo planteado entre sus dos divinidades principales: Wannadi, el hijo del sol, dios de la luz y la vida, es el creador del todo, representado por el avatar del pájaro carpintero real. Después de crear el mundo, soñó con una madre, y esta madre existió y lo dio a luz. De esa placenta, que se dejó sin cuidado en la tierra, de la podredumbre y los gusanos, nació Odosha, el señor de toda la oscuridad. Este odió a Wannadi, y decidió desde entonces destruir su creación y dominarlo todo. Tanto odio y corrupción terminó poniendo Odosha en el mundo, que Wannadi se vio obligado a retirarse a los cielos, llevándose consigo a todos los espíritus sabios"[1].

          Evidentemente, con el paso del tiempo se fueron estableciendo todos ellos (tanto judíos guayaníes como indígenas yekuanas) en la nueva civilización, sustituyendo las hogueras por las velas e integrándose en el catolicismo.

Sobre el ADN guayanés

         En el judaísmo no es un secreto que hubo muchos conversos de la Inquisición española, e incluso de migrantes que tuvieron que buscar una mejor vida, e incluso salvar su propia vida. E incluso que para sus descendientes actuales es bastante difícil probar su criptojudaísmo, a causa del mestizaje. En el caso de los guayaníes, o "judíos sefarditas marroquíes mezclados con indígenas yekuanas", el caso se torna en casi imposible, si lo que se quiere es buscar un nexo o restablecimiento con los antiguos vínculos.

          Nunca he pretendido, ni será mi sentir, el querer formar parte la nación judía, pues yo soy católico y pertenezco al seno de la Iglesia Católica (que por otro lado, tuvo su iglesia madre en Jerusalén). No obstante, y como ya dijera el mismo San Pablo, yo "también soy parte de la nación judía" (Rm 11, 29), y esa vocación de Dios es irrevocable, tanto para los judíos conversos como para sus descendientes.

          Revelar información del ADN no sólo mostraría la herencia genética de los judíos (europeos o latinoamericanos), sino que también serviría para averiguar el origen de muchos males de carácter humano, entre ellos el antisemitismo. Es lo que, a ese respecto, comentó el científico Mendoza Revilla, del University College of London (UCL):

"Lo que más me emociona es que el ADN pueda revelar nueva información acerca de eventos importantes, como la migración de conversos, que de otra forma podría haber permanecido oculta para siempre. Pues mientras que los registros escritos pueden ser destruidos o alterados, no se puede hacer lo mismo con el ADN".

          O lo que también dijo el científico Kaustubh Adhikari, de la UCL:

"Encontramos que el porcentaje de ancestría ibérica, en contraste con la del norte de Europa, afecta los niveles de pigmentación de la piel, y también que la cantidad de ancestría de nativos americanos de zonas de alta montaña en los Andes en contraste con nativos de tierras bajas afecta la forma de la nariz".

          Otro involucrado en el estudio genético ha sido González José, que para la revista Sefarad comentó:

"El trabajo no sólo tiene importancia para la reconstrucción minuciosa de las corrientes migratorias históricas y prehistóricas, sino que es la información de base que nuestros países necesitan para comprender la base genética y no genética de muchas dolencias complejas que afectan a nuestras poblaciones. Las bases de datos que hemos construido en Candela han sido utilizadas recientemente para estimar factores de riesgo en la salud de poblaciones muy específicas como las mapuches y aymaras, contribuyendo a comprender por qué enfermedades como el cáncer de vesícula tienen mayor incidencia en esos grupos. Los biobancos como Candela pasan a ser, así de importancia estratégica nacional, y su creación y articulación no puede esperar más"[2].

          Michael Freund, fundador del Shavei Israel, está empezando a utilizar la tecnología como un retorno profético de los que fueron obligados a dejar sus raíces judías para salvar sus vidas, tanto en el caso de judíos conversos como de judíos asimilados al mundo a través del mestizaje. Pues como él mismo dice:

"Fuimos perseguidos más que cualquier otra nación en los últimos dos milenios, no es sorprendente que después de toda la opresión y expulsión encontremos restos de judíos de todos los rincones de la tierra. No es coincidencia tampoco, que la tecnología salga a la luz en un momento de despertar de personas con ancestros judíos".

          Sabemos, además, que muchos de los archivos que podrían aportar información judía fueron quemados o han perdido su documentación por los diversos avatares de la vida. Por no poner el caso de los propios judíos guayaníes, que se adentraron en la Amazonía y los macizos de la Guayana, alejados del mundo archivístico y donde lo único que había era ríos, montañas y selva. De esta manera, la única manera que veo yo factible, si lo que se quiere es recuperar el legado judío perdido, es la de recurrir a las pruebas del ADN.

