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Noche de Halloween
Querétaro,
27 octubre 2025 Cada año, al acercarse la conmemoración de los fieles difuntos, nuestras tradiciones culturales toman protagonismo. No obstante, esto nos plantea una encrucijada: ¿Cómo purificar estas tradiciones y evitar prácticas que, como Halloween, se vuelven cada vez más nocivas a nivel global? Noto que algunos medios defienden Halloween como una celebración familiar y cultural, señalando que sus raíces en Estados Unidos le confieren un sentido compartido. Sin embargo, al comparar esta festividad con el Día de Muertos, una tradición que ha logrado purificarse y adquirir un sano sentido espiritual, me cuestiono si realmente hay algo rescatable en Halloween. Algunos consideran a Halloween una diversión inofensiva, pero yo creo que su contenido, y escenografía, carecen de base que la conecten con una festividad virtuosa. Incluso la palabra halloween ha perdido su significado original, y ya no transmite su mensaje primigenio. Desde mi perspectiva, debemos ser críticos con aquello que, aunque parezca noble o inocente, pueda desvirtuar la vida virtuosa. Escucho a muchos que dicen que Halloween no afecta a su vida, mas ¿y si afecta a los demás, sobre todo a los ignorantes o a los que se dejan llevar? Por ello, cabe preguntarnos: ¿Es realmente beneficioso fomentar una costumbre que, ex profeso, debilita los valores adquiridos, y los transmuta en otros totalmente contrarios? Conviene reflexionar sobre qué es lo que queremos para nuestras festividades, y si lo que queremos es fomentar las sanas costumbres o aquellas que acarrean graves daños a las nuevas generaciones. Y si no, ahí está esa multitud de jóvenes intentando emular el mal y a los espíritus atormentados, que es lo que Halloween fomenta. He sido testigo, por desgracia, de la intensa lucha de sacerdotes exorcistas que, hasta el agotamiento visible, combaten para liberar muchas almas de la opresión de espíritus malignos. Esto no es un mito ni una historia lejana, sino que es una realidad tangible de la que yo doy fe. Antonio Peñaloza, de feliz memoria, comentaba que el pan del muerto "se consume en familia más por tradición inconsciente que por un recuerdo efectivo de nuestros seres queridos difuntos". Amigos, es un buen momento para revivir y rescatar el Día de Muertos, pero no para dar culto a la Noche del Mal. Los muertos y el mundo del mal no tienen nada que ver, y ahí está la maldad de Halloween: en quererlos nivelar. El Día de Muertos es una tradición de feliz memoria, que fomenta la memoria, el respeto y la oración por nuestros difuntos. Halloween, por su parte, fomenta la desfachatez, el macrabismo y la blasfemia contra lo sagrado. Ojalá podamos volcar nuestra atención en nuestros seres queridos que ya no están, y pedir por ellos para que pronto alcancen el cielo. Esto no tiene nada que ver con el príncipe del mal, ni con los valores del mal, ni el seguimiento humano a ese mundo del mal. Lo que hemos de buscar es el mundo del bien, y no buscar y pregustar ya el mundo del mal. .
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