Psicología Pop


Manipulación psicológica, lo último en ingeniería social

Querétaro, 30 octubre 2023
Andrés Silva, periodista de Observatorio

          Cuando uno entra en una librería cualquiera se encuentra en los estantes de autoayuda con numerosos libros que promueven, entre otras muchas cosas, una suerte de psicología pop. Se trata de unos libros que, aparte de buscar el éxito editorial barato, lo que realmente buscan es inundar de medias verdades, y de mitos, el pensamiento actual. Veamos algunos de sus mitos más recurrentes.

          Media Verdad 1: No hay nada malo en los seres humanos. Melody Beattie, autora del exitoso Codependent No More (lit. No más Co-dependencia), dice literalmente que "es maravilloso ser quienes somos, porque nuestros pensamientos están bien, son apropiados y estamos exactamente donde queremos estar", viniendo a concluir que "no hay nada malo en nosotros".

          Cuando leemos la Sagrada Escritura comprendemos que las personas no somos fácticamente buenas (como enseñan los psicólogos pop) ni tampoco esencialmente malos (como algunas corrientes protestantes desean hacernos creer). Es decir, que llevamos impresa la imagen de la bondad de Dios, pero somos pecadores y debemos corregirnos.

          Media Verdad 2: Valgo porque existo. En el libro titulado Autoestima, Matthew McKay y Patrick Fanning afirman que "yo valgo la pena porque respiro, siento y estoy consciente".

          Esto está bien, pero ¿no se aplica también a los animales? ¿O pierdo yo mi autoestima si detengo la respiración? En cierto sentido, esta afirmación está tomada de la declaración de Descartes del "pienso, luego existo", que los psicólogos pop han traducido por "yo soy, y por consiguiente valgo la pena".

          La autovaloración ética es muy diferente a eso, pues nuestro valor como seres humanos tiene que ver con el hecho de que estamos creados a semejanza de Dios. Es decir, que nuestro valor nunca fluctúa dependiendo de si valgo o no, porque está anclado en el hecho de que el Creador nos hizo.

          Media Verdad 3: No debemos juzgar a nadie. En su libro Autoestima, McKay y Fanning sostienen que "usted debe abandonar las opiniones morales sobre las acciones de otros. Cultive, en cambio, la actitud de que ellos han elegido la mejor opción disponible, dado su conocimiento y necesidades del momento. Y comprenda que, aunque su conducta pueda no parecer buena para usted, no es mala".

          Según esto, no existe el mal, y si existiera no es posible distinguir el mal del bien. Es decir, que todo depende del punto de vista de cada individuo, y por eso hay que tolerar cualquier opción posible, desde la más absoluta libertad que gozan los errores del prójimo.

          Obviamente, no podemos caer en una constante crítica de los defectos del prójimo, pues eso no es caritativo. Pero lo que no puede llevarnos eso es a dejar de erradicar lo que no es cabal, y sí es perjudicial, para las personas, teniendo siempre presente la máxima de que hay que "extirpar el pecado y no al pecador".

          Media Verdad 4: No hay que sentir culpa. Según el psicólogo Dyer, "la culpa no es una conducta natural", y nuestras "zonas de culpa deben ser exterminadas y esterilizadas para siempre", pues "la culpa es una herramienta conveniente para la manipulación" y una "fútil pérdida de tiempo".

          La Sagrada Escritura hace una distinción entre dos tipos de culpa: la culpa verdadera y la culpa falsa. Es lo que explica San Pablo, cuando dice: "La tristeza según Dios es causa de penitencia saludable, de que jamás hay por qué arrepentirse. Mientras que la tristeza según el mundo lleva a la muerte" (2Cor 7, 10). Cuando no existe culpa, no hay arrepentimiento, ni remisión de lo que se ha hecho mal.

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