Mundial de Qatar


Países árabes, como Qatar, esclavistas de la mujer a todos los niveles

Madrid, 28 noviembre 2022
Paula Hernández, redactora de Papernest

          La polémica lleva protagonizando las portadas deportivas desde hace muchos años, y no sólo durante estas últimas semanas. Muchas empezaron con su adjudicación en 2010, donde se decidió que las sedes para los mundiales de 2018 y 2022 fuesen Rusia y Qatar. Las votaciones para la adjudicación del mundial fueron fraudulentas, y así quedó demostrado tras años de investigación. Se demostraron sobornos a altos cargos de la FIFA, se demostró que políticos y compañías votaron a favor de la candidatura qatarí, e incluso ya entonces se estudió la suspensión del mundial de Qatar, debido a su adjudicación fraudulenta. Pero el proyecto siguió adelante.

          Mientras tanto, el gobierno qatarí siguió adelante con la construcción de las infraestructuras necesarias para albergar el mundial de Qatar, provocando una transformación total del país en los últimos 12 años. Y es que, en el momento de la adjudicación, Qatar no disponía de la más mínima infraestructura para celebrar un evento deportivo. Su adjudicación provocó una construcción de dimensiones gigantescas, y de manera simultánea empezaron a aparecer de la nada multitud de estadios de fútbol por diferentes regiones del país.

          Para realizar esta hazaña, el régimen qatarí necesitaba mucha mano de obra, y para ello recurrió a países como Nepal, Bangladesh, India o Líbano, cuyos trabajadores estaban dispuestos a echar turnos de 12 horas diarias durante los 7 días de la semana, bajo temperaturas extremas que superaban los 50º en verano. Estas condiciones, junto con la baja seguridad en sus puestos de trabajo, provocaron la muerte de muchas personas, por muchas denuncias que pusieran numerosas ONGs como Amnistía Internacional.

          Pero lo más denigrante de todo esto, y de todas estas aberraciones, es la celebración de un evento mundial deportivo en un país que viola flagrantemente los más mínimos derechos humanos, como es la discriminación racial y la exclusión social de las mujeres.

          En Qatar, una mujer menor de 25 años debe tener un permiso por escrito de su padre para poder viajar al exterior, para firmar un contrato laboral o para salir simplemente de casa. Además, las relaciones sexuales fuera del matrimonio son ilegales, y si éstas se demuestran, o una mujer soltera se queda embarazada, podría enfrentarse a una pena de cárcel. Tampoco está permitido mostrar gestos cariñosos en público, y no existe ninguna ley contra la violencia hacia la mujer.

          Aun así, el mundial de Qatar se está celebrando, aunque sea en invierno o aunque se rompa con ello el normal desarrollo de todas las competiciones mundiales futbolísticas, o aunque se obligue a alterar el inicio y el fin de las mismas, tanto de este año como del año previo y posterior. Por supuesto, no importa que los jugadores lleguen cansados, que se lesionen o que sus clubes se queden sin ellos para el resto de temporada. Pues lo que importa es que se celebre en Qatar.

          Por otra parte, el daño ecológico que está provocando este mundial es descomunal, pues para poder respirar no ha habido más remedio que incorporar a todos los estadios sofisticados sistemas de aire acondicionado, sin contar los sistemas complicados para prevenir la entrada de polvo o la iluminación.

          La celebración del mundial de Qatar está generando mucho debate. ¿Queda todavía tiempo para boicotear este mundial, antes de que acabe? Lo único claro, ahora mismo, es que 736 jugadores de 32 países, junto a cientos de clubes de todo el mundo, están jugándose su dinero y su salud para que este mundial de Qatar quede blanqueado, y limpia la imagen de Qatar. Eso sí, algunos de ellos ganarán el trofeo más ansiado por cualquier futbolista: la Copa del Mundo.

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 Act: 28/11/22         @noticias del mundo              E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A