Jueguecitos Satánicos


La ouija, aparentemente inofensiva, pero con consecuencias fatales

Querétaro, 21 febrero 2022
Diego García, periodista de Observador

          Años atrás todo lo relacionado con el diablo recibía el rechazo unánime de la gente. Y en el mundo occidental era obvio que nadie en su sano juicio podía sentir atracción alguna por el demonio, dado que ese ser, y todo lo suyo, no abrigaba otro sentimiento que el odio. Para los creyentes tampoco había duda que la lucha de Cristo y sus fieles "no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, las potestades, los dominadores de este mundo tenebroso y los espíritus del mal" (Ef 6, 12).

          Pero pasó el tiempo, y fue difundiéndose una contracorriente opuesta al cristianismo que, poco a poco, fue sacando del armario todos los cultos satánicos, y los fue poniendo en el mismo nivel de las doctrinas tradicionales, como si de una opción religiosa más se tratara. De este modo, el satanismo invadió rápidamente sectores tan relevantes como la música, las artes visuales y los medios masivos de comunicación.

          Resulta difícil entender que alguien pueda desear poner su vida en manos del diablo, considerando que eso significa rechazar todo lo bueno que viene de Dios (amor, alegría, placer, vida, trascendencia, salud) y que de ese culto a Satanás sólo se puede esperar el absoluto vacío (como poco). Porque unirse al diablo es compartir sus ideas, y éstas no son otras que destruir todo lo bueno que hay en el mundo.

          Sin embargo, hoy día una masa de jóvenes perdidos no vacila a la hora de rechazar con ligereza la fe en Dios (y todo lo suyo, que es bueno) para abrazar la fe en el diablo (un ser que realmente no conocen, y del que no dudan en aceptar sus fatales consecuencias).

          Muchos grupos musicales se autodefinen hoy día como diabólicos, y llenan sus conciertos con carteles y símbolos satánicos. Es el 1º nivel del culto al diablo, que exige desde el principio rechazar explícitamente a Dios, blasfemar y proferir fórmulas de adoración al Maligno. Y muchos jóvenes se suben a ese tren.

          Algunos jóvenes siguen adelante en ese camino, sin saber adónde van. Y comienzan a acercarse a la magia y a los círculos propiamente demonolátricos. Su rechazo hacia lo sagrado se vuelve más radical y agresivo, su uso de simbologías satánicas se vuelve cada vez más consciente y estudiada, y en su indumentaria y propio cuerpo empiezan a marcarse una infinidad de accesorios, para identificarse como partidarios de lo diabólico.

          La fascinación por el corte satánico empieza entonces a hacerse voluntarista, y empieza a requerir novedosas acciones de filiación. Y este fenómeno deja ya de ser un asunto marginal propio, o de pequeñas bandas de inadaptados, pues los medios de comunicación les abanican y aúpan a seguir adelante.

          El satanismo de hoy día cuenta con propias páginas webs, con un canal musical propio (MTV) y con todo un surtido de canales televisivos por cable (teletiendas), que con cierta indumentaria muestra todo un espectro de culto a la quiromancia, brujería wica, ovnis extraterrestres, energías ocultas y vidente de turno, que dice saber el futuro a través de las cartas.

          Esta demonolatría de supermercado no es la peligrosa, pero es la que alimenta el ambiente para que la gente se sumerja en el mundo oculto del mal, y ya empiece a profundizar por sí mismo. Y por eso sus grupos darketos, que empiezan a pulular por nuestras ciudades, están básicamente constituidos por chavos desahogados.

          No conozco la situación de cada ciudad, pero a nivel general el mundo satánico se está extendiendo de forma alarmante, tanto entre los jóvenes desahuciados (los pioneros) como entre estudiantes de universidades y gente llana del pueblo. Un grupo de estos darketos ya está cometiendo sonados homicidios en Querétaro, y eso puede servir de advertencia. Como dice el dicho castellano: "Cría cuervos, que te sacarán los ojos".

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 Act: 21/02/22          @noticias del mundo             E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A