Partidos y Empresas
Madrid,
20 enero 2025 Dalmacio Negro publicó hace tiempo un artículo en el ABC sobre la posibilidad de un partido político católico. Lógico, pues muchos cristianos están hasta el gorro de la tomadura de pelo de la política y pretenden buscar su propia opción, aquella que defienda la sacralidad de la persona, la vida, la familia, la educación y la justicia social, y no sólo la eficacia económica. Además, el siglo XXI será un siglo confesional, que planteará las cuestiones de fondo. No obstante, hay que saber que el confesionalismo que viene no vendrá vía política, sino vía empresarial. Y que el protagonista de la vida pública no va a ser el Parlamento sino las empresas, especialmente las informativas y transmisoras de cultura. Para ser exactos, si los católicos pretenden articularse como opción, antes deben crear empresas de pensamiento y difusión que partidos políticos, sin renunciar a nada. Un ejemplo lo tenemos en los habitantes de Israel, cuyo código genético no existe ya (tras 20 siglos de diáspora judía) pero que saben mantenerse unidos como ningún pueblo lo ha estado nunca. ¿Y por qué? Por su identidad cultural, tanto a nivel interno (aunque muchos israelitas no practiquen su religión) como externo (como se ve en su comida koser, abstinencia laboral sabática...). Otro ejemplo lo vemos en el mundo islámico, dividido y disperso en multitud de razas y países, pero con una fe y unas costumbres totalmente arraigadas, aunque éstas sean practicadas de forma light. Y otro más lo tendríamos en los catalanes, a los que nunca se les pasará por la cabeza tocar su credo catalán, ni su hábitat catalán ni sus elementos originantes e integradores. La Unión Europea, como ejemplo contrario, se empeña en ignorar su origen cristiano, y por eso ya no cuenta ni existe para el resto del mundo, y por eso va lenta y difusa entre muchas cabezas, tratando inútilmente de implementar medidas políticas. Va así por haber tirado por la borda su identidad cultural interna (es decir, su cristianismo). Todo esto se fragua y gesta en la batalla cultural, y no en la batalla política ni los partidos políticos. Y de tal palo será tal astilla. Si los católicos quieren evangelizar el mundo, que no piensen en los partidos políticos ni en el Parlamento, sino en Antena 3 y en El País, que serán los que estén ahí para fastidiar su evangelización, a través de una agresiva difusión del relativismo. De meterse en esta lucha empresarial cultural, los cristianos van a recibir chuzos por parte de la competencia, y ésta va a venir a decir: Vuestro pensamiento es dogmático, luego no es pensamiento. Naturalmente, porque nadie comienza a pensar desde el vacío. Como decía Chesterton, "hay dos tipos de personas: los dogmáticos que saben que lo son, y los dogmáticos que no saben que lo son". Los primeros pudieran ser los cristianos (como los judíos), y los segundos se llaman a sí mismos progresistas. .
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