          Es importante saber que, según la Halajá, el status judío es matrilineal, y que todo niño que nace de vientre judío nace judío[3]. Pero volvemos a lo mismo: que a un cristiano la Iglesia nunca le va a conceder el status judío, pues se ha bautizado y "la vocación de Dios es irrevocable" (Rm 11, 29). Y viceversa: muchos se empeñan en ser judíos sin serlo, y aunque sus pruebas de judeidad salgan negativas, pagan mucho dinero para que sus pruebas sean positivas, y con ello sean admitidos en la comunidad judía (en este caso, alemana).

Sobre los apellidos guayaníes

          A lo largo de la historia bíblica (y extra bíblica) han existido mujeres extraordinarias que han desempeñado un trabajo o misión que les ha llevado a dar vida a personas o grupos de personas (como el caso de Eva, "madre de todos lo vivientes"), transmitiendo su sangre y, en el caso español, sus apellidos.

          En el caso de España, los judíos y los judeoconversos optaron por adoptar apellidos con la terminación ez (lit. hijo de) para poder integrarse mejor en la sociedad. Pero también lo hicieron porque dichas letras (ez) tenían para ellos una connotación especial: el Erezt Israel (lit. Tierra de Israel). El apellido González (lit. hijo de Gonzalo) fue muy recurrido por los judíos españoles desde 1387, y tras la Expulsión de Judíos de 1492 empezó a llenar las ciudades europeas (de Midelburg, Amsterdam, Hamburgo, Livorno y Londres) y africanas (de Túnez y Tánger).

          Radio Sefarad comentó así el recorrido del uso judío del apellido González:

"De los conversos originarios de Avila y Ciudad Real, en esta última localidad algunos González fueron penitenciados por el Santo Oficio. En Toledo, en las últimas décadas del s. XV, ocuparon puestos muy importantes en la administración de la ciudad junto a distinguidas familias del mismo origen como los Lunez, López, Herrera y Cota. En Sevilla, entre 1481 y 1495, la Inquisición (dominada por los dominicos) mostró toda su crueldad. Se cuentan decenas y decenas los conversos González asesinados por el siniestro tribunal. Otros obligados a pagar grandes sumas para la época, tres mil o cinco mil maravedíes para ser habilitados en el Castillo de San Jorge, situado en Triana. La Corona había prohibido viajar a América a los conversos, o a sus descendientes, pero muchos González se establecieron en Monterrey, Nuevo León (México). Gil González y Benavides, cristiano nuevo, y acusado de blasfemo en 1527, Nueva España (México), hermano de Alonso de Ávila y Benavides, procurador y encomendero. Ante la presión social e inquisitorial optaron por la movilidad geográfica, ya que desde los púlpitos de las iglesias se incitaba a denunciar a los nuevos cristianos que seguían la ley de Moisés. Existe la creencia de que los apellidos con el sufijo ez (hijo de) son de procedencia judaica, pero no es cierto. González, Fernández, López, Martínez y Pérez fueron de especial predilección para judíos y conversos por el hecho de recordar eretz, la tierra de Israel y servía de reconocimiento entre ellos. González es el segundo apellido más corriente de España"[4].

          A este respecto, mi tío Rómulo González decía que "en el pasado, en los campos no se registraba a los niños en el Registro, y cuando éstos crecían se colocaban el apellido que más les gustaba". Tras lo cual, acababa diciendo: "Ése fue el caso de tu abuelo, que optó por el apellido de Macapio". Pues, efectivamente, mi abuelo se llamaba José Ramón Macapio González.

          Pero siempre como apellidos adoptados, pues el auténtico apellido de mi bisabuelo no era Rómulo Flores[5] sino Saba Gadol, el de mi bisabuela era Savta Gdolah y el de mi abuela era Savta. Esos fueron los auténticos apellidos que trajeron desde más allá del Alto Río Caura, y desde el otro lado del Atlántico.

          Dos mujeres fundaron mi linaje judío en Río Caura, mi abuela Ofelia González y mi madre Clelia González. Y lo hicieron con un espíritu de lucha, trabajo y emprendimiento, como bellamente describe Proverbios: "Una mujer valiosa, ¿quién la hallará? Su valor es mucho mayor que el de los rubíes" (Prov 31, 10-31). Ellas fueron dos mujeres luchadoras, que en medio de la selva y de animales peligrosos supieron sobreponerse a la enfermedad, para preservar a sus hijos un futuro mejor.

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 Act: 01/05/21         @noticias del mundo            E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A 

[1] cf. www.es.wikipedia.org/wiki/pueblo_yekuana.

[2] cf. www.esefarad.com/?p=87245.

[3] cf. TALMUD BABILONICO, Tratado de Kidushin, 68b.

[4] cf. www.radiosefarad.com/el-origen-de-los-apellidos.

[5] Unos judíos, los Flores, que posiblemente estaban establecidos en Asturias, hasta que la Inquisición española los expulsó en 1492 y fueron a parar a Francia, donde fueron deportados durante la II Guerra Mundial a América del Sur.