Moral Aburguesada
Querétaro,
30 junio 2025 Vivimos en pleno triunfo del parecer, en detrimento del ser. El portafolio parece de cuero, pero es de plástico. El bibelot parece de porcelana, pero es de caolín. El señor don parece honorable, pero lo ha dicho usted bien: lo parece. Poco antes de morir, el filósofo germano-polaco Bollnow escribió un libro sobre la esencia y cambio de las virtudes, y lo que vino a hacer no fue otra cosa que resumir en una sola palabra la situación actual: el absurdo, de querer lucir hacia fuera lo que se carece por dentro. José Luis Aranguren, que fue brillante catedrático en las universidades de Madrid y California, llamó a esta nueva moral una "moral burguesa", porque se convierte en moral establecida con y por la burguesía y porque procede de una cosmovisión terriblemente individualista en la que sólo cuenta el yo. Las virtudes morales tradicionales, que fueron pasando desde Platón y Aristóteles hasta Sócrates y Aquino, son la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. Sobre estos cuatro puntos cardinales giró, a lo largo de los siglos, la moral privada y pública del hombre, comprometiendo en ello su fuero interno y su fuero externo, su convicción y su ejercicio. No había divorcio entre ser y parecer. El nuevo código moral aburguesado, sobreponiéndose al de la ética griega, romana y cristiana, lo que trata no es sino deformar la forma y el espíritu de la moral, para hacer lo propio (cuando pueda) con el contenido y la materia de los preceptos. En efecto, las motivaciones y finalidades de lo que debemos hacer, o debemos evitar, son muy diferentes. ¿Cuáles son las virtudes que practican los innumerables seguidores de la moral aburguesada? Desde luego, ¡la honradez!, la gran virtud que busca con mayor ahínco la burguesía. De hecho, no hay adjetivo que satisfaga más como el ser tenido por honrado, lo más lejos posible del fraude y la irresponsabilidad, y lo más cerca posible del cumplimiento de las obligaciones contraídas (sobre todo, si se trata de contratos financieros). ¿Supone esto la cima de la convicción, o del cultivo del espíritu? ¿O más bien interés o miedo a que a uno le cierren los créditos y el negocio? Virtud aburguesada es buscar el buen nombre y el respeto, con apariencias sin verdades, con ausencias sin presencias. Yo no mato, yo no robo, yo no hago mal a nadie. Muy bien, ¿pero qué hace a favor del bien común? ¿No consiste esto en un replegarse sobre sí mismo, y buscar un inmerecido prestigio? Virtud aburguesada es la educación entendida como urbanidad y buenas maneras, la pulcritud del trato, el cumplimiento (sobre todo el cumplo y miento), la parafernalia de las caravanas y las cortesías con lo que sea exterior, sin convicción interna ni continuidad íntima. Virtud aburguesada es la laboriosidad que nunca se practica en obsequio de la comunidad, sino para ascender en el estatus y asegurarse de por vida la acumulación, no siempre por caminos de justicia. El nuevo burgués sigue escribiendo con mayúscula el deber, el orden, la responsabilidad y la respetabilidad. No obstante, si observa ciertas normas teñidas de contenido moral, huye de ellas como el ratón del gato, y ni siquiera las asumirá ni aunque sea para escalar en la fama y el éxito, sino que buscará subterfugios. La gran trampa del nuevo burgués es acabar creyendo en sus propias apariencias. Cree que está lleno de virtudes, cuando en realidad es un cementerio de chatarra. .
|