África está llenándose de mezquitas, con dinero árabe

Mogadiscio,.12.diciembre.2022
Arzob.
.Giorgio.Bertin,.primado.de.Somalia

          Hace 27 años los rebeldes asesinaron a mons. Salvatore Colombo y toda la presencia física de la Iglesia Católica. Nos tomaron como punto de mira, y no sólo a nosotros sino también las embajadas e instituciones públicas, destruyendo todo lo que había de Iglesia y de estado. Una rebelión tal marcó un antes y un después en la historia de Somalia, y todavía no se ha podido formar un estado, sino que el país se ha divido en zonas y se han autoproclamado diversos estados autónomos.

          Las elecciones habían sido pospuestas varias veces, y se temía que el compromiso entre los partidos políticos para celebrarlas no llegara nunca. Los comicios de mayo, por tanto, han despertado la esperanza entre los somalíes, en un país que está inmerso en muchos problemas por resolver. Pidamos a Dios que, finalmente, se pueda pasar página de todo esto.

          En Somalia la sequía, la inseguridad y la carestía afectan a gran parte de la población, especialmente a los más vulnerables y a los menores. Cada minuto de cada día un niño ingresa en un centro de salud, para recibir tratamiento por desnutrición aguda grave. La situación es más desastrosa de lo que pensamos, y de 8 a 10 años tenemos crisis relacionadas con la sequía y la consiguiente carestía.

          Resulta impresionante que nos encontremos ante una situación tan desesperada para muchas personas, especialmente las más pobres y frágiles. Y entre los más vulnerables están los niños. Se trata de una situación provocada por la sequía, pero también por otros factores que las instituciones estatales, que parecen estar renaciendo, todavía no son capaces de hacer frente.

          En efecto, la carestía es un drama recurrente en Somalia, pero no es el único. Porque el acceso al país, para atender a las personas más vulnerables, se ve continuamente obstaculizado por el terrorismo de bandas criminales, y las amenazas a los cooperantes internacionales que prestan su ayuda a la población.

          A ello se suma la acción de los fundamentalistas islámicos, contra las actuales instituciones del estado. Grupos como Al-Shabab hacen la vida extremadamente difícil a los ciudadanos somalíes, y por eso la población busca refugio en las grandes ciudades, gobernadas por el ejecutivo federal o por los gobiernos locales. Para esos desplazados se forman campamentos intermitentes, y en algunos de ellos pueden entrar las autoridades locales y diversas organizaciones humanitarias como Cáritas.

          Pero la situación en el país es, en general, muy inestable. Para reunirnos con las personas más afectadas por la carestía tenemos que desplazarnos con un pequeño ejército, y vernos obligados a confiar en las mediaciones locales. Nos vemos obligados a ser como médicos a distancia, que intervienen de forma remota.

          Por el momento el nuevo gobierno somalí está mostrando buena voluntad con la Iglesia Católica, y parece que el proceso político está empezando a funcionar en la cámara baja y en el nuevo ejecutivo presentado por Hamza Abdi Barre, el nuevo primer ministro de Somalia. Este es sin duda un gran éxito, especialmente considerando las muchas divisiones que había en Somalia hasta hace unos meses.

          Hace poco vino a Mogadiscio una delegación eclesial encabezada por mons. Camilleri, nuncio apostólico en Addis Abeba, y durante 4 días pudimos reunirnos con Adan Madobe, el nuevo presidente de la cámara, con quien hablamos de relaciones confesionales.

          En los distintos encuentros que tuvimos con los políticos hubo buena voluntad y diálogo con todas las partes, incluso con los opositores históricos de Al-Shabab. El objetivo principal de la visita era abordar el gravísimo problema de la sequía, pero fue una oportunidad para reiniciar los lazos con las autoridades somalíes. Estamos satisfechos.

          No pudimos reunirnos con el ministro de Asuntos Religiosos, Muktar Robow, pero recientemente Robow recibió a nuestro intermediario somalí, y dijo que estaba dispuesto a mantener futuras reuniones. También en esos días nos reunimos con el responsable de la respuesta a la sequía, y hablamos con él sobre este aspecto dramático y cómo trabajar juntos para afrontarlo. Por lo tanto, aprovechamos la oportunidad para establecer un primer contacto.

          El mes pasado hablé con las autoridades de Hargeisa, explicándoles que queríamos abrir de nuevo la pequeña Iglesia de San Antonio de Padua, construida en 1950 por los capuchinos y durante muchos años cerrada y tapiada a causa de las revueltas. Y les dijimos que ése sería también el lugar donde llevar a cabo una gran actividad humanitaria a través de Cáritas. Lo aceptaron, y consagré de nuevo la Iglesia. No vienen muchas personas a misa diaria, diez a los sumo, pero es importante haberla vuelto a abrir. La pequeña iglesia de Hargeisa es un ejemplo de lo que pasa en Somalia, donde cada vez hay más mezquitas por las ayudas que llegan desde Arabia Saudí.

          En Mogadiscio no hay casi ninguna posibilidad de estar presentes, porque es muy peligroso. Sí que han quedado algunos católicos, pero si se implican en cualquier actividad eclesial arriesgan sus vidas. Sólo podemos hacer apostolado a través de otras asociaciones somalíes. Pero mejor es eso que nada. Aunque sea en silencio, es mejor estar que no estar en esta zona del Cuerno de África. Mientras tanto, permanecemos cerca del pueblo somalí, y no paramos de colaborar en la lucha contra la sequía y el hambre. Esperamos que pronto se nos conceda el derecho de culto, pues sin ese derecho no tenemos garantizada la seguridad. De momento, no podemos reconstruir la catedral de Mogadiscio, ni tener culto público.

          En Yibuti la Iglesia sí es respetada, y allí sus 5.000 católicos pueden vivir tranquilos y sin peligros, y la Iglesia es respetada. También albergamos franceses de la antigua ex-colonia, y cristianos que llegan desde Etiopía. También hay fieles autóctonos de Yibuti que son católicos, ya sea por tradición familiar o huérfanos que fueron acogidos por instituciones de la Iglesia. En Yibuti la labor más grande que tenemos es la educación, aunque el 99% de los alumnos de nuestros colegios son musulmanes. Ellos saben que somos serios y que les respetamos, y ellos nos respetan a nosotros. Esperemos que esa semilla del evangelio dé fruto en el futuro, aunque ahora no produzca conversiones.

          En general, el país cuenta con 30 religiosos aproximadamente, dos diócesis católicas y cuatro estaciones misioneras. Aquí un sacerdote o una religiosa no están sólo para los católicos, sino que están presentes en la sociedad, en contacto con las personas, abiertos a ellos y no cerrados en nuestras estructuras.

          Hace poco el papa Francisco I me recibió en audiencia, y tras escucharme y hablar ambos de las realidades de Somalia, nos agradeció a todos los religiosos implicados nuestra labor. El regalo que le llevé era incienso, y me dijo que ¡el incienso de Somalia era muy bueno! Ahora estamos esperando la visita Ad Limina.

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  Act: 12/12/22         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